miércoles, 1 de agosto de 2012



Dentro de mil años, los que estudien nuestro tiempo seguramente dirán: ¡que época tan extraña!. En lugar de ser un placer, estudiar era casi un castigo, una carrera de obstáculos para los pocos que llegaban a la Universidad…
El estudio no era un derecho inalienable de los seres humanos, se ponían toda clase de obstáculos a los estudiantes. Obstáculos económicos, geográficos, culturales, pedagógicos.
No se promovía el estudio y la investigación, necesario para la independencia nacional y el bienestar del las personas, sino que se lo desanimaba…
La pedagogía partía de las ideas y no de la práctica…
Los que debían trabajar (la mayoría) no podían o les era difícil estudiar. Debían viajar lejos para formarse, muchas veces alejarse de su familia y de su terruño en lugar de arraigarse en el lugar que los vio nacer para entregar el fruto de sus conocimientos nuevos allí...
Los que abandonaban el estudio, por las dificultades, eran culpados por ello y se los llamaba “desertores del sistema educativo”, en lugar de llamarlos como lo que en realidad eran: EXPULSADOS DEL SISTEMA EDUCATIVO.
Analizando esa expulsión los sesudos gobernantes del sistema educativo los culpaban de la expulsión… por vagos.
¡Las víctimas eran transformadas en culpables!
Dirán los historiadores del futuro: Era el reino del revés… “Me dijeron que en el Reino del Revés nada el pájaro y vuela el pez, que los gatos no hacen miau y dicen "yes" porque estudian mucho inglés.”.
Cuento contado a mis hijas, casi como un cuento antes de dormir, cuando eran pequeñas, hace algunas décadas…
¡Nada ha cambiado!

La educación es un derecho inalienable del ser humano.
El conocimiento debiera ser un placer.
Las teorías debieran partir de la Práctica y tener como único criterio de verdad la capacidad de transformar la realidad, en la Práctica y no la coherencia del "relato" o del método.
La foto muestra el criterio pedagógico de los "teóricos" del sistema.
En la Argentina, además, con malos libros o fotocopias de teóricos baratos. “Teóricos” que dicen frases altisonantes. Parafraseando a Federico Engels: “ruido a latón trascendental”.
Mucho “verso”, mucha “memoria” y... mucha desvinculación con la realidad y sus necesidades.