LA
MUERTE NO IGUALA CONDUCTAS.
El 24 de marzo de 1976 había una única
posición patriótica y popular: Oponerse al Golpe de Estado y defender al
Gobierno Constitucional de la Sra. de Perón.
Ante el fallecimiento de Jorge Rafael
Videla se reproduce un artículo de marzo de 2013 que tiene total vigencia.
Reflexiones sobre el
24 de marzo y el “Proceso”
Horacio Micucci
(Coordinador del Instituto de Estudios Nacionales y Vicepresidente del Foro Patriótico y Popular)
El Pueblo Argentino necesita hacer un balance de esos hechos. También, en particular, necesitan hacerlo las camadas jóvenes y las veteranas de la corriente militar nacional, patriótica, popular y democrática, para evitar ser nuevamente separadas del pueblo al que pertenecen y destruidas por el enemigo.
El 24 de marzo de 1976 se producía el golpe de Estado que derrocó
al Gobierno constitucional de la Sra. de Perón. Es bueno recordar que un
patriota que nos acompaña desde los inicios de la revista CUADERNOS, formaba
parte de ese gobierno y lo pagó con largos años de cárcel y castigo: su nombre
es Julio C. González.
Él fue parte de quienes pensábamos, hace ya más de diez años, que
era necesario unir a dos movimientos que a lo largo de la historia argentina
recorrieron muchas veces caminos divergentes cuando no enfrentados: el
Movimiento Patriótico-Nacional y el Movimiento Democrático- Popular. Porque, en
lo más profundo de nuestra historia, ambos movimientos nacieron juntos y el
éxito nos acompañó mientras esa unidad se mantuvo. Es lógico entonces el
intento de los enemigos de hoy y de ayer, de profundizar la división entre
ambos. Pero tarde o temprano, la unidad patriótica y popular, impondrá el orden
de una Argentina independiente como país, emancipada como nación, con una
democracia grande y verdadera donde se satisfagan los deseos del pueblo.
Parte de esa lucha es comprender el pasado, hacer un justo balance
de lo ocurrido (que ayude al Pueblo que incluye a los civiles patriotas, a los
militares patriotas y a los eclesiásticos patriotas), para sacar conclusiones
útiles para el destino de Argentina Independiente de toda dominación extranjera.
Hay sucesos de nuestro pasado inmediato que exigen balances. Hay
heridas abiertas del pueblo argentino que exigen respuestas, explicaciones
sobre sus causas, ubicación de los verdaderos culpables y reivindicación de los
verdaderos patriotas.
Desde ya es bueno recordar que no todo empieza en 1976 como se
pretende hacer creer.
Hay una historia de los patriotas y del pueblo tantas veces
burlado, humillado, reprimido, que se nos oculta, se nos deforma, para que no
podamos abrevar en sus más brillantes páginas que nos marcan un camino de
independencia. El olvido del rechazo de las invasiones inglesas, antecedente
indispensable del 25 de mayo de 1810, en tanto permitió constituir, en un
proceso, las fuerzas armadas patriotas, la guerra de la independencia que
culminaría en los campos de Ayacucho y Tumusla, y que es inseparable de la
guerra campesina de los gauchos de Güemes, la Guerra de la Republiquetas del
Alto Perú y la genial estrategia del General Arenales, el General de los
Pueblos, y la empecinada lucha del General Artigas, líder agrario y padre del
federalismo, y de su segundo jefe, el Comandante guaraní Andresito, en la Banda
Oriental. El asesinato de Mariano Moreno, la muerte en el ostracismo de San
Martín y Artigas y en la pobreza y el olvido de Belgrano. El fusilamiento de
Dorrego, sus causas, sus consecuencias. La campaña del desierto, el genocidio
de los pueblos originarios y la extensión del latifundio que traba el
desarrollo nacional. El derrocamiento de Irigoyen, Illia y Perón. El golpe del
30 con el encarcelamiento de los Generales Mosconi y Baldrich y la posterior
década infame. El golpe de 1955, el movimiento legalista del 9 de junio de 1956
y los fusilamientos de civiles y militares que querían restituir al gobierno
constitucional del General Perón en junio de 1956 y la persecución de otros
como el Teniente Coronel Phillipeaux. El golpe de 1966 y los sucesos
posteriores.
Se nos ocultan las resistencias patrióticas y populares a la
sumisión nacional y, sobre todo, las consecuencias de aumento de la dependencia
nacional a causa todos los golpes de estado.
Los responsables de ello fueron y son los imperios de turno y sus
socios nativos (pero no nacionales) de empresariado de intermediación –que, a
diferencia del empresariado nacional, tiene sus intereses en el extranjero como
el cristinista Franco Macri, el anticristinista Techint y el nuevo grupo K que,
según algunos, llega ya al 7% del PBI —y esa oligarquía terrateniente (que tuvo
“relaciones carnales” con todos los imperios de la tierra: Inglaterra, Francia,
EE.UU., Rusia y hoy China, etc.).
Es necesario conocer muchos hechos que permitirían ubicar las
causas de esta política argentina llena de acuerdos y zancadillas, de
fidelidades y traiciones, de esa complicada mezcla de minué y malambo a la que
asistimos diariamente. Y de dobles discursos, compra de voluntades y volteretas
argumentales...
Y sobre todo de la entrega y la sumisión e indefensión nacional.
En fin, y fundamentalmente, hay una historia, que se escamotea, de
las constantes y persistentes luchas del pueblo argentino por su emancipación
como Nación, su independencia como Patria y su liberación social, desde las
puebladas de 1806 y 1807 al Argentinazo que terminó con el gobierno gerencial
de De la Rúa – Cavallo y desde el Grito de Alcorta de 1912 a la Rebelión Agraria
de 2008.
Todos esos hechos, ocultados o tergiversados, permiten advertir
que en nuestra historia hubo patriotas y traidores, víctimas y victimarios.
Los primeros, civiles y militares de distintas creencias e
ideologías, deben ser reivindicados. Mientras que los segundos, sean de la
profesión o de la fe que fueran, deben se repudiados.
Sobre
extraños ocultamientos
¿Qué conclusiones se nos presentan cada día sobre el golpe del 24
de marzo de 1976?:
Sectores socialdemócratas (de esa socialdemocracia que viene de
ser partícipe necesario de la entrega liberal) nos hablan de un grupo de
militares asesinos que dio el golpe. Pero no nos hablan de la participación
protagónica en él de civiles como Martínez de Hoz y otros diseñadores de la
política económica de entrega que fue lo fundamental del Proceso. Todo queda
reducido a “los milicos del proceso” hecho que oculta lo fundamental:
que los funcionarios militares y civiles eran gerentes de intereses imperiales
y sus socios nativos. De todos los imperios: los EE.UU y también de los rusos,
de los cuales el proceso fue abastecedor durante la ocupación soviética de
Afganistán (tan censurable como la norteamericana e inglesa de hoy)
Aparentemente de “izquierda”, esta posición oculta a los
verdaderos responsables. ¿O alguien imagina que ese golpe se hubiera podido dar
sin el visto bueno de las potencias de la época? De todas las potencias de la
época: EE.UU., URSS, Gran Bretaña, Francia, Italia, etc. Pero sobre todo de
EE.UU. y la URSS, interesados en pasar a la disputa abierta por nuestro país.
Disputa, dicho sea de paso, que se expresó en el seno del “Proceso”
dictatorial.
Esta posición, en realidad, protege la responsabilidad
imperialista y de la oligarquía argentina (siempre servil a aquellos y
contraria al interés nacional) en los hechos.
Ayer negociaron con EE.UU., Inglaterra o la ex URSS y hoy lo hacen
también con los chinos.
Otros hablan de “dos demonios”: un terrorismo alocado y un
terrorismo de Estado. Todo limitado a las fronteras del país. Desde aquí hay
quien apoyó el golpe como necesario para terminar con el llamado “terrorismo
apátrida” que haría peligrar la independencia nacional, lo que no explica la
represión, la cárcel de tantos patriotas como el ya mencionado Julio C.
González, la propia Presidente y una enormidad de dirigentes y luchadores
sindicales y sociales y la desaparición y asesinato de tantos otros. Esto se
intenta explicar como “excesos” o resultados de la “guerra sucia”. Pero aquí
tampoco aparecen las potencias imperiales de la época.
Casualmente el Gobierno de la Sra. Cristina Kirchner, aparentemente desde las antípodas
ideológicas, ha sido promotor de la ley antiterrorista redactada según el deseo
de los imperios del mundo actual y ha quedado vinculado a la Operación X
destinada a investigar a dirigentes sindicales, sociales e incluso a miembros
de la Iglesia, como el Padre Pepe.
En la argumentación antedicha el terrorismo es presentado como un
hecho desvinculado de relaciones políticas y sociales internas e
internacionales. Será “terrorismo subversivo”, “apátrida”, “nihilista”, etc.
Todos epítetos que, en 1976 y años posteriores, excluyeron cuidadosamente
nombrar a las dos superpotencias que disputaban el mundo en los años del golpe
de Estado: la URSS y EE.UU. y lo mismo, hoy, con las potencias actuales.
Claro, eso permitió a los turnos de Videla, Viola, Bignone hacer
jugosos negocios con la URSS como la venta de cereales que rompió el bloqueo
iniciado por EE.UU. en respuesta a su invasión a Afganistán en 1979. Otros
sectores del proceso hicieron lo propio por su afinidad con los rivales de la
URSS: EE.UU., Gran Bretaña, etc. Pero los grandes jefes, los que manejaban la
trama, no aparecieron nunca.
Es que al enemigo terrorista definido por Bush, o por Putin, o por
europeos o chinos, se lo puede colocar donde las potencias quieren intervenir
en su objetivo de rapiña. Es el eje del mal. Sin responsables internacionales o
nacionales concretos.
¿No nos están ocultando algo muy grande? ¿No será como el iceberg,
que deja tres octavos de su volumen afuera del agua y oculta los cinco octavos
restantes?
Llama la atención que tanto aquellos que vociferaban contra “el
peligro del trapo rojo” así como aquellos que circunscribían las responsabilidades
a “todos los milicos”, nunca hablan del papel imperialista de la ex URSS
y su penetración política y económica en el país. Imperialista como los otros
imperios a quienes también se oculta. Recuerda a quienes reprimieron la
Patagonia sublevada en 1921: reprimieron a obreros que luchaban por sus justos
derechos, con la excusa de defender a la patria en peligro, acusándolos de
maximalistas y agentes chilenos y se favoreció a terratenientes e intereses
ingleses, que aún hoy persisten. Es bueno preguntarse de que lado estuvieron
esos intereses en épocas de la justa guerra de 1982.
Otros dicen que ganaron la guerra contra la subversión pero
perdieron la guerra política. Pero lo esencial del Proceso ¿era una política
nacional independiente o era la política de Martínez de Hoz y sucesores?
¿Puede defenderse la independencia nacional con Martínez de Hoz,
Aleman, Cavallo y muchos que después se reciclaron en la etapa “democrática”?.
¿Y si no hubiera sido así? ¿Y si ese golpe hubiera venido a
imponer una política de entrega que se continúa hasta nuestros días?
Para “voltear las chimeneas” como dijo, con justeza, la Sra. de
Perón en su oportunidad.
La
trampa del Proceso
En realidad, en marzo de 1976, con la excusa de la lucha contra el
terrorismo, se derrocó al gobierno constitucional de la Sra. de Perón y se
reprimió al pueblo para que no hubiera posteriores resistencias al Plan
Martínez de Hoz, política esencial del “Proceso”. Se arrastró a las
corrientes nacionales de las Fuerzas Armadas detrás del “Proceso” para
aislarlas del pueblo e impedir una unidad explosiva.
¿Qué hubiera pasado si las corrientes militares nacionales unidas
al pueblo imponían la defensa del gobierno constitucional? Se hubiera
abierto el camino de una Argentina Independiente, ante la disputa de las
potencias de la época: la URSS socialista de palabra y EE.UU. democrático de
palabra, pero ambas imperialistas en los hechos.
Hubo una posición patriótica y popular en marzo de 1976: defender
al gobierno Constitucional (siendo o no peronistas y a pesar de sus
insuficiencias, deficiencias y errores) contra los planes golpistas que
impulsaban la URSS y EE.UU. con las coincidencias de las otras potencias.
Esa fue la posición por la que muchos patriotas, peronistas y no
peronistas, pagamos con largos años de cárcel y otros hasta con la vida.
Por eso un debate vigente aún hoy es si en 1976 las fuerzas
principales de la dependencia y el atraso estaban en el seno del Gobierno de la
Sra. de Perón o en el seno de los golpistas.
Y otro debate importante entre los sectores patrióticos es aún hoy
el siguiente: En los años ´70 y ´80 ¿había una superpotencia imperialista
“democrática”, frente a una superpotencia “socialista” que constituía un
“imperialismo ideológico”, como se decía y se dice aún hoy?. En realidad, esa
era la falsa apariencia, la autopropaganda de esas dos superpotencias,
con la que cada una de ellas trataba de encubrir sus intereses. En esas
décadas, en consecuencia, había un mundo bipolar, con dos superpotencias
imperialistas en lo político, lo económico, lo militar y lo cultural: EE.UU.
disfrazada de defensora de la democracia, y la URSS camuflada de socialista y
defensora de los pueblos. Buscando espacios regionales, y oscilando hacia uno u
otro lado de ese mundo bipolar, se ubicaban las potencias de segundo orden.
Aceptar cualquiera de las dos máscaras propagandísticas de la
“guerra fría” que abarcó la mayor parte de la segunda mitad del siglo pasado
llevaba a la subordinación de las fuerzas patrióticas, democráticas y
populares, en función de los intereses de una u otra superpotencia. En efecto,
un sector temeroso de la URSS como “imperialismo ideológico” pero sin ver su
penetración económica en la región (a la que en ciertos
casos jamás denuncia), le “creía” a EE.UU. su disfraz democrático. Otro
sector, hacía lo contrario: conciente de la penetración económica de EE.UU., le
“creía” a la URSS su disfraz de socialista y protectora de los pueblos. Ambas
definiciones llevaban a un camino de derrota: subordinarse a un imperio para
combatir al otro. Ambos, de hecho, facilitaron la estrategia de dominación de
los imperios.
Así, como es propio de un país dependiente, la disputa por nuestra
dominación, en ese mundo bipolar se reflejó en distintas fracciones en el seno
y afuera del “Proceso”.
Desde la muerte del General Perón, en junio de 1974, todas las
potencias con intereses en la Argentina, trabajaron para el golpe de Estado, y todas
ellas acordaron la decisión del 24 de marzo de 1976, como fue hecho
público en documentos desclasificados por el gobierno de Estados Unidos, o como
fue visible en las posiciones diplomáticas de la URSS de apoyo al “Proceso”,
así como en las relaciones políticas y económicas de Inglaterra, Francia,
Alemania, etc. Las viejas y nuevas oligarquías (la agraria, la financiera y la
industrial) entrelazadas y subordinadas en la Argentina moderna a una u otra
potencia, sólo habían aceptado el regreso de Perón como un factor de atenuación
del conflicto social que estallaba en las puebladas, pero no estaban dispuestas
a tolerar las medidas nacionalistas que lograba imponer un sector de ese gobierno.
Así, el grupo militar y civil que se impuso el 24 de marzo de
1976, fue heterogéneo, prácticamente todos los núcleos de poder estuvieron
adentro. El sector de los generales Videla y Viola que de inicio lo hegemonizó,
estrechó relaciones económicas con la ex URSS, e hizo avanzar a capitales
vinculados a esa potencia en el dominio de palancas claves de la economía como
el aluminio (Aluar), el acero (Acindar y acuerdos con el grupo italiano
Techint), el petróleo (Bridas), medios de comunicación (Clarín), etc. Esta es
la verdadera razón por la que el Proceso fue defendido por Moscú y sus aliados
en los foros internacionales ante las críticas por violación de derechos
humanos. La línea estratégica de este sector fue la confrontación con Chile,
que bordearía la guerra en el contexto del Mundial ’78, lo que era coherente
con el alineamiento de la dictadura de Pinochet con Inglaterra y Estados Unidos
(como se ha sabido después, Pinochet hizo parte de su fortuna como comisionista
de armas inglesas). Esto también era expresión de la disputa entre las dos
superpotencias de la época (la URSS y EE.UU.) por el control de la confluencia
del Pacífico y el Atlántico Sur. (1)
Lo que creaba cierta confusión, en relación al grupo de Videla y
Viola, era su “doble discurso”, que tenía que ver con dos cuestiones:
1) Que la URSS consideraba que estaba actuando adentro del “patio
trasero” norteamericano, por lo que sus acciones se ubicaban, como definió con
precisión uno de los publicistas claves de ese grupo, el Dr. Mariano Grondona,
en La Nación: “En Occidente, por ahora…”.
2) Fracasado el golpe institucional que este sector intentó
(desplazamiento de la Sra. María Estela Martínez de Perón por el Dr. Ítalo Luder),
debió dirimir posiciones con otros sectores influenciados por la “línea dura”
que alentaban en esos años EE.UU. e Inglaterra; no había espacio para una
“dictablanda”. Que los sectores “amigos” de la URSS no tenían dificultades para
hacer lo que hicieron —junto a los “socios” vinculados a otros centros de poder
mundial— lo demuestra el genocidio que unos años más tarde hacía Moscú en
Afganistán o la dictadura instaurada por los soviéticos en Polonia, con el General
Jaruselski, a quien ellos mismos llamaban el Videla polaco. Por otra parte, los
jerarcas del Kremlin consideraban a sus inversiones y a sus “amigos” del
Proceso como el “ejército principal” en función del cual debía actuar “su
ejército secundario”, como cínicamente confesó Mario Firmenich, marcando las
distancias entre aquellos dirigentes de las llamadas “formaciones especiales”
que trabajaron para desestabilizar al gobierno constitucional, y los ideales de
la juventud y el pueblo que aspiraba y luchaba por una patria digna e
independiente. Los hechos oscuros en discusión hasta nuestros días que rodean a
la muerte del Gral. Aramburu (que denunció el Capitán Molinari y que hoy
analizan otros investigadores) y del Gral. Sánchez, son parte de esto;
debiéndose recordar que, según distintos analistas, el beneficiario político de
aquella muerte fue el General Lanusse. (2) (3)
El oscuro pasado y presente de algunos miembros del actual
gobierno y algún periodista-ministro sin cartera y asesor de la Ministra Garré,
en la actualidad sospechado de escribir los discursos del Brigadier Agosti, son
prueba de ello.
De ahí que no hubo diferencias entre los grupos de la dictadura a
la hora de desencadenar el genocidio que buscó aniquilar a las organizaciones
sociales y a las fuerzas patrióticas y populares, y a una generación de jóvenes
(que incluía a militares patriotas) que había madurado en décadas de protesta y
rebeldía.
Pruebas al canto: Martínez de Hoz para la misma época (diario La Prensa del 12-11-78) dijo que lo
fundamental era el redimensionamiento del Estado y que se liquidarían o
privatizarían 39 empresas nacionales y 40 provinciales. “Por ahora avanzamos lentamente, como si fuéramos cuesta arriba; luego
en el llano, iremos más rápidamente. Y finalmente, puede ocurrir que vayamos
barranca abajo, y a toda velocidad”. Una verdadera premonición de lo
que continuarían haciendo los gobiernos gerenciales hasta la actualidad.
El Proceso no era el gobierno de la independencia nacional. Era el
gobierno cuya política esencial era la de Martínez de Hoz. (4)
En su seno estuvo, en épocas de la guerra de Malvinas, el Dr.
Aleman que nunca reconoció que estuvimos en guerra con Gran Bretaña y que
siguió pagando la deuda externa a los ingleses mientras nuestros soldados
morían en el campo de batalla. También Cavallo y Machinea, entre otros. No
podían ser defensores de la bandera nacional este puñado de partidarios de una
política entreguista.
Por ejemplo, en momentos en que los atlantistas norteamericanos
buscaban un cambio político en Buenos Aires para que un nuevo gobierno se
retirara de Malvinas, el sector de Videla y Viola fue derrotista respecto a la
recuperación de las Malvinas. Publicaba el diario La Prensa el 12 de mayo de
1982: “Según fuentes gubernamentales
locales las numerosas reuniones del embajador [de EE.UU.] Shlaudemann con
miembros de la Multipartidaria, peronistas de la llamada segunda generación y
gremialistas de distintos colores, apuntan a esa dirección. También las que últimamente
habría mantenido con el señor Camilión y otros personajes pertenecientes al
denominado grupo Viola-Liendo-Fraga y otros ligados al Proceso, y a militares
que en su momento no habrían sido consultados sobre la conveniencia de la
recuperación militar de Malvinas”. Y sigue el artículo: “Curiosamente
estos sectores [se refiere a los violovidelistas, HM] que nunca se caracterizaron
por su entusiasmo pronorteamericano, y tampoco fueron vistos en los Estados
Unidos como sus mejores aliados en la Argentina, se están convirtiendo hoy en
los campeones de un rápido regreso a las tesis norteamericanas, incluidas las
relativas a las Malvinas, y hasta hablan de la posibilidad de un plan Marshall
para la Argentina si Buenos Aires acepta retirarse del archipiélago de acuerdo
con el proyecto del Sr. Haig”.
Cabe decir que la justa recuperación de nuestros territorios en
1982, con el profundo remezón patriótico que se había producido en el pueblo
argentino y en los de los demás países de Latinoamérica y el Tercer Mundo,
estimuló el patriotismo en las fuerzas militares involucradas en Malvinas y
abrió un curso a los sectores militares de posiciones patrióticas para romper
la encerrona a la que había sido conducida esa corriente en marzo de 1976, lo
que originó más tarde una crisis en las FF.AA. La posterior represión,
persecución y encarcelamiento de los sectores malvineros por los mismos
generales procesistas y sus continuadores (como el General Balza que pudo
coexistir sin problemas con Menem y con los Kirchner) demuestra que los
gerentes (civiles y militares) de todas las potencias que se disputan el mundo
tienen claro quienes son los enemigos. Los patriotas (civiles y militares)
también debemos tenerlos claro.
El
apoyo soviético a Videla- Viola y las relaciones con la URSS
El señor Claudio Escribano, días después del golpe, en su columna
política de La Nación había subrayado que los comentarios de la prensa
internacional reflejaban un hecho inédito: el golpe era apoyado tanto desde la
“prensa seria” de EE.UU. como por órganos oficiales de países del bloque
dominado por Moscú. (5)
En noviembre de 1976 se realizó en Buenos Aires una gran
exposición soviética (la más grande de las 30 muestras realizadas por la URSS
en el exterior en esos años). Una delegación de 65 funcionarios presidida por
un viceministro soviético se reunió con autoridades del Proceso para ratificar,
cumplimentar y ampliar los convenios firmados por Gelbard con Moscú en 1974 y
que no habían sido ratificados por el gobierno de la Señora de Perón. Mucho se
ha escrito ya de los vínculos de Gelbard con los soviéticos. Referido al
particular papel de Gelbard, Isidoro Gilbert, corresponsal en la Argentina de
la Agencia soviética TASS dice en su libro El oro de Moscú, referido a los
acuerdos que tejió con Brezhnev: “Todos los hechos confirman que Moscú
escuchó (...) la opinión de un hombre que les inspiraba confianza: Gelbard
afiliado secreto al Partido “Comunista” de la Argentina. El ministro era para
ellos una garantía.” (6)
En realidad, él y otra gente hacía tiempo que habían “pasado” de
la órbita del PC a la de testaferros del Capitalismo de Estado ruso. En una
noche Videla firmó un decreto por el que concedió 5.000 millones de dólares al
Banco de Los Andes de la conocida entonces como “multinacional rusa”. (5)
Radio Moscú, mientras destinaba parte de sus emisiones a denunciar
los crímenes de Pinochet y otros regímenes dictatoriales pro-yanquis elogiaba o
era complaciente con la dictadura de Videla y Viola. Esa actitud soviética fue
una constante entre marzo de 1976 y diciembre de 1981.
En todos los foros internacionales la URSS y sus satélites
apoyaron a la Dictadura en la cuestión de la violación de los derechos humanos,
impidiendo su condena. De hecho mientras EE.UU. cuestionaba a Argentina durante
el período Carter, la URSS la defendía, demostrando que el sector de
Videla-Viola era próximo a este último país.
Pero detrás de esos apoyos hubo una creciente relación económica
con la URSS. En efecto, una de las consecuencias esenciales de la apertura
económica de Videla-Viola y su ministro Martínez de Hoz fue la concentración de
nuestras exportaciones en un solo mercado, el de la URSS, en una magnitud que
sólo es comparable con la que ostentó el imperio británico. En este punto, y en
referencia a como la oligarquía terrateniente argentina se asocia y subordina
con cada imperio de turno que le garantice la compra de la producción
agropecuaria, conviene advertir la relación que se está tejiendo con China, socialista
de palabra e imperialista en los hechos, en virtud de la venta de soja y los
acuerdos firmados con ella, que hacen recordar y preanunciar un Pacto Roca
Runciman.
Por esos años la URSS, para seguir comprando cereales, exigía
incrementar las exportaciones industriales a nuestro país (como lo han hecho y
hacen todos los imperios incluida China en el presente). Impuso la venta de
trolebuses, construcción de usinas como la de Bahía Blanca y diversas
maquinarias que la semidestruida industria argentina (por el plan Martínez de
Hoz) podría haber fabricado.
Según un comentario de la Agencia oficial soviética TASS publicado
en La Nación el 7 de junio de 1981
“Argentina es hoy el interlocutor más importante de la URSS en América Latina”.
El viceministro soviético de Comercio Exterior A. Manzhullo dijo (según fue
publicado por Clarín el 8 de abril de 1980) que “Argentina es el principal
país, fuera del área socialista, en sus relaciones con la Unión Soviética, dado
el monto alcanzado por el comercio bilateral”.
El 10 de junio de 1980 se firmó un acuerdo sobre cereales por el
cual el Estado argentino garantizaba a la URSS, hasta 1985, la venta de un volumen
mínimo de 4,5 millones de toneladas de maíz y sorgo y 500.000 toneladas de
soja. Sobre esa base nuestro país envió a Rusia entre 1980 y 1982, hasta dos
tercios de las exportaciones de granos. (5)
Así se tejió antes nuestra relación de dependencia con Gran
Bretaña y EE.UU., en ese tiempo con la URSS y hoy, también con China. Antes y
ahora esos convenios tuvieron con cada imperialismo de turno contrapartes
igualmente lesivas para la Argentina en cuanto a penetración económica interna
y destrucción de la industria nacional.
El caso Graiver, que estalló en pleno Proceso, desnudó, a través
de un hecho policial, la intimidad del bloque hegemónico en la dictadura. Es
decir esa alianza tenebrosa que hoy todavía se oculta al pueblo, que unió a
Graiver con Gelbard y Lanusse, a Graiver y Gelbard con Firmenich; a Graiver,
Gelbard y Firmenich con Videla y que se expresó desde hechos como el “Operativo
Dorrego” hasta inversiones conjuntas como Papel Prensa. Inclusive se dio la
paradoja de que el crédito del Estado otorgado por la dictadura para cubrir la
inversión de Papel Prensa representaba la suma que ese grupo volcaba en los
bolsillos de los montoneros, a través de Mario Montoto, el entonces tesorero de
la organización, hoy representante de empresas rusas de armas e íntimo amigo de
los gobiernos del turno Kirchner. (7)(8)(9).
En el plano militar, en 1979, llegó una misión militar rusa. El
teniente General Viola condecoró al Jefe de la misión militar rusa Teniente
General Brailko con la medalla de oro del Estado Mayor del Ejército Argentino y
a sus acompañantes con la medalla de plata.
¿Se entiende porque la dictadura nunca hablaba de la URSS (tampoco
muchos de sus defensores actuales) y sólo del terrorismo “nihilista”,
“subversivo”, mientras con esa excusa imponía el terror para impedir toda
protesta contra su plan esencial que era el Plan de Martínez de Hoz?.
Las
dos verdaderas causas del golpe de 1976
Durante la dictadura y en estos treinta años, a través de los
medios de difusión, hay fuerzas políticas que cuando hablan de las causas del
golpe de estado dicen que fue porque Perón, en esa tercera presidencia, estaba
viejo, enfermo y reblandecido. Y que estaba manejado por un “brujo” que era
López Rega y una loca que era la Sra. de Perón. Es decir que ellos dan como
motivo del golpe de Estado, que Perón, López Rega e Isabel generaron un gran
caos y no hubo otra salida que el Golpe de Estado.
Sin embargo, como se dijo más arriba, el primer objetivo del golpe
fue instaurar, con la excusa de la lucha contra el terrorismo, la más
sangrienta represión para ahogar en sangre el tumultuoso proceso popular y
patriótico que, con puebladas y grandes huelgas, amenazaba los cimientos del
sistema de dependencia y sumisión nacional a todos los imperios. Movimiento
patriótico y popular que logró, en esos años, conquistas sociales muy
importantes como la de frenar la política de entrega y también logró conquistas
políticas como fue, para un amplio sector, el retorno del Gral. Perón y su
elección como presidente de la Nación por tercera vez.
La represión golpista, que sangró toda oposición patriótica, fue
la base que permitió los gobiernos gerenciales y entreguistas posteriores hasta
nuestros días.
Para que hubiera un Menem hizo falta esa represión. Hizo falta un
Menem para que se firmaran los Tratados de Londres y Madrid, que mantuvieron
vigentes los distintos gobiernos del turno Kirchner y que son la base de
nuestra indefensión nacional, de nuestra total destrucción de la capacidad de
Defensa Nacional.
El primer objetivo del Golpe, entonces, fue ahogar en sangre a las
fuerzas populares y patrióticas. Cabe decir que en esas luchas populares habían
dos grandes aspectos en debate. ¿El blanco principal a golpear era Isabel Perón
o los golpistas? y ¿sólo existía el imperialismo norteamericano y la URSS era
la amiga de los pueblos, o la URSS era socialista de palabra e imperialista en
los hechos y sus personeros eran los más activos golpistas? (10)
Lo anterior se expresaba en dos líneas:
1. La que apoyándose en el pueblo pensaba que se debía rescatar la
consigna de los patriotas de mayo “ni amo viejo ni amo nuevo, ningún amo” y que
por lo tanto entendía que la nueva dependencia con la URSS no favorecería los
intereses del Pueblo y de la Patria. Como muestra de ella el dirigente sindical
mecánico cordobés Renée Salamanca, aún detenido - desaparecido, decía en una
carta pública por esos años: “Yo estoy
contra el golpe venga de donde venga” y agregaba: ”El golpismo más
activo y peligroso es el de los amigos
de la otra superpotencia imperialista. Los amigos de la URSS: Lanusse, que
reprimió en Trelew, Carcagno que reprimió el Cordobazo, Gelbard, el del Pacto
Social, gorilas y oligarcas que ven en la URSS su socio”. Salamanca
insistía en “no tener ninguna ilusión en los golpistas, porque será un golpe
contra los obreros y el pueblo y van a reprimir salvajemente, abrirán un oscuro
período histórico como el que vivimos los obreros desde 1955” .
2. Otra línea, distinta a la anterior, fue la que tomó como forma
principal el terrorismo urbano y consideraba a la URSS como un país socialista
que ayudaba a los pueblos. Algunas organizaciones con estas posiciones
equivocadas y a causa de ellas, cometieron graves errores políticos y
estratégicos, y ubicaron como blanco principal de los cambios revolucionarios en
Argentina al empresariado nacional que se expresaba en el gobierno de Perón
primero y en el de su esposa después. Calificaron al gobierno peronista como
“proyanqui” y presentaban a los sectores de testaferros e intermediarios del
imperialismo soviético (como Gelbard) como empresarios nacionales. (7)
La línea política errónea mencionada en el punto 2 llevó a golpear
centralmente primero a Perón y luego Isabel Perón, con lo que favoreció a los
que preparaban el Golpe de Estado. El asesinato de José Ignacio Rucci fue parte
de eso.
Algunos de sus dirigentes trabajaban abiertamente para ese
objetivo, como se vio en el “Operativo Dorrego”, ocultando esos objetivos a
miles de jóvenes que querían cambios revolucionarios que aseguraran una
Argentina Independiente y popular. El sector golpista prosoviético operaba
dentro de las FF.AA. a través del violovidelismo y como “quinta columna” en las
organizaciones populares. Una vez más sectores proimperialistas y
proterratenientes pudieron instrumentar a una parte del pueblo para hacer pasar
sus planes golpistas.
Los prosoviéticos usaron sus posiciones para el asalto a
cuarteles, las ejecuciones de dirigentes sindicales, el asesinato de militares,
incluso de tenientes, suboficiales y soldados. Era una presión para que el
Ejército saliera a la calle. Una pinza que hicieron esos sectores imperialistas
al gobierno constitucional para obligarlo a claudicar.
En esa pinza reside uno de los secretos de lo que pasó en la
Argentina de 1974 a
1976.
De esta manera se logró también arrojar a sectores patrióticos de
las fuerzas armadas a los brazos de los golpistas. ¿De que otra manera un
oscuro General como Videla hubiera podido liderar el golpe?.
Es decir, lo que siempre se dice respecto a los golpes del ‘30 y
el ‘55 acerca de que las manos imperialistas manipulaban a la izquierda y la
derecha, en el golpe del ‘76 fue algo claramente articulado no tanto por EE.UU.
como se dice, sino principalmente por la mano que hegemonizaba los preparativos
golpistas: el socialimperialismo soviético.
Frente al accionar descripto más arriba, un sector del peronismo
impulsó la línea de enfrentar “aparato contra aparato” (en lugar de
movilizar ampliamente al pueblo contra el golpe en ciernes) y se creó en vida
de Perón la “Triple A” para la represión parapolicial “antisubversiva”,
Esto favoreció la aparición luego de otras organizaciones
“anticomunistas” dirigidas por fuerzas golpistas proyanquis y prorrusas,
algunas también bautizadas como Triple A. Se desató así, aprovechando la
situación, una ola de asesinatos a dirigentes obreros y populares y de dirigentes
peronistas y no peronistas muchos de ellos reconocidos por su defensa del
Gobierno Constitucional y con una clara posición antigolpista. (11)
El segundo objetivo del golpe de 1976, en el que coincidían
EE.UU., la URSS y otros imperios, era desplazar al Gobierno de la Sra. de
Perón. No por sus debilidades e ineficiencia sino por sus posiciones
que, aunque tibias e insuficientes, eran de corte nacional.
Los golpistas necesitaban remover a ese gobierno que
era opuesto a sus planes, aunque lo hiciera de manera débil y vacilante porque
tenía en su seno algunos integrantes de sectores antipopulares. Entre las
medidas que irritaban a los golpistas se encontraban la anulación de los contratos
de Aluar (el negociado del monopolio del aluminio realizado por Gelbard-Lanusse)
y la negativa a comprar la Ítalo. Este último era un negocio armado por el
Ministro de Economía Gelbard con los empresarios Soldati y Graiver, que luego
se concretaría durante la dictadura. También el Gobierno de Isabel argentinizó
la Siemens y la ITT creando las condiciones para una política nacional de
comunicaciones. Nacionalizó las bocas de expendio de Shell y Esso, mantuvo el
control estatal de Frigorífico Swift, que era la principal empresa de la carne
en Argentina y desarrolló una política nacional en los ferrocarriles y el
petróleo. Concedió la Ley de Contratos de Trabajo, con al jornada de 8 horas
para los trabajadores rurales y el personal doméstico, y firmó el decreto que
permitió la reconquista de las 6 horas por trabajo insalubre para los
trabajadores de la destilería YPF en Ensenada. También aprobó la Ley de
Jardines Maternales y no firmó préstamos con el Fondo Monetario Internacional.
(10)
El
papel de la corriente nacional de las Fuerzas Amadas
Un balance verdadero del golpe de Estado de 1976 es necesario para
el pueblo en general pero en particular para la corriente nacional y patriótica
de las FF.AA. Porque muchos integrantes de la misma fueron arrastrados al golpe
de 1976, de la misma manera que ocurrió en 1930, en 1955 y en 1966. Creyeron
que defendían el orden frente a la
anarquía. Pero el orden era el orden de los imperios (paradójicamente
muchos creyeron que luchaban contra la URSS y en realidad los principales jefes
que los comandaban estaban al servicio de ella), el orden de la entrega y la
sumisión nacional que se continúa hasta hoy.
Interesa el balance que haga ese sector militar porque a lo largo
de la historia argentina la corriente nacional de las Fuerzas Armadas ha cumplido
un importante papel. Desde los albores de nuestra patria ha sido así: en los
momentos en que se vislumbró más cercana la perspectiva de ser una Nación
verdaderamente soberana estuvo presente la triple confluencia del pueblo
luchando, aun con las armas, por sus derechos conculcados, las fuerzas
políticas de diverso origen ideológico unidas por una voluntad patriótica,
popular y democrática y los militares patriotas que también confluyeron.
Es preciso repetirlo una y otra vez: para hacer
posible lo nacional debe unirse a lo popular y lo democrático. Y lo popular y
lo democrático no puede realizarse sin la independencia nacional. Ha sido un
drama, muchas veces provocado, la separación entre estas grandes cuestiones. En
lo más profundo de nuestra historia se entrelazan estas banderas. Juntas
mostraron la salida en encrucijadas claves escribiendo las mejores páginas de
nuestra vida como Nación. (12)
Es hora, entonces, de confluencias patrióticas y populares.
De levantarnos y echarnos a andar como Nación. Tarde o temprano, esa unidad
patriótica y popular, impondrá una Argentina independiente como país,
emancipada como Nación, con una democracia grande y verdadera donde se
satisfagan los deseos del pueblo.
Acá
no hubo una guerra
Se esgrime que en el 76 hubo una guerra, como la de España del
36-39, con un millón de muertos; pero acá no hubo nada de eso. Acciones como la
de Monte Chingolo, que desembocó en una masacre, fueron “cantadas” para
levantar el “prestigio” de Videla que había quedado debilitado por el intento
de golpe del Brigadier Capellini. El drama fue que algunos de los “cerebros” de
esa operación eran una “quinta columna” que respondía al mismo centro de
dirección que lo proyectaba a Videla. Aquí no hubo guerra civil, hubo una
dictadura que implantó el Plan Martínez de Hoz que todavía sufrimos, que arrasó
con las conquistas del movimiento obrero y popular, y que para hacerlo
secuestró, torturó, asesinó a miles y miles de argentinos.
Además, previamente, el
grupo militar de Videla y Viola (parte de las “tres V” junto con el General Villareal
que, notoriamente, el propio Partido “Comunista” levantaba como grupo “democrático”
del Proceso) fue el responsable del desplazamiento del General Numa Laplane de
la conducción del Ejército, integrante de la corriente nacional, que con su
línea del Profesionalismo integrado era un obstáculo para el Golpe del 76.
¡Vaya si tenían claro al enemigo!
La
desobediencia debida
Ningún militar patriota, por principio, debe aceptar el principio
de la obediencia debida. Si un presidente, comandante de las fuerzas armadas,
ordena la perdida de un territorio que nos pertenece, ¿se podrá argumentar que
un militar le debe obediencia en ese acto que sería traición a la Patria?.
El General Manuel Belgrano, abogado, economista avanzado para su
época, militar por exigencias de la revolución y creador de la bandera, fue
sobre todo un gran desobediente a las órdenes que afectaban la causa de la
Independencia. En efecto cuando el grupo de terratenientes y comerciantes del
puerto le ordenó retroceder desde el norte, sacrificando la mitad del
territorio a su propia seguridad, para seguir en sus negocios, Belgrano
desobedeció cuatro veces, colocándose en la insubordinación, y no retrocedió
avanzando hacia la victoria de Tucumán.
También San Martín fue un desobediente, negándose a participar en
las guerras civiles entre hermanos y continuando con su plan liberador.
En suma, las fuerzas patrióticas deben evitar que los engaños de
los gobiernos gerenciales de turno logren dividir el movimiento popular-democrático
del movimiento patriótico-nacional, haciéndolos caer en las trampas preparadas
para ambos.
El balance del 24 de marzo de 1976, el conocimiento total de los
hechos, es imprescindible para no caer en esas trampas.
Es decir, hoy es muy importante desnudar lo que verdaderamente
ocurrió en el Golpe de 1976, porque el gobierno, dando versiones parciales,
busca utilizar la causa de los derechos humanos para cubrirse de un barniz
democrático y avanzar, con su doble discurso, en sus planes reeleccionistas
para continuar su política de entrega y sumisión nacional.
Los soldados, la suboficialidad y oficialidad patriótica y
democrática son parte del pueblo. Ellos deben estar presentes el día de la cita
para lograr la independencia inconclusa, la segunda y definitiva Independencia
Nacional.
Para que sea cierto lo que dice el Himno Nacional:
San José, San Lorenzo, Suipacha,
Ambas Piedras, Salta y Tucumán
La Colonia y las mismas murallas
Del Tirano en la Banda Oriental
Son letreros eternos que
dicen:
Aquí el brazo argentino triunfó
Aquí el fiero opresor de la Patria
Su cerviz orgullosa dobló.
Los revolucionarios de la Guerra de la Emancipación nos dejaron
como enseñanza que romper las cadenas de la opresión y desarrollar una
conciencia patriótica y popular son las únicas bases en las que es posible
asentar nuestra defensa como Nación.
La lucha del pueblo argentino por la segunda independencia
nacional, con la participación en ella de los patriotas militares, edificará
los cimientos de las Fuerzas Armadas del nuevo Estado nacional. El desarrollo
económico y tecnológico independiente será la base para la producción para la
defensa (Fabricaciones Militares, industria aérea, astilleros, etc.) y la
organización de una Defensa Nacional Popular Integral.
Tratan de impedir el camino necesario
Están a la orden del
día los operativos del gobierno y de grupos opositores a él, para impedir la
formación de un frente de carácter patriótico, democrático y popular.
El Gobierno se muestra
cada vez más incapaz de afrontar críticas que pongan de manifiesto su doble
discurso, o que desnuden que, atrás de una supuesta línea nacional y popular,
lo que hay en realidad es una línea de entrega, sumisión nacional e indefensión
de la Patria frente a la rapiña de las distintas potencias.
Grupos opositores al
gobierno pero tan antinacionales como él apuestan a que Scioli y/o Massa rompan
con el gobierno; y a una nueva Alianza (como la de De la Rúa y Chacho Álvarez
de nefasta historia), en la que la UCR arrastre a fuerzas socialdemócratas.
Sin embargo, es
posible en Argentina, una confluencia como la que lograron Belgrano, Saavedra,
Moreno, Castelli, Azcuénaga, Larrea, Matheu, Paso y Alberti. Esa gran
"multisectorial" que agrupó a comerciantes e intelectuales
revolucionarios, clérigos, militares y civiles.
Es posible un Primer
Gobierno Patrio que abra camino a la Gesta de la Segunda Independencia.
Para ello hace falta,
primero, la convicción de que es necesario hacerlo, privilegiando los intereses
de la Patria y el Pueblo a los personales.
Y, segundo, es preciso
acordar un programa mínimo, público y con la obligación de hacerlo realidad,
que contemple las necesidades acuciantes de la mayoría del pueblo argentino.
En suma, el camino de
una Argentina Independiente de toda dominación extranjera y de una Soberanía
Popular verdadera.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Malvinas. Cuadernos para el encuentro en una hueva huella argentina Nº 19.
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