Reflexiones para un 24 de marzo del año 2019
por Horacio Micucci
En este nuevo aniversario del golpe de
1976, es necesario unir a dos movimientos que estaban juntos al principio de
nuestra historia y fueron separados intencionalmente y enfrentados: El
movimiento patriótico y nacional y el movimiento democrático y popular. Y
trabajar por unir lo patriótico y nacional (es decir lo antiimperialista), con
lo democrático y popular (es decir lo social). Unir a esos dos grandes
movimientos que son la clave para iniciar un camino venturoso para Argentina.
Unir a patriotas y luchadores sociales de distintas vertientes ideológicas y
políticas, con convicciones religiosas o sin ellas, civiles y militares, de
distintas profesiones, con una única convicción: la independencia nacional de
toda dominación extranjera y la soberanía popular…
Y aquel Golpe y aquel asalto a la
Argentina, como dice el libro “M76: Asalto a la Argentina” del Dr. Julio C.
González, vino a practicar un genocidio para eliminar toda posible resistencia
a lo esencial de sus planes: el plan Martínez de Hoz…
El Plan de esa dictadura no era la
defensa de la independencia, sino… el plan Martínez de Hoz. La Dictadura vino a
aplicar a sangre y fuego el Plan de Martínez de Hoz. Y todos sabemos que
significó ese plan. En 1978 Martínez de Hoz dijo, en un diario, que había que
privatizar 30 ó 40 empresas del estado nacional y un número similar de empresas
provinciales y que al principio sería difícil y cuesta arriba pero luego se
entraría en una meseta y luego sería fácil y cuesta abajo. Una verdadera
premonición de lo que ocurrió.
Para aplicar ese plan hacía falta
destruir cuerpos de delegados de las fábricas, expresiones democráticas en el
campo, cuerpos de delegados estudiantiles, y toda expresión que pudiera
oponerse a la entrega del patrimonio nacional. Fue necesaria esa orgía de
sangre para que esa dictadura entregara a la Nación y para posibilitar que gobiernos
que la sucedieron, administradores de la dependencia, continuaran entregándola.
Hay Políticas de Estado que los que nos
gobiernan cumplen y es erróneo creer que no hay políticas de Estado en
Argentina. Las hay: son políticas de indefensión nacional, de sumisión
nacional, de entrega continuada, de miseria popular. Hoy parece obvio, a la luz
de lo que ocurrió que, en aquellas circunstancias de 1976, todo
antiimperialista, pero también todo demócrata sincero y todo luchador
consecuente del pueblo, debía estar contra el golpe que se venía. Pero entonces
no todos lo veían así y aún hoy lo discuten.
Algunos creyeron que el golpe era mejor
que el Gobierno de la Sra. De Perón. Fueron usados por las falsas grietas que
los dominadores siempre inventan para dividir. Divide et impera es el lema de
los imperialismos de toda laya.
Resulta sorprendente que algunos
defiendan el Golpe de Estado que aplicó el plan de entrega y sumisión nacional
de Martínez de Hoz y continuadores, cuyas consecuencias todavía vivimos.
También sorprende la confusión de quienes, diciéndose de izquierda, creen que
era lo mismo el Gobierno de la Sra. de Perón que la Dictadura. Hubo una única posición
patriótica y popular en esos años: oponerse decididamente a todo golpe de
estado, defendiendo la legalidad constitucional.
Y hubo militares que dieron, años antes,
ejemplo de eso: el Teniente Coronel Philippeaux, a quien tuvimos el honor de
conocer, se sublevó en junio del 1956 para reponer al gobierno constitucional y
armó al pueblo de La Pampa para lograrlo. El General Numa Laplane, fue
desplazado por Videla y Viola del Comando en Jefe del Ejército, por su posición
antigolpista ya que, en un discurso el 29 de mayo de 1975, se había manifestado
en contra de los “eternos románticos del golpe de estado”.
La señora de Perón dijo: “vienen a
destruir las chimeneas”. Porque era una banda genocida; cívico militar,
golpista, sostenida y apañada por las distintas potencias que disputaban su
control en su seno: yanquis, ingleses y otros europeos, pero también los rusos,
que apoyaban en los Foros internacionales al grupo Videla-Viola y bloqueaban
toda denuncia por violación de derechos humanos contra ese sector. El sector
Videla Viola pagó el apoyo de la URSS en los foros de defensa de los derechos
humanos violados, rompiendo el bloqueo cerealero que impulsaba EE.UU. contra
los soviéticos que invadieron Afganistán, convirtiendo a Argentina en
“cantinero” de ese ejército ruso invasor (igual que los yanquis hicieron luego
en ese mismo país). Y el Partido Comunista Argentino apoyó, como democráticos,
a Videla y a Viola, como antes lo había hecho con Lanusse. Como en 1955 había
apoyado al golpe gorila. Se equivocaban los que creían que la URSS era amiga de
los pueblos. Era un imperialismo más, que disputaba la rapiña.
En su libro: “Isabel, intimidades de un
gobierno”, el Dr. Julio González recuerda que cuando en las postrimerías del
gobierno de la señora de Perón, la Presidenta se decidió a intervenir la
Provincia de Buenos Aires gobernada por Victorio Calabró ante los ataques
sistemáticos de éste al gobierno nacional, en consonancia con los argumentos
golpistas, fue el propio Videla el que se opuso a dicha intervención. Más aún,
para fortalecer la posición del Gobernador Calabró, Videla hizo públicas
felicitaciones al mismo gobernador, el 24 de diciembre de 1975. El Gobernador
Calabró entregó el gobierno a los golpistas en una ceremonia que fue casi un
festejo.
Y justamente, bandas golpistas pro rusas
al servicio de los militares golpistas del sector Videla -Viola (que recibía el
apoyo de la URSS en los Foros internacionales) y de ese gobernador Calabró, que
operaban impunemente en la Provincia de Buenos Aires y la Ciudad de La Plata
(en lo que hoy llamaríamos “zona liberada”), asesinaron a patriotas y
antigolpistas como Enrique Rusconi, que se había definido contra el golpe
promovido tanto por rusos como por yanquis en su actividad pública en ATULP
(trabajadores no docentes de la UNLP). Y, meses después, esas mismas bandas
golpistas asesinaban al Intendente de La Plata Rubén Cartier que trataba de
impulsar una reunión de Intendentes para oponerse al golpe en ciernes. Todavía
hoy el Intendente Cartier de La Plata no ha recibido la reivindicación y el
homenaje merecido. Eran épocas en que Rene Salamanca, líder del clasismo
cordobés, llamaba a defender al gobierno de la Sra. de Perón contra el golpe
que tramaban sectores de todos los imperialismos, incluido el ruso. La lucha
por la INDEPENDENCIA de toda dominación extranjera fue fertilizada por
sufrimientos, por lágrimas de seres queridos, por la sangre de patriotas y
luchadores populares.
Hoy la situación mundial anuncia un
futuro tormentoso para un país dependiente como la Argentina. Porque nuestra
gloriosa Nación fue convertida en una republiqueta. Una republiqueta sojera, megaminera,
petrolera, pero sobre todo sometida al capital financiero, a la usura
internacional, a los timberos de las finanzas y del FMI. Integrada como país
dependiente al mundo “globalizado” (como se dice ahora), mundo de creciente
disputa comercial, estratégica y militar que rapiña a los pueblos y a los
países oprimidos y dependientes como el nuestro. Argentina es un país
dependiente, lastrado por el latifundio, y con una parte de su territorio
usurpado por el colonialismo imperialista inglés, en Malvinas, Islas del
Atlántico Sur y mares adyacentes. País indefenso, con nuestras tierras,
nuestros mares y nuestro espacio aéreo en completa indefensión. Y, lo que es
peor, están en completa indefensión las mujeres y hombres de nuestra Patria que
son el elemento principal de las fuerzas productivas del país y en los cuales
reside la verdadera Nación, como decía Ramón Carrillo.
Aprovechemos la experiencia. Que los
sufrimientos y dolores no sean en vano. Conozcámonos y unámonos antes de ocupar
las futuras trincheras necesarias. Trabajemos para desarrollar las fuerzas
intelectuales y materiales para hacer realidad la genial frase introducida por
el diputado Medrano al Acta de nuestra Independencia: “independientes de toda
dominación extranjera”. Unamos lo popular democrático a lo nacional patriótico.
Hoy somos un país desgarrado por la
disputa entre las potencias imperiales de un mundo multipolar: Yanquis,
ingleses, europeos, rusos y chinos pastorean en nuestro patrimonio nacional, lo
esquilman, nos desangran…
Grandes latifundios impiden el acceso a
la tierra del campesino productor. Su renta terrateniente la paga toda la
economía nacional. El productor arrendatario cubre sus gastos, y debe pagar un
excedente “libre de polvo y paja” al latifundista que no hace nada. Además,
sufre los precios bajos que pagan por su producción los monopolios de
comercialización. Todo eso se refleja y se carga en lo que paga por los
productos el resto de la sociedad. Veinte
millones de hectáreas fértiles, sobre 32 millones en total, están en manos de
terratenientes extranjeros. Benetton declara poseer 950.000 hectáreas. El
terrateniente inglés Lewis (amigo del presidente) tiene un aeropuerto del
tamaño del Jorge Newery de la Ciudad de Buenos Aires, a la altura del paralelo
42, en el cual pueden desembarcar en dos horas aviones asentados en Malvinas y
partir el territorio continental en dos. Por si fuera poco, el mismo
terrateniente intenta construir otro aeropuerto en la zona de El Bolsón.
Siguen vigente los Tratados del Londres
y Madrid, denunciados por Julio González en uno de sus libros, que reglamentan
nuestra indefensión nacional y son verdaderos estatutos de rendición y sumisión
a Inglaterra. Argentina está desarmada e indefensa ante toda rapiña.
Se sigue pagando la Deuda Externa
ilegítima, usuraria, odiosa y fraudulenta, denunciada por el patriota Alejandro
Olmos. Y se agrava esa deuda llevándola a límites insostenibles, provocando el
hambre a miles y destruyendo la producción nacional, arrasando a las pymes y
pequeños comerciantes, destruyendo la educación, pagando salarios bajos a nivel
mundial a los docentes, aniquilando la ciencia y la tecnología, destruyendo a Fabricaciones
Militares, haciendo a los jubilados pobres de toda pobreza, provocando la
desocupación y la desesperación en miles de hogares.
Los resultados de esta política del
gobierno son el crecimiento del hambre, la pobreza y la indigencia, la
emergencia en violencia contra las mujeres, la falta de trabajo y la droga en
los jóvenes.
No es que el gobierno de Macri no supo o
no pudo arreglar la economía; la verdad es que, con sus políticas, profundizó
la destrucción de la economía, empezando con su liberalización total del
mercado cambiario en diciembre de 2015. Así abrió el país al ingreso
irrestricto de los capitales de la usura internacional favoreciendo el
endeudamiento hasta límites que lo volvieron impagable en poco tiempo.
El gobierno de CAMBIEMOS se trata de un
proyecto político y económico similar al de la oligarquía de principios del
siglo XX, cuando la Argentina era llamada ‘el granero del mundo’. Un proyecto
para una Argentina de solo 20 millones de habitantes. El gobierno ha profundizado
su proyecto político y económico. Y se entregan palancas claves de la decisión
nacional.
Efectivamente el presidente Macri ha
dicho con frecuencia que quiere volver a la Argentina de 70 años atrás. Es
decir, que es política expresa del actual gobierno volver a la “Década Infame”,
el “fraude patriótico” y el Pacto Roca Runciman. Es importante entender que
cuando el actual presidente se refiere a los últimos 70 años, no incluye a la
Dictadura y a los gobiernos posteriores que gerenciaron y profundizaron nuestra
dependencia, sumisión e indefensión nacional, sino que explicita la necesidad
de eliminar los derechos que el pueblo y la Patria consiguieron en esos años,
después de intensas y sostenidas muestras de descontento y movilizaciones.
El presidente Macri ha señalado que “los
argentinos crecimos porque aprendimos y comprendimos que, de 70 años de fiesta,
sobre todo en los últimos 15 años, no se sale en tres”. Él llama fiesta a los
derechos del pueblo. Pueblo que no ha participado en ninguna fiesta, sino que,
con muchos esfuerzos y protestas, logró, a veces, disminuir los ajustes a su
bolsillo, el deterioro constante de sus condiciones de vida y de trabajo, y la
destrucción y/o la entrega del patrimonio nacional. El presidente Macri llama
“terminar con la fiesta” a retrotraer los derechos nacionales y sociales a la
situación de principios del siglo XX. Con diversas medidas, hasta quiere volver
al preyrigoyenismo. Si Yrigoyen era “la Causa contra el Régimen”, ahora el
gobierno de Mauricio Macri es el “Régimen Oligárquico contra la Causa Nacional”.
Y hay que estar alertas este 24 de marzo y siempre, porque estos planes no
pasan sin represión.
Las cifras de la pobreza, de destrucción
de la industria y las economías regionales son pavorosas. Los monopolios petroleros
esquilman a la Patria en más de10.000 millones de dólares al año. O sea, esta
política produce dependencia, descapitalización, primarización,
desindustrialización, y miseria y pobreza. Le sobran 20 millones de habitantes.
Se pierde nuestra capacidad productiva expresada en la capacidad industrial
instalada y, lo más importante, en la capacitación de la mujer y el hombre
argentinos que son lo más importante de las fuerzas productivas del país. En
ese hombre argentino reside la verdadera Nación, decía el Dr. Ramón Carrillo.
En esta dramática situación urge unir a
militares como Philippeaux, como Mosconi, como Perón, como Savio junto a los
Scalabrini Ortiz, los Silenzi de Stagni (insigne defensor de la propiedad
estatal del petróleo argentino y sus derivados), los Alejandro Olmos (protagonista
de una lucha de décadas contra el pago de la deuda externa ilegítima y
fraudulenta) y, por qué no, a los Julio C. González, los luchadores sociales
como Juan Carlos Alderete, y los continuadores de Leandro Alem, para una
Revolución de Democracia Grande, de Nueva Democracia y de Independencia
Nacional, que establezca un Estado de nuevo tipo, que represente los intereses
patrióticos y populares.
Que es la que Revolución que hace falta.
En este nuevo aniversario del genocidio
golpista de 1976, unamos a los obreros explotados ocupados, precarizados y desocupados,
con los productores del campo que ocuparon las rutas en la rebelión agraria y
que sienten en el fondo de su corazón el grito de María Robotti, el Grito de
Alcorta de 1912.
Ayudemos a lograr una Argentina con sus
Malvinas, islas del Atlántico Sur y mares adyacentes reconquistadas y proyectándose
a la Antártida, donde haya alimento para cada uno, techo y lecho para cada uno,
trabajo para todos, salud y educación como derecho inalienable de cada uno,
tierra para el que la trabaja y para vivienda, en un mundo, donde los países no
sean lobos de otros países y en una Argentina, donde el hombre no sea lobo del
hombre.