Pfizer no resiste un archivo
Por Horacio Micucci
A MODO DE PRÓLOGO
En estos días, se ha visto
una intensa campaña por parte de políticos del PRO (y compañía) respecto a que es
responsabilidad del gobierno argentino que la vacuna de Pfizer no haya entrado
en el país. Convertidos en verdaderos agentes de propaganda médica de Pfizer,
dirigentes políticos del macrismo ocultan una serie de datos de la realidad:
1.- que ya el año pasado
Pfizer había advertido que no alcanzaría a producir las dosis que había
prometido. El diario EL PAÍS de España anunciaba el 4 de diciembre de 2020 que:
“La farmacéutica Pfizer y la
compañía alemana BioNTech han anunciado este jueves, en un comunicado, que
recortarán a la mitad el número de dosis de su vacuna contra la COVID que
tenían previsto fabricar este mes. El anuncio se realiza después de que el
Reino Unido comunicara la autorización de este fármaco y de que la UE haya
informado de que prevé aprobarlo el próximo día 29 de diciembre. La compañía ha
justificado la decisión en problemas en la cadena de suministro.”
2.- Se ha hablado mucho
del ejemplo chileno y uruguayo en vacunación. Pero veamos los datos:
CHILE:
DÍA 31 DE MAYO DE 2021
OXFORD ASTRA
ZENECA 1,52% DE LAS VACUNAS
APLICADAS
PFIZER 23,06% DE LAS
VACUNAS APLICADAS
SINOVAC 75,42% DE LAS
VACUNAS APLICADAS
URUGUAY
DÍA 2 DE JUNIO DE
2021
OXFORD ASTRA
ZENECA 1,47% DE LAS VACUNAS APLICADAS
PFIZER 23,23% DE LAS
VACUNAS APLICADAS
SINOVAC 75,30% DE LAS
VACUNAS APLICADAS
Como se ve, no es Pfizer
la que predomina y no ha sido así en ningún país latinoamericano. Es más,
Pfizer privilegió (por disposición del gobierno de EEUU) a ese país. Recién
ahora, avanzada su vacunación, el gobierno estadounidense empieza a hablar de
donar vacunas.
3.-
DATOS DEL FONDO DE VACUNAS COVAX DE LA UN
Según
datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), los
países de la región que recibieron hasta el momento lotes de vacunas Pfizer
fueron Colombia (1.209.780), Perú (827.000), Bolivia (421.050), El
Salvador (191.880) y Nicaragua (135.000).
De
acuerdo con el informe de proyección y durante la primera ronda de
asignaciones, COVAX distribuyó en el mundo 15,3 millones de dosis de
la vacuna Pfizer en la primera y tercera etapa y 237 millones de vacunas
de AstraZeneca que se asignaron durante la segunda etapa. Como se ve el aporte
COVAX de Pfizer es minoritario (varias veces menor).
4.-
Respecto a la ley argentina de vacunas Nº 27.573, que Pfizer no acepta,
aconsejamos leerla. Es francamente concesiva con el objeto de obtener, en la
emergencia, vacunas (monopolizadas por EEUU, Gran Bretaña, Rusia y China). Pero
aún esa ley no es suficiente para Pfizer. Parece preocuparle el artículo 4 de
la ley:
Artículo 4° - Facúltase al Poder
Ejecutivo nacional, a través del Ministerio de Salud, a incluir en los
contratos que celebre y en la documentación complementaria para la adquisición
de vacunas destinadas a generar inmunidad adquirida contra la COVID-19,
conforme el procedimiento especial regulado por el decreto 260/20, su
modificatorio y la decisión administrativa 1.721/20, cláusulas que
establezcan condiciones de indemnidad patrimonial respecto de indemnizaciones y
otras reclamaciones pecuniarias relacionadas con y en favor de quienes
participen de la investigación, desarrollo, fabricación, provisión y suministro
de las vacunas, con excepción de aquellas originadas en maniobras fraudulentas,
conductas maliciosas o negligencia por parte de los sujetos aludidos.
¿Es que Pfizer piensa realizar “maniobras
fraudulentas, conductas maliciosas o negligencia” que le preocupan los
juicios por estas causas?
5.- Desde ya, los dirigentes macristas promotores
de Pfizer ocultan algo que hemos repetido y que es evidente hoy:
a) Las
vacunas son un material de importancia estratégica para las potencias. La que
salga primero de la pandemia estará en mejores condiciones que las restantes,
para disputar la hegemonía. Como siempre el PRO y JXC, disfrazan a las
potencias de “países serios y generosos”, ocultando su verdadero carácter
imperialista y opresor.
b) Son
un elemento de chantaje y subordinación hacia los países que carecen de ellas
(y esto vale para todas las potencias como EEUU, Reino Unido, China o Rusia)
c) Las
vacunas son un bien escaso. Las farmacéuticas nunca se preocuparon por aquellos
medicamentos que eliminaran una enfermedad, más bien el enfermo crónico (el
“cliente” eterno) fue su objetivo. Pero ahora se ven ante potenciales 7.000
millones de personas que la necesitan. Y no tienen esa capacidad de producción.
Y, si se han desarrollado las vacunas, no fue por inversión privada. La revista
THE LANCET ha advertido hace un tiempo que se invirtieron U$A 10.000 millones
provenientes de los Estado y de Organizaciones sin fines de lucro. Por eso es
necesario cuestionar la existencia de patentes de vacunas, que deben ser un
bien de la humanidad
Todo o anterior exige que el Estado Nacional
deba coordinar y apoyar con todos los fondos y medios necesarios a los
proyectos de investigación, desarrollo y producción de vacunas argentinas, por
parte de los organismos del Estado y la Universidades Nacionales. Estos
proyectos están languideciendo por carencias presupuestarias. Y es casi seguro
que debamos seguir vacunando en el futuro y no es posible continuar con este
calvario de las vacunas de unos pocos productores de países imperialistas.
DICHO LO ANTERIOR… Pfizer no resiste un archivo
Hace
bastante tiempo atrás (el 9 de junio de 2019) escribimos una nota que es
necesario volver a presentar hoy, como muestra de que Pfizer tiene su historia
propia (a pesar de sus propagandistas), que no es ninguna santa y que tiene sus
razones (nada inocentes) para exigir protecciones especiales. Volvemos a
presentar dicho artículo sobre esa empresa.
LA GANANCIA O LA
VIDA… escrito el 9 de junio de 2019
Pfizer, el monopolio
farmacéutico estadounidense, escondió estudios que podrían indicar que uno de
sus medicamentos podría ser útil para el Alzhéimer.
Por Horacio Micucci
En enero del año 2018,
Pfizer anunció que ya no seguiría buscando nuevas medicinas para tratar el
Alzhéimer. Un vocero del monopolio yanqui aseguró que las decisiones se habían
basado exclusivamente en la ciencia. Sin embargo, Pfizer también justificó la determinación
como "el resultado
de un ejercicio de reasignación de gastos para enfocarnos en aquellas áreas
donde nuestra cartera de productos, y nuestra pericia científica, son más
fuertes".
Pero el periódico
estadounidense The Washington Post reveló, en estos días, que la empresa ocultó
que, en su momento, había optado por no comprobar ni compartir los resultados
de un estudio con potenciales implicaciones para la batalla contra el
Alzhéimer.
El estudio, que se ocultó,
se basó en el análisis de cientos de miles de reclamaciones de seguros, que
arrojaron que una de las medicinas más conocidas y vendidas de Pfizer, un antiinflamatorio
denominado Enbrel, empleado para tratar la artritis, parecía reducir el riesgo
de Alzhéimer en un cierto porcentaje.
Afirma Washington Post que
una presentación preparada para un comité interno de Pfeizer a inicios de 2018,
dice que “Enbrel podría
potencialmente prevenir, tratar y retardar la progresión de la enfermedad de Alzhéimer
de forma segura". La empresa, sin embargo, le confirmó a The Washington Post que
no solamente descartó realizar la prueba clínica que habría permitido comprobar
o descartar esta hipótesis, sino que también decidió no hacer público el
hallazgo. Según el Washington Post, Pfizer también explicó que consideró que la
probabilidad de un ensayo clínico exitoso era baja y que optó por no publicar
sus datos debido a sus dudas sobre los resultados y que la publicación de la
información podría haber llevado a científicos externos por un camino inválido.
"La compañía dijo que
durante sus tres años de revisiones internas decidió que Enbrel no se mostraba
prometedora para la prevención del Alzhéimer porque la droga no llega
directamente al tejido cerebral", reportó el muy conocido diario
estadounidense.
El periódico también cita
a prestigiosos científicos criticando la decisión de Pfizer, sosteniendo que,
al menos, tenían derecho a conocer esa información que podría abrir nuevos
caminos a la investigación. Por ejemplo, uno de los argumentos de Pfizer fue
que, para que el medicamento fuera efectivo para el Alzhéimer, debía poder
atravesar la barrera hematoencefálica, y el Enbrel no lo hace. Sin embargo, hay
algunas evidencias científicas de medicamentos que tampoco lo hacen y podrían
tener efectos paliativos y retardantes.
Medicinas descubiertas
para un fin y útiles para otro
En la historia de la
farmacología ha ocurrido con frecuencia que sustancias descubiertas por un fin,
son útiles para otro. Un caso histórico es el de las sulfamidas. Estas
sustancias habían sido patentadas en 1909 como producto intermedio de la
fabricación de anilinas. En 1935 su patente no había caducado. Entonces se
modificó la molécula patentada para dar lugar al llamado Prontosil Rubrum y así
declararlo como “nuevo”, para su utilización como bactericida. ¿Cuántas
victimas podrían haber sido tratadas en el lapso en que se realizó esta
voltereta legal para lograr su uso?
Pfizer misma tiene otro
ejemplo. El Viagra fue logrado en esa empresa con el objeto de tratar la
hipertensión arterial. Luego se descubrió un efecto inesperado: el tratamiento
del déficit de la erección masculina. Este cambio de objetivos terminó
generándole a Pfizer decenas de miles de millones de dólares de ganancias como fármaco
para la disfunción eréctil. ¿Por qué no actuó ahora de la misma manera?
Patente con vencimiento
próximo
Lo que inspira sospechas
es que el Enbrel, a diferencia del Viagra, tiene su patente próxima a vencer y
Pfizer no hubiera tenido el monopolio y las ganancias que se derivarían de esa
situación. Proseguir las investigaciones hubieran significado millones de
dólares de gastos sin grandes beneficios para la empresa. Si fuera así ¿es esto
admisible?
Es verdad que ciertos
efectos de antinflamatorios del tipo del Enbrel eran conocidos. Y que es
posible que este medicamento no fuera nunca útil para la enfermedad. Lo que es
cuestionable es porqué Pfizer no comunicó sus estudios, por precarios que
fueran. Sus aciertos o errores podrían haber ayudado a otras investigaciones.
Desde el punto de vista empresarial, Pfizer tiene derecho a decidir en función
de sus ganancias. Las preguntas son ¿esto vale en el caso de los medicamentos,
que se relacionan con un derecho inalienable como es el de la salud? ¿Este
derecho debe someterse a la ecuación costo beneficio de una empresa? Y más aún
¿el derecho de la libre empresa es superior al derecho a la vida?
¿Salud o ganancia? Esa
es la cuestión para el ser humano y la Nación.
Los antibióticos fueron
secreto de guerra hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. EE.UU ocultó su
uso y en esto se basó su preminencia en este rubro, por años.
Quién escribe estas
líneas, tuvo, en su niñez, infecciones reiteradas por estreptococos en
garganta. Nacido en 1945, conoció las sulfas como primer tratamiento y recién a
los 5 años pudieron aplicarle, por primera vez, penicilina. Tuvo suerte, sino
no estaría escribiendo esto. ¿Esto debe seguir repitiéndose?
¿No será que el Estado
(uno de nuevo tipo, de democracia grande) tiene que regular esta cuestión? Y
más aún ¿no debiera asumir, como tarea central, la fabricación de medicamentos
esenciales y la investigación básica y aplicada y el desarrollo tecnológico de
otros nuevos?
Decía el Dr. Ramón
Carrillo que en el hombre argentino reside la verdadera Nación. ¿Lo expresado
más arriba no es parte de los derechos de argentinas y argentinos?
Distintas potencias
consideran que su Defensa Nacional no es solamente armas, aviones, cañones y
barcos. Integran a la misma, la seguridad alimentaria, la seguridad energética,
la seguridad ambiental, y la seguridad sanitaria, entre otras. ¿Qué pasaría, en
una guerra justa como la de la Recuperación de nuestras Malvinas, si insumos
médicos esenciales dependieran del enemigo?
Tampoco, por Seguridad Sanitaria
de una Defensa Nacional Patriótica y Popular, Integral e Integrada, se debe
admitir que los intereses de una empresa sean contrarios a los de Argentina y,
lo más importante, a los de lo principal de sus fuerzas productivas, el ser
humano que trabaja con y en los medios de producción.