DEUDA EXTERNA, DEUDA
ETERNA
El
antiguo relato de que no hay otro camino que ponerse de rodillas...
Horacio Micucci
"Calle
Esparta su virtud,
sus
hazañas calle Roma,
¡silencio!
que al mundo asoma
la gran
deudora del Sud.
Nadie
debe más que ella.
Es
justicia que debe hacérsele"
Domingo Faustino Sarmiento.1885.
“En
todas partes se cree como dogma económico que el capital extranjero es
indispensable para el desarrollo de los recursos naturales, y nadie parece
advertir que ese desarrollo hace ricos a los extranjeros y deja más pobres que
antes a los naturales; y que lo que se necesita es la organización interna del
propio capital’’... “La industria petrolera estatal resulta esencial para
promover el desarrollo industrial argentino, prevenir el dominio extranjero
sobre el petróleo del país y garantizar la seguridad militar nacional”.
General
Alonso Baldrich. 1870-1956.
La Argentina como eterna deudora existe desde los comienzos
a partir de haber quedado inconclusa su independencia por la acción de los
imperios y los traidores de siempre.
El empréstito Baring: cualquier
parecido con el presente no es pura coincidencia...
Tomamos de INTERNET el siguiente relato:
“Bernardino Rivadavia fue el
inventor local de “la deuda eterna”. En 1824, siendo Ministro de Gobierno de la
Provincia de Buenos Aires, autorizó pedir un préstamo a la Baring Brothers
(Inglaterra) por un millón de libras esterlinas. Este préstamo fue impuesto
como parte de la estrategia geopolítica de dominación de Gran Bretaña, para
condicionarnos económicamente e impedir nuestro crecimiento como Nación
independiente. Respondió más a las necesidades inglesas de asegurarse la
subordinación colonial que a necesidades locales.
El argumento para pedir el
préstamo fue el supuesto propósito de construir un puerto, fundar ciudades y
dar aguas corrientes a Bs.As. (nada de eso se hizo finalmente).
Con algunas honrosas
excepciones y resistencias, se aprobó pedido y se autorizo a un “consorcio”
(Guillermo y Juan Parish Roberston, Braulio Costa, Miguel Siglos y J. Pablo
Sáenz Valiente) para negociarlo en Londres al 70 % de su valor. La estafa era
tan evidente que el principal banquero ingles (Nathan Rostschild) se abstuvo de
participar, y finalmente se negoció con la casa Baring.
El país se comprometió por
una deuda de 1.000.000 de Libras al 6 % de interés anual, garantizadas con
rentas y hasta con tierra pública.
Del millón de Libras se
descontó la comisión del “consorcio” (120.000), intereses y “servicios”
adelantados, quedando en definitiva un saldo de 560.000 Libras , que
debía recibir Bs.As. por el 1.000.000 que se endeudaba.
Cuando el gobierno reclama
el envío del dinero, Baring remite 2.000 en monedas de oro, 62.000 en letras de
cambio (papelitos) y propone por “prudencia de mandar dinero a tanta
distancia”, dejar depositado en su banco los 500.000 restantes, pagando 3 % de
interés anual. (Un negocio redondo. Pedir dinero, al 6 % y prestarlo al 3 % “al
mismo prestamista”).
Ni se construyó el puerto ni
se puso un solo caño en Bs.As. Se pagó catorce veces la deuda, hasta cancelarla
en 1904.
Los Hermanos Baring no eran
solamente banqueros, sino funcionarios de los organismos de la política
imperial: la Tesorería Británica, el Ministerio de Hacienda, y de la Compañía
de Indias. Rivadavia garantizó el pago de esa deuda con las tierras públicas de
Buenos Aires (Ley de enfiteusis). Posteriormente extendió la garantía
hipotecaria a todas las tierras públicas de la Nación. (“quedan especialmente
afectadas al pago de la deuda nacional, la tierra y demás bienes inmuebles de
propiedad pública cuya enajenación se prohíbe”).Ya no pudieron venderse tierras
públicas con fines de colonización.
Con el mismo propósito el
Imperio Británico concedió préstamos a varios países latinoamericanos (México,
Colombia, Chile, Perú, Centroamérica) que se estaban independizando de España.
Firmaron, también, “acuerdos de comercio y amistad recíprocos”, que otorgaron
beneficios a los comerciantes ingleses que dominaban en esas regiones.
Como era lógico suponer,
faltó dinero para pagar esa deuda. En consecuencia, en 1828 se liquidó la
escuadra naval y se dieron en pago dos fragatas que se estaban construyendo en
Inglaterra. De este modo, cuando se produjo la usurpación de las Malvinas por
los ingleses, cinco años más tarde, no hubo fuerza naval para contrarrestarla.
Obviamente, esto estuvo planificado por los acreedores, y su cómplice,
Rivadavia.
Los mismos ingleses,
admitieron el carácter fraudulento de esta negociación. Ferdinand White, espía
inglés, enviado por la Baring al Río de la Plata, condenó los aspectos
delictuosos de este acuerdo. Fue una operación usurera, un acto de saqueo y
sumisión y el primer acto de corrupción ligado a la deuda externa. Según
Scalabrini Ortiz, de la suma recibida, sólo llegaron al Río de la Plata en oro,
como estaba convenido, el 4% de lo pactado, o sean 20.678 libras .
El primer negociador del
empréstito Baring fue Manuel José García, ministro de Hacienda de Martín
Rodríguez, gobernador de Buenos Aires de 1821 a 1824. Rivadavia, también fue ministro de
este gobierno. García utilizó toda su influencia, para que se perdiera el Alto
Perú. Fue agente de Rivadavia, cuando se pactó la entrega de la Banda Oriental
al Emperador de Brasil. Llevó adelante una política antinacional que favoreció
los intereses británicos. Fue por esa época que el ministro inglés dijera
“América española es libre y si sabemos actuar con habilidad será nuestra”
(George Canning, después de reconocer la independencia de las colonias
latinoamericanas en la época en que el grupo rivadaviano concertaba el primer
empréstito con la Baring) (Historia universal. Editorial Daimon) Rivadavia
hacía “oídos sordos”.
La síntesis de Raúl Scalabrini Ortiz.
Sintetiza Raúl Scalabrini Ortiz en su Política Británica en el Rio de la
Plata, en el capítulo Historia del Primer Empréstito:
“Condensemos las operaciones
y las líneas primordiales que caracterizan a esta primera operación financiera
internacional argentina. Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia luchan por
afirmar su influencia en el Río de la Plata, para lo cual, ante todo, pretenden
endeudarnos con el acuerdo de empréstitos. Gran Bretaña, más hábil y decidida,
consigue desplazar a sus rivales y concierta la cesión de un empréstito por un
millón de libras. El metálico que como producto de esa obligación debió llegar
a Buenos Aires, fue sustituido por las ganancias y el crédito local de los
comerciantes ingleses establecidos en esta plaza. En el mejor de los casos, pues,
el gobierno de Buenos Aires recibió papel moneda emitido por el Banco de
Descuentos y comprometió sus finanzas, presentes y futuras, en una deuda en oro
al extranjero. El gobierno recibió papel de circulación interna y lo transformó
en una deuda exterior de oro.
Pero según todos los indicios,
las letras o valores dados al gobierno de Buenos Aires a cambio del oro
metálico que debió entregársele como producto del empréstito, no fueron ni
siquiera efectivamente abonadas por los comerciantes ingleses locales, es decir
que el gobierno de Buenos Aires enriqueció la economía inglesa con un millón de
libras gratuitamente cedidas, pagaderas en 40 años de plazo, con un interés del
6% anual.
¿Habrá sido el empréstito de
1824 el precio pagado por el gobierno de Buenos Aires para obtener el
reconocimiento de la independencia por Gran Bretaña, implícito en el Tratado de
Paz y de Amistad firmado el 2 de febrero de 1825, poco después de la
concertación del empréstito, y toda la operación restante que hemos resumido,
el disimulo de tan cínico trato? Los cónsules norteamericanos de aquella época
manifiestan su asombro porque dicho Tratado no estipula ninguna concesión
especial al comercio inglés. La concertación del empréstito ¿habrá sido exigida
en un tratado secreto, previo al tratado público? El estado argentino iniciaba,
así, su marcha hipotecado por Gran Bretaña.
Es interesante informar cómo
este empréstito fue empleado de inmediato como un instrumento psicológico
favorable a todas las pretensiones inglesas, tal cual lo hemos visto empleado
en nuestros días en los debates del Banco Central y de la Coordinación de
Transportes. En sus Memorias, el gobernador de Corrientes, General Pedro Ferré,
nos relata una entrevista que él sostuvo por esos años con el ministro de
Hacienda, Doctor García. Dice Ferré: «Trataba yo en visita particular con el
señor don Manuel José García, en Buenos Aires, sobre el arreglo de la
importación de frutos extranjeros, que produce nuestro país en abundancia, y sobre
el fomento de la industria en todo aquello que el mismo país nos lo está
brindando, que ha sido siempre mi tema. El señor García procuraba eludir mis
razones con otras puramente especiosas, pero que les daba alguna importancia la
natural persuasiva del que las vertía. Entonces le dije que prometía callarme y
no hablar jamás de la materia, si me presentaba, por ejemplo, alguna nación del
mundo que en infancia o en mediocridad, hubiese conseguido su engrandecimiento
sin adoptar los medios que yo pretendía se adoptasen en la nuestra. El señor
García confesó que no tenía noticia alguna, pero que nosotros no estábamos en circunstancias
de tomar medidas contra el comercio extranjero, particularmente inglés, porque
hallándonos empeñados en grandes deudas con aquella nación, nos exponíamos a un
rompimiento que causaría grandes males...» De tal manera usado, el empréstito
de 1824 era un arma eficaz para ahogar las industrias del interior.”
En las primeras hojas de “Política británica en el Río de la Plata”
había escrito, Raúl Scalabrini Ortiz: “El imperialismo económico encontró aquí campo franco. Bajo
su perniciosa influencia estamos en un marasmo que puede ser letal. Todo lo que
nos rodea es falso o irreal. Es falsa la historia que nos enseñaron. Falsas las
creencias económicas con que nos imbuyeron. Falsa las perspectivas mundiales
que nos presentan y las disyuntivas políticas que nos ofrecen. Irreales las
libertades que los textos aseguran. Este libro no es más que un ejemplo de
estas falsías”.
Concluiría Raúl Scalabrini Ortiz:
“...el primer empréstito
argentino no fue más que un empréstito de desbloqueo, un modo de transportar en
forma permanente las ganancias logradas por los comerciantes ingleses en las
orillas del Río de la Plata. Es decir, que ese primer empréstito representa una
riqueza que se llevó de la Argentina a Inglaterra, no una riqueza inglesa que
se trajo a la Argentina. Esta es la interpretación más favorable a Inglaterra
que se puede enhebrar entre los hechos comprobables.
La más desfavorable colinda
con la brutal denominación de coacción y aun de estafa internacional.”
¿Si no hay inversiones extranjeras no
hay desarrollo?
Sigamos con Raúl Scalabrini Ortiz:
“Replanteemos la situación
económica y financiera de las Provincias Unidas para destacar cuan superfluo fue
el endeudamiento autorizado por la ley del 28 de noviembre de 1822 y demostrar,
de esta manera, que el empréstito fue concertado exclusivamente por sumisión a
la voluntad británica de sojuzgamiento.
De 1810 a 1818 los comerciantes
ingleses extrajeron más de diez millones de dólares en oro metálico, según el
cónsul Poinsett. Era una sangría excesiva, capaz de aletargar a cualquier
nación, pero éstos eran países ricos, y en 1822 aún continuaba exportándose el
oro en cantidades apreciables. En 1822 se embarcó para Inglaterra oro y plata
por valor de $fuertes 258.814... y la succión continuó sin solución de
continuidad. En 1825, año en que debieron arribar los productos del empréstito,
se exportaron a Inglaterra metales preciosos por valor de $fuertes 1.151.921,
según los valores exactos que da el cónsul británico Woodbine Parish en su
libro Los Estados del Rio de la Plata,
traducción de Maeso, edición de 1852. Si el oro y la plata eran
indispensables para la vida económica interna, ¿no era política aduanera ineludible
la de prohibir su exportación, como lo hizo Mariano Moreno en los primeros
meses de la revolución? ¿Por qué empeñarse con el extranjero para recuperar
parte de la riqueza que anualmente se extraía de aquí mismo? ¿No es éste un
absurdo que revela que aquellos conductores obraban animados por inspiraciones
distintas de las que provienen de una sana apreciación del bien público?”
Volviendo al presente, que reproduce al
pasado
Décadas de lucha del patriota Alejandro Olmos demostraron la estafa de
la Deuda Externa Argentina. Poco después de su muerte, un fallo judicial del
Juez Ballesteros concluyó en la ilegitimidad de esta deuda externa usuaria y
fraudulenta. El Parlamento, que recibió el dictamen, nunca lo trató.
La Sra. Presidente acaba de reconocer la ilegitimidad, la usura y el
fraude de la deuda en su último discurso. Inclusive habló de extorsión.
Nada justifica su pago.
Si no pagamos nos caemos del mundo, se argumenta.
No vendrán capitales, se argumenta.
Mientras tanto las megamineras se llevan como “barros” (y pagando en
consecuencia minúsculos impuestos) oro, plata y minerales estratégicos.
Las llamadas “tierras raras” son demandadas por los países centrales
para desarrollar tecnologías de punta en torno de los superconductores y
acumuladores de energía. Su valor supera los 10.000 dólares la tonelada. Con
ese fin, estos minerales son llevados gratuitamente, acompañando al concentrado
de cobre y a otras explotaciones, porque “no existe aquí capacidad ni
tecnología para la investigación”, muletilla frecuente de los funcionarios del
área.
El juego está exento de impuestos. Algunos “amigos” como Cristóbal
López, se benefician con ello.
Los bancos ganan fortunas. La renta financiera no paga impuestos. El
petróleo se entrega al mejor postor.
Se le paga a REPSOL y al Club de París más de lo que pidieron.
Los “economistas” del gobierno y los de los que quieren remplazarlos
como gerentes de nuestra dependencia, sumisión e indefensión nacional, proponen
variantes de ajuste. Exigen ajustes.
Claro, ajuste para el pueblo, ajuste en educación y salud, en impuestos
al que trabaja, en tarifazos, en costo de alimentos...
Es que el Estado de la dependencia argentina, de su indefensión y de su
entrega, acepta cualquier discusión menos tocar los intereses que representa.
Otro Estado Patriótico y de Democracia Grande es imprescindible. Cipayos
y Gurkas no pueden ser nuestros representantes.
Escuchar las voces de los patriotas...
“Nosotros
tenemos, compañeros, el triste privilegio de haber llevado a cabo una
investigación penal de la deuda externa. Deuda que configura la mayor estafa en
la historia de los argentinos. He sido, Sres. Jueces, el denunciante -ante la
justicia federal de mi país- de este escandaloso fraude. Y desde 1982, en pleno
ejercicio del poder por la Junta Militar de la dictadura de entonces, vengo
impulsando -hasta ahora- una investigación judicial que ha acumulado todas las
pruebas de esa estafa. Traigo, pues, una visión que escapa a los números que
manejan los tecnócratas de la economía, porque la deuda externa argentina es el
resultado de una gigantesca maniobra de dominación mediante procedimientos
previstos y reprimidos por la ley penal.”Alejandro Olmos. 1924-2000
“En todas partes se cree
como dogma económico que el capital extranjero es indispensable para el
desarrollo de los recursos naturales, y nadie parece advertir que ese
desarrollo hace ricos a los extranjeros y deja más pobres que antes a los
naturales; y que lo que se necesita es la organización interna del propio
capital’’... “La industria petrolera estatal resulta esencial para promover el
desarrollo industrial argentino, prevenir el dominio extranjero sobre el
petróleo del país y garantizar la seguridad militar nacional”.
General Alonso Baldrich. 1870-1956.
General Alonso Baldrich. 1870-1956.
“La experiencia
demuestra que el capital extranjero genera en el mediano y largo plazo un flujo
mayor de salida de divisas del que realmente ingresa. En otros términos el
efecto de las inversiones directas de las transnacionales es el de la
transferencia neta de recursos hacia el país de origen de esos capitales y, por
tanto, el de una descapitalización incesante de los países subdesarrollados.”
Adolfo Silenzi de Stagni. 1914-1996
La deuda externa ilegítima, fraudulenta y usuraría no debe ser pagada.
Los fondos necesarios para cumplir la deuda interna con el pueblo y con la
Patria deben provenir de los que se
enriquecieron a expensas de la nación.
Los principales sectores con ganancias en 2013 fueron:
–bancos, con resultados por un total de 12.069 millones de pesos, 41 por
ciento más que en 2012;
–petroleras, 5654 millones de pesos, 26 por ciento más;
–telecomunicaciones, 3202 millones, 19 por ciento más; y
–siderúrgicas, 2364 millones de pesos, un extraordinario 244 por ciento
más que en el ejercicio anterior.
Los bancos reiteraron la performance de años anteriores con ganancias
crecientes originadas en un aumento de las operaciones por intermediación
financiera, en especial por las elevadas tasas que cobraron por préstamos al
consumo, por mayores ingresos por comisiones y por el alza de las cotizaciones
de los títulos públicos que tienen en cartera.
La investigación del IAMC, dependencia vinculada con la Bolsa de
Comercio de Buenos Aires, es tan demostrativa como sorprendente, teniendo en
cuenta el estado de ánimo que manifiesta el establishment: las ganancias de
esas compañías crecieron 48,5 por ciento en 2013 respecto del año anterior.
Los balances de esas grandes compañías del país sumaron en total
utilidades por 29.757 millones de pesos, mientras que las pérdidas fueron por
1880 millones de pesos, cuando un año antes habían anotado 4554 millones, una
reducción de 58,7 por ciento en los quebrantos.
Allí está el dinero, no en nuevos ajustes para el pueblo.
Pero para ello hace falta voluntad patriótica, convicción democrática y
emprender una nueva huella argentina.
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