EL VETO INGLÉS A MALCORRA:
DE NADA VALE LA GENUFLEXIÓN...
por Horacio Micucci
El colonialismo Británico sabe que la guerra es la política por medios cruentos y la política es la guerra por medios no cruentos. Y nunca abandona su estrategia del control del Atlántico Sur y la confluencia Atlántico-Pacífico y Atlántico-Índico.
Allá por el
año 150 antes de Cristo, cuando los romanos se extendían por amplios dominios,
ocurrió que en Lusitania (actual Portugal) un cónsul llamado Escipio debió afrontar los embates
de un movimiento de quienes se resistían a ser dominados por los romanos. Como
la tarea de represión no tenía éxito, decidió asesinar al líder de los
rebeldes, Viriato (180-139 AC ).
Para concretar tal fin, pactó con tres nativos, cercanos a Viriato, para que lo ejecutaran a cambio de una recompensa. Perpetrado el
crimen, los sujetos se presentaron ante Escipio reclamando el pago de lo acordado.
Sin inmutarse, el político romano les dijo: “Roma no paga traidores”. Y los
hizo ejecutar...
El veto inglés a la candidatura a Secretaria General de la ONU de la
Ministra Susana Malcorra demuestra que el colonialismo inglés no olvida ningún
detalle a la hora de dejar clara su posición de no terminar la usurpación del
territorio argentino. Y nunca deja ningún precedente, ni permite ningún hecho, que
pudiera afectar su estrategia o fortalecer la de su enemigo. No bastaron las
posiciones de conciliación del gobierno argentino ni la vuelta a la fracasada
política del “paraguas de soberanía” aplicada por el Ministro José Alfredo Martínez
de Hoz durante el período dictatorial de Videla y también por el Gobierno de Carlos Menem:
Malcorra fue vetada. (1)
En distintos periódicos de estos días se encontraron los párrafos que
siguen:
A la hora en que Susana
Malcorra explicaba ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado los
alcances de los acuerdos que se negocian con el Reino Unido y en especial lo
que atañe al conflicto de soberanía de Malvinas, el Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas echaba por tierras su sueño de convertirse en la primera mujer
secretaria general del organismo.
Dos meses antes de lo
previsto, el escenario de la crisis global le arrebató a Mauricio Macri una de
las principales apuestas desde que asumió la Presidencia: el nombramiento de
Susana Malcorra como canciller y su posterior nominación para disputar la
secretaría general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que quedará
vacante el año próximo, cuando el surcoreano Ban Ki Moon concluya su último
mandato.
El Consejo de Seguridad del
organismo, integrado en forma permanente por China, Estados Unidos, Rusia,
Francia y el Reino Unido dejaron a la jefa del Palacio San Martín fuera de
juego.
Fuentes cercanas a la
funcionaria confiaron que uno de esos países la vetó, dentro de una larga
negociación donde su competidor, el portugués Antonio Guterres, fue promovido
por un acuerdo unánime.
La sospecha de que el veto
provino de Londres -a pesar de los esfuerzos argentinos por congraciarse con
Gran Bretaña incluso bajo el costo de ablandar el reclamo por la soberanía
sobre las Islas Malvinas- se transformó en fatalidad cuando la funcionaria
estaba dando explicaciones ante el Senado por la declaración conjunta que firmó
junto con el vicecanciller británico Alan Duncan dos semanas antes.
De acuerdo a lo que se sabe,
la Canciller obtuvo cinco votos positivos, de dos miembros permanentes como
Estados Unidos y China, y probablemente de Uruguay, España y Egipto. Recibió
siete votos negativos (el veto británico uno de ellos) entre los que podría
estar Venezuela; y tres “no opiniones”, entre los que podría estar Francia y
Rusia, dos miembros permanentes del Consejo.
Está todo dicho...
Referencias.
(1) Debe
decirse, con justicia, que Macri tiene antecesores en su política de hacer, en
Malvinas, lo que los británicos quieren. En efecto, como resultado de la
Segunda Reunión de Negociaciones en Nueva York (del 13 al 15 de diciembre de
1977, en plena dictadura) la delegación argentina y la británica “convinieron en establecer dos grupos de trabajo paralelos,
de carácter oficial, para los temas de las relaciones políticas,
incluyendo la soberanía, y de la cooperación económica”.
Con lo cual los ingleses incluyeron el tema económico, siendo la inserción del
tema soberanía una excusa para lograr la preponderancia de aquél. Además, la
delegación argentina del Proceso aceptó que la representación británica
incorporara a los pobladores de las islas en la siguiente reunión. Es
de destacar que por las razones antedichas (el no reconocimiento de la
población isleña como una población autóctona) la Argentina siempre había
rechazado esta posibilidad.
Por
lo tanto en el año 1977, se forman dos grupos de discusión, uno sobre la
soberanía y otro sobre el destino económico de las Malvinas.
¿A
cuál hacen progresar los ingleses? Al económico.
¿Y
qué dicen del político (restitución de Malvinas)? Que va a quedar bajo el
paraguas de soberanía.
Luego Menem
usó la palabra “paraguas de soberanía” (umbrella). Pero no la inventó. Lo había
usado anteriormente un miembro del gobierno inglés. Dijo que toda la
negociación económica quedaba bajo el paraguas de la soberanía. Es más, Menem
dijo “umbrella”, ¡la palabra paraguas en inglés!
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