sábado, 24 de septiembre de 2011

Desde la bioseguridad a la política ambiental - (Presentación realizada en el III CONGRESO INTERNACIONAL SOBRE CAMBIO CLIMÁTICO Y DESARROLLO SUSTENTABLE)



Desde la bioseguridad a la política ambiental

(Presentación realizada en el III CONGRESO INTERNACIONAL SOBRE CAMBIO CLIMÁTICO Y DESARROLLO SUSTENTABLE)
Horacio Micucci

“No debemos lisonjearnos demasiado de nuestras victorias humanas sobre la naturaleza.
Esta se venga de nosotros por cada una de las derrotas que le inferimos...
Todo nos recuerda a cada paso que el hombre no domina, ni mucho menos, la naturaleza a la manera como un conquistador domina un pueblo extranjero, es decir, como alguien que es ajeno a la naturaleza, sino que formamos parte de ella con nuestra carne, nuestra sangre y nuestro cerebro, que nos hallamos en medio de ella y que todo nuestro dominio sobre la naturaleza y la ventaja que en esto llevamos a las demás criaturas consiste en la posibilidad de conocer sus leyes y saber aplicarlas”
Federico Engels. (1876)

Las palabras del epígrafe, escritas hace ciento treinta y cinco años, tienen vigencia. Se explota al ambiente como un conquistador extranjero, ajeno a la naturaleza…
Desde ya, no se trata de no producir, ni de volver a la vida primitiva. Se trata de hacerlo aplicando las leyes de las ciencias ambientales con una producción sustentable que no afecte a las personas actuales ni futuras…
Nos interesa explicar cómo transitamos nosotros, en el Programa BIOSEGA de la Fundación Bioquímica Argentina, desde la bioseguridad a la comprensión de la cuestión ambiental.

Llamados de atención
Ciertas circunstancias, algunas desgraciadas, impulsaron en nuestro país el desarrollo de normas de Bioseguridad, contribuyendo en distinto grado a su difusión masiva en distintos momentos. Ellas fueron: la pandemia de SIDA, la epidemia de cólera, la aparición de la legislación de residuos biopatogénicos y de transporte de material biológico y las recientes epidemias de Dengue y Gripe A.
Lentamente, se fueron aprendiendo y difundiendo los peligros de manipular material biológico y las maneras de protegerse. Esto se hizo en medio de carencias crónicas de materiales y de presupuesto y de errores de variado origen. Errores muchas veces surgidos de las conducciones sanitarias que daban indicaciones alejadas de la realidad o formales, estableciendo normas de las que no podían asegurar el cumplimiento. Y lamentablemente, a veces, más desde una visión comercial que sanitaria.

La bioseguridad como triple derecho.
Cumplir normas de bioseguridad es un deber. Pero, en BIOSEGA, preferimos destacar algo también cierto, pero olvidado: que la bioseguridad también es un derecho. Encarar esta disciplina como derecho era necesario para convencer a los que corren riesgo biológico de la necesidad de protegerse, reclamando prácticas bioseguras como parte de sus condiciones de trabajo y de vida.
Predicamos que la bioseguridad es un triple derecho:
·         Derecho del trabajador de la salud y el operador de material biológico
·         Derecho del paciente a que la atención sanitaria no lo contamine
·         Derecho del habitante a que no se lo afecte directamente o indirectamente con el riesgo biológico.
El derecho del habitante común, nos empujó a considerar el ambiente.
Comprendimos que el riesgo biológico trasciende las puertas del laboratorio en dos formas principales: el residuo biopatogénico y el espécimen para diagnóstico transportado a través del territorio nacional.
Cuando empezamos a prestar atención a los efectos externos, advertimos que los residuos (como todos los residuos de cualquier actividad humana) afectan al ambiente. Que es preciso gestionarlos adecuadamente, recuperar lo posible y reducirlos lo más drásticamente que se pueda.

Uso de descartables: necesario pero no suficiente…
Sabíamos que el uso de material descartable era beneficioso desde el punto de vista de la bioseguridad. Al principio sólo reparamos en este aspecto, hasta que en 1998, tomando contacto con la Organización Salud sin Daño (Health Care Without Harm) escuchamos de la necesidad de reducir el descartable a lo necesario. El abuso del descartable es perjudicial para el ambiente, donde se deposita finalmente. Y eso nos introdujo en la cuestión ambiental.
Es bueno lo descartable pero no es bueno que todo sea descartable. No es signo de mayor calidad, como creíamos. Supimos que en Canadá se reciclan los pañales. Un niño genera ocho kilos de pañales por día y, en ese país, se considera que recuperarlos es ambientalmente más racional que eliminarlos. La Lic. María Constanza Munitis realizó una pasantía en Italia y allí encontró los mismos criterios.

Gestión de residuos y reducción de los mismos.
Comprendimos la necesidad de la gestión de residuos y de la reducción de los mismos y, desde nuestra especialidad, arribamos a la concepción del reciclado y del reuso.
Hay dos formas de gestión de residuos biopatogénicos:
·         La Gestión Clásica, simple pero que produce “residuos de residuos” sólidos, líquidos y gaseosos, a veces más peligrosos que aquellos de los cuales provienen, aplicada en Francia, Inglaterra y en nuestro país.
·         La Gestión Avanzada, que integra los biopatogénicos en las distintas cadenas de residuos (España, Alemania).
Con esta visión ampliada de la bioseguridad que va más allá del análisis del riesgo interno y su prevención, extendiéndose al riesgo externo para impedirlo, llegamos a demostrar que la población general produce más material biológico que los laboratorios. Era evidente, entonces, la necesidad de enmarcar los residuos (los biopatogénicos y los generales de la población) en una política ambiental integral.
Pero política es ciencia y oficio de hacer posible lo necesario, es integración de un Proyecto Ambiental y la capacidad de llevarlo a cabo. No es el arte de lo posible que nos deja siempre atrás de las necesidades ni es sólo “Gestión” como ha sido moda en las últimas décadas; moda que significa reducirse sólo a administrar lo que no se tiene la decisión de cambiar.
La OMS, comprendiendo la necesidad de una política sanitaria y ambiental adecuada, consensuada y acordada, ya hace más de treinta años que ha aconsejado una serie de pasos previos al dictado de una legislación de residuos de establecimientos de salud. Ese plan comprendía, antes del dictado de la legislación, el compromiso y responsabilidad nacionales para las políticas a definir, el relevamiento nacional de las prácticas efectuadas hasta el momento, discutir ampliamente los lineamientos políticos y técnicos y contemplar métodos regionales, cooperativos y alternativos. Recién después, aconsejaba, se debe dictar una legislación, y dictada ésta proceder a la capacitación y a un re-examen permanente. Releyendo esos sabios consejos se advierte que en nuestro país se dictó la legislación sin el estudio y el debate publico que debieron precederle y esto causa innumerables dificultades en su aplicación.

En Argentina no hay un problema de Residuos Biopatogénicos.
En Argentina hay un problema con los residuos de la población general y, recién entre ellos, un problema con los residuos biopatogénicos. El problema de los residuos biopatogénicos es imposible de resolver si no se los encara integrados y en el contexto de los residuos generales. La población general produce más material biológico en su vida cotidiana que los establecimientos de salud. La gestión de residuos biológicos debe ser, por lo tanto, integral, caso contrario quedaría sin control una gigantesca fuente de ellos.
Y, ya en el campo de los residuos generales, debe decirse que no basta con reducir la cantidad de residuos y su peligrosidad con una buena gestión. Hace falta introducir los conceptos de reuso y reciclado.
Esto supone ir más allá de la fase de eliminación de los residuos para concentrarse en fabricar menos descartables y más productos durables y reusables (REUSO) y en lograr que los residuos sean materia prima para otros productos (RECICLADO).
Lograr un manejo del medio que nos rodea en el sentido indicado por las necesidades de la población presupone una Gestión Ambiental correspondiente. Esta Gestión, en orden de importancia, comprenderá:
·                Una producción de bienes y servicios no depredatoria, conservativa y sustentable.
·                Un consumo coherente con lo anterior que se base en una mayor proporción de bienes durables y no descartables y que evite el exceso de consumo de materiales no reciclables o no biodegradables.
·                Un manejo de desechos de producción y consumo que no sea contaminante para las personas y el medio. Promoción del reciclado, el reuso y un procesamiento final no contaminante.
Es decir, hay una unidad entre las esferas productivas, de distribución y de consumo. Quien se detiene sólo en el residuo olvida la esfera productiva y distributiva. Y en la decisión de qué y cómo se produce hay decisiones de política ambiental. A veces los costos aumentarán pero se evitarán otros costos en la forma de males sociales, viviendas destruidas, enfermedades evitables.
Lo anterior implica la necesidad de una legislación y gestión de residuos basada en la educación del generador y en normas de fácil cumplimiento y de costos reducidos promoviendo las acciones colectivas por sobre las individuales.
La gestión de residuos no debe ser una fuente de buenos negocios para algunos. Debe ser parte de una Política Ambiental y Sanitaria Nacional.

Desde la Bioseguridad a la Política Ambiental y las condiciones de vida.
Ingresamos así en la cuestión ambiental, entendiendo que había que superar la visión de aquellos que reducen el tema a una gestión y eliminación de residuos. Es necesario entonces, entrar de lleno en las fases de producción y distribución de las mercancías para controlar los residuos desde el origen.
Se arriba así al concepto actualísimo de RESIDUO CERO, que supone una visión integral, que abarca producción, distribución, consumo y eliminación y también condiciones distintas de vida para amplios sectores de la población.
Es bueno recordar un dato de la reciente Conferencia Internacional Minimización y Reciclado de Residuos (2). Allí se expresó que la Ciudad de San Francisco recupera y recicla el 65% de sus residuos pero su sistema de cloacas, agua corriente y eliminación de residuos húmedos por trituración domiciliaria no es comparable a la de nuestro país. Por lo tanto no son comparables los resultados. Para llegar a ese nivel de reciclado son necesarias iguales condiciones sanitarias para la población. Por eso en dicha Conferencia, tanto representantes de áreas específicas de la ONU, como de organismos oficiales de países asistentes pusieron énfasis en la integración de los que, en lenguaje de la ONU, son “recicladores” (cartoneros).
En esta moderna concepción que vincula el RESIDUO CERO a la situación social de vastos sectores, el Ministerio de Desarrollo Social de Uruguay tiene la consigna “CLASIFICAR PARA INCLUIR, INCLUÍR PARA RECICLAR”, considerando que las condiciones de vida de aquellos a quienes nosotros llamamos cartoneros son inseparables de un proceso exitoso de reciclado. Cartoneros que, como dijo José Henrique Penido Monteiro del Municipio de Río de Janeiro, en la misma Conferencia, están hoy “lejos de los ojos, lejos del corazón”. Ese reciclado en Chile, en la comunidad de La Pintana, permite obtener biocombustible de aceite usado domiciliario a 23 centavos de dólar el litro.

 Dos cuestiones adicionales finales.
1.             Atender al principio precautorio (que en el caso de la bioseguridad es la responsabilidad del generador de la cuna a la tumba) que significa que ese residuo (igual que un automóvil) es lo que legalmente se llama “cosa riesgosa”. Y así como un conductor de vehículos no puede causar riesgo a un tercero si puede evitarlo, aunque ese tercero sea culpable, el generador de residuos peligrosos es responsable de su eliminación adecuada. El posible contaminador es el que debe asegurar que no habrá riesgo y no el contaminado el que deba demostrar la contaminación, después de que ocurra. Es Botnia la que debe asegurar que no contaminará y no Gualegaychú la que debe demostrar la contaminación.
2.             La necesidad (previa a toda acción que modifique el medio ambiente) de planes estratégicos de objetivos y fines de los ambientes implicados. El reciente desastre petrolero del Golfo de México puso esto a la orden del día. El objetivo destinado a un área es el que regula el riesgo aceptable. Se debate hoy que, en un área crítica como el Golfo, en la que se espera un riesgo cero, el riesgo debe ser menos de uno en un millón. Es decir, iguales condiciones probabilísticas que las que se fija para la esterilidad biológica.

Así llegamos a una visión integral, donde la bioseguridad sale del laboratorio y se amplia al control de la contaminación en el ambiente exterior, integrándose a la vigilancia epidemiológica regional y de fronteras y a la Defensa Nacional y donde la defensa del ambiente es parte de la defensa del Patrimonio Nacional.

Referencias bibliográficas.

1.              Salud sin daño. En Internet: http://www.noharm.org/salud_sin_danio/sobre/ . Salud Sin Daño es una coalición internacional de hospitales y sistemas de salud, profesionales de la salud, grupos de la comunidad, sindicatos y organizaciones ambientalistas que se proponen transformar mundialmente el sector de cuidado de la salud — sin comprometer la seguridad o el cuidado del paciente — para que sea ecológicamente sustentable y deje de ser una fuente de daño para las personas y el ambiente.
2.              Conferencia Internacional Minimización y Reciclado de Residuos. Buenos Aires. 21 y 22 de junio de 2011. En Internet: http://www.beacon2011.com.ar/index.html .