OPRESIÓN Y DERECHO DE PERNADA...
La expresión derecho de pernada (en latín
vulgar medieval, Ius primae noctis, «derecho de la primera noche»; en inglés se
usa la expresión francesa Droit du seigneur, aunque en francés se prefiere
utilizar la locución Droit de cuissage) se refiere a un presunto derecho que
otorgaba a los señores feudales la potestad de mantener relaciones sexuales con
cualquier doncella, sierva de su feudo, que fuera a contraer matrimonio con uno
de sus siervos.
También en el ámbito hispanohablante la
expresión "derecho de pernada" se refiere -sobre todo en América
Latina- a diversas prácticas históricas de abuso y servidumbre sexual,
ejercidas por una autoridad (hacendado, administrador de hacienda, sacerdote,
jefe político o empleador) en contra de mujeres en condición de dependencia u
obediencia (indígenas, campesinas, trabajadoras, inquilinas y otras). Estas
prácticas, sin ser legales, fueron impuestas como derechos informales de los
patrones, por lo que comúnmente se realizaban ante la pasividad de padres,
esposos y comunidad. En la hacienda latinoamericana tradicional el
"derecho de pernada" tuvo -en ocasiones- las características que
normalmente se atribuyen al privilegio señorial de la Edad Media WIKIPEDIA
“Cuándo mi pobre madre murió –dice Celinda
Cayuñanco –, quedamos solos los diez hermanos y casi sin tierra. Teníamos un
campito, que ocuparon mis padres cuando vinieron de Chile. Deben haber venido
cerca del 40 por ahí. Sólo tenían unas pocas chivas para pastorear, porque el
alambre de lo intruso, turcos eran, nos habían rodeado. Pasamos hambre, mi
padre no podía criarlo a todos. Yo con cinco años me mandaron como hija de
crianza al campo de vecino, ese también era mapuche, chileno, estuve hasta los
siete años y como no podían seguir crinado me llevaron a Sarmiento con una
familia, de criada para poder comer... trabajaba desde las cinco de la mañana,
ordeñando para que los señores tomara desayuno sobre mantel que almidonaban aunque
haya nieve. Eran alemanes y la señora chilena, siempre veían lo sucio. Los
hijos aprendían a mirar mal pero no eran malo los chicos, eran más grande que
yo y yo parecía más vieja con 10 años...
Terminaba
la cocina cuando se ponía el sol... sufrimos mucho porque nos separamos los
hermanos. Otros hermanos salieron a esquilar y de peones... Sufrimos maltrato.
Nos trataban a los gritos lo rico, quería tener limpio sobre limpio... pero
también le estoy agradecida porque aprendí lo que era vivir en familia.
Unas
hermanas fueron para Trelew y otros hermanos también salieron a hacerse hombres
solos, ¿vio? Para las mujeres el pago era cama y comida y que no se descuide
que tenían hijo del patrón. Por miedo, no decían nada, pero... sabíamos bien cuál
era hijo de estanciero rico, ese bolichero rico... ese que tenía más de cómo
diez leguas, allá, detrás del mallín... ¿Usted lo conoce? Rico el bolichero...
pobres paisanas, con hijo entenado... sin apellido porque nadie debe saber..,
pero se sabía, muchos extranjero tuvieron hijos con paisanas, así de nuestra
sangre, muchas..”
EXTRACTADO
DEL LIBRO:
TELS´EN.
Una historia social de la meseta norte del Chubut. Patagonia 1890-1940. Liliana
E. Pérez. Doctora en Historia por la Universidad Nacional del Centro, Tandil, y
Profesora de Historia de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. Investigadora de la Secretaría de
Ciencia y Técnica de la misma Universidad.
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