miércoles, 18 de junio de 2014

DEUDA EXTERNA, DEUDA ETERNA. De la Baring al Club de París y la Corte de EE.UU.

DEUDA EXTERNA, DEUDA ETERNA
El antiguo relato de que no hay otro camino que ponerse de rodillas...
Horacio Micucci

"Calle Esparta su virtud,
sus hazañas calle Roma,
¡silencio! que al mundo asoma
la gran deudora del Sud.
Nadie debe más que ella.
Es justicia que debe hacérsele" 
Domingo Faustino Sarmiento.1885.

“En todas partes se cree como dogma económico que el capital extranjero es indispensable para el desarrollo de los recursos naturales, y nadie parece advertir que ese desarrollo hace ricos a los extranjeros y deja más pobres que antes a los naturales; y que lo que se necesita es la organización interna del propio capital’’... “La industria petrolera estatal resulta esencial para promover el desarrollo industrial argentino, prevenir el dominio extranjero sobre el petróleo del país y garantizar la seguridad militar nacional”.
General Alonso Baldrich. 1870-1956.

La Argentina como eterna deudora existe desde los comienzos a partir de haber quedado inconclusa su independencia por la acción de los imperios y los traidores de siempre.

El empréstito Baring: cualquier parecido con el presente no es pura coincidencia...
Tomamos de INTERNET el siguiente relato:

“Bernardino Rivadavia fue el inventor local de “la deuda eterna”. En 1824, siendo Ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, autorizó pedir un préstamo a la Baring Brothers (Inglaterra) por un millón de libras esterlinas. Este préstamo fue impuesto como parte de la estrategia geopolítica de dominación de Gran Bretaña, para condicionarnos económicamente e impedir nuestro crecimiento como Nación independiente. Respondió más a las necesidades inglesas de asegurarse la subordinación colonial que a necesidades locales.
El argumento para pedir el préstamo fue el supuesto propósito de construir un puerto, fundar ciudades y dar aguas corrientes a Bs.As. (nada de eso se hizo finalmente).
Con algunas honrosas excepciones y resistencias, se aprobó pedido y se autorizo a un “consorcio” (Guillermo y Juan Parish Roberston, Braulio Costa, Miguel Siglos y J. Pablo Sáenz Valiente) para negociarlo en Londres al 70 % de su valor. La estafa era tan evidente que el principal banquero ingles (Nathan Rostschild) se abstuvo de participar, y finalmente se negoció con la casa Baring.
El país se comprometió por una deuda de 1.000.000 de Libras al 6 % de interés anual, garantizadas con rentas y hasta con tierra pública.
Del millón de Libras se descontó la comisión del “consorcio” (120.000), intereses y “servicios” adelantados, quedando en definitiva un saldo de 560.000 Libras, que debía recibir Bs.As. por el 1.000.000 que se endeudaba.
Cuando el gobierno reclama el envío del dinero, Baring remite 2.000 en monedas de oro, 62.000 en letras de cambio (papelitos) y propone por “prudencia de mandar dinero a tanta distancia”, dejar depositado en su banco los 500.000 restantes, pagando 3 % de interés anual. (Un negocio redondo. Pedir dinero, al 6 % y prestarlo al 3 % “al mismo prestamista”).
Ni se construyó el puerto ni se puso un solo caño en Bs.As. Se pagó catorce veces la deuda, hasta cancelarla en 1904.
Los Hermanos Baring no eran solamente banqueros, sino funcionarios de los organismos de la política imperial: la Tesorería Británica, el Ministerio de Hacienda, y de la Compañía de Indias. Rivadavia garantizó el pago de esa deuda con las tierras públicas de Buenos Aires (Ley de enfiteusis). Posteriormente extendió la garantía hipotecaria a todas las tierras públicas de la Nación. (“quedan especialmente afectadas al pago de la deuda nacional, la tierra y demás bienes inmuebles de propiedad pública cuya enajenación se prohíbe”).Ya no pudieron venderse tierras públicas con fines de colonización.
Con el mismo propósito el Imperio Británico concedió préstamos a varios países latinoamericanos (México, Colombia, Chile, Perú, Centroamérica) que se estaban independizando de España. Firmaron, también, “acuerdos de comercio y amistad recíprocos”, que otorgaron beneficios a los comerciantes ingleses que dominaban en esas regiones.
Como era lógico suponer, faltó dinero para pagar esa deuda. En consecuencia, en 1828 se liquidó la escuadra naval y se dieron en pago dos fragatas que se estaban construyendo en Inglaterra. De este modo, cuando se produjo la usurpación de las Malvinas por los ingleses, cinco años más tarde, no hubo fuerza naval para contrarrestarla. Obviamente, esto estuvo planificado por los acreedores, y su cómplice, Rivadavia.
Los mismos ingleses, admitieron el carácter fraudulento de esta negociación. Ferdinand White, espía inglés, enviado por la Baring al Río de la Plata, condenó los aspectos delictuosos de este acuerdo. Fue una operación usurera, un acto de saqueo y sumisión y el primer acto de corrupción ligado a la deuda externa. Según Scalabrini Ortiz, de la suma recibida, sólo llegaron al Río de la Plata en oro, como estaba convenido, el 4% de lo pactado, o sean 20.678 libras.
El primer negociador del empréstito Baring fue Manuel José García, ministro de Hacienda de Martín Rodríguez, gobernador de Buenos Aires de 1821 a 1824. Rivadavia, también fue ministro de este gobierno. García utilizó toda su influencia, para que se perdiera el Alto Perú. Fue agente de Rivadavia, cuando se pactó la entrega de la Banda Oriental al Emperador de Brasil. Llevó adelante una política antinacional que favoreció los intereses británicos. Fue por esa época que el ministro inglés dijera “América española es libre y si sabemos actuar con habilidad será nuestra” (George Canning, después de reconocer la independencia de las colonias latinoamericanas en la época en que el grupo rivadaviano concertaba el primer empréstito con la Baring) (Historia universal. Editorial Daimon) Rivadavia hacía “oídos sordos”.

La síntesis de Raúl Scalabrini Ortiz.
Sintetiza Raúl Scalabrini Ortiz en su Política Británica en el Rio de la Plata, en el capítulo Historia del Primer Empréstito:
“Condensemos las operaciones y las líneas primordiales que caracterizan a esta primera operación financiera internacional argentina. Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia luchan por afirmar su influencia en el Río de la Plata, para lo cual, ante todo, pretenden endeudarnos con el acuerdo de empréstitos. Gran Bretaña, más hábil y decidida, consigue desplazar a sus rivales y concierta la cesión de un empréstito por un millón de libras. El metálico que como producto de esa obligación debió llegar a Buenos Aires, fue sustituido por las ganancias y el crédito local de los comerciantes ingleses establecidos en esta plaza. En el mejor de los casos, pues, el gobierno de Buenos Aires recibió papel moneda emitido por el Banco de Descuentos y comprometió sus finanzas, presentes y futuras, en una deuda en oro al extranjero. El gobierno recibió papel de circulación interna y lo transformó en una deuda exterior de oro.
Pero según todos los indicios, las letras o valores dados al gobierno de Buenos Aires a cambio del oro metálico que debió entregársele como producto del empréstito, no fueron ni siquiera efectivamente abonadas por los comerciantes ingleses locales, es decir que el gobierno de Buenos Aires enriqueció la economía inglesa con un millón de libras gratuitamente cedidas, pagaderas en 40 años de plazo, con un interés del 6% anual.
¿Habrá sido el empréstito de 1824 el precio pagado por el gobierno de Buenos Aires para obtener el reconocimiento de la independencia por Gran Bretaña, implícito en el Tratado de Paz y de Amistad firmado el 2 de febrero de 1825, poco después de la concertación del empréstito, y toda la operación restante que hemos resumido, el disimulo de tan cínico trato? Los cónsules norteamericanos de aquella época manifiestan su asombro porque dicho Tratado no estipula ninguna concesión especial al comercio inglés. La concertación del empréstito ¿habrá sido exigida en un tratado secreto, previo al tratado público? El estado argentino iniciaba, así, su marcha hipotecado por Gran Bretaña.
Es interesante informar cómo este empréstito fue empleado de inmediato como un instrumento psicológico favorable a todas las pretensiones inglesas, tal cual lo hemos visto empleado en nuestros días en los debates del Banco Central y de la Coordinación de Transportes. En sus Memorias, el gobernador de Corrientes, General Pedro Ferré, nos relata una entrevista que él sostuvo por esos años con el ministro de Hacienda, Doctor García. Dice Ferré: «Trataba yo en visita particular con el señor don Manuel José García, en Buenos Aires, sobre el arreglo de la importación de frutos extranjeros, que produce nuestro país en abundancia, y sobre el fomento de la industria en todo aquello que el mismo país nos lo está brindando, que ha sido siempre mi tema. El señor García procuraba eludir mis razones con otras puramente especiosas, pero que les daba alguna importancia la natural persuasiva del que las vertía. Entonces le dije que prometía callarme y no hablar jamás de la materia, si me presentaba, por ejemplo, alguna nación del mundo que en infancia o en mediocridad, hubiese conseguido su engrandecimiento sin adoptar los medios que yo pretendía se adoptasen en la nuestra. El señor García confesó que no tenía noticia alguna, pero que nosotros no estábamos en circunstancias de tomar medidas contra el comercio extranjero, particularmente inglés, porque hallándonos empeñados en grandes deudas con aquella nación, nos exponíamos a un rompimiento que causaría grandes males...» De tal manera usado, el empréstito de 1824 era un arma eficaz para ahogar las industrias del interior.”
En las primeras hojas de “Política británica en el Río de la Plata” había escrito, Raúl Scalabrini Ortiz: “El imperialismo económico encontró aquí campo franco. Bajo su perniciosa influencia estamos en un marasmo que puede ser letal. Todo lo que nos rodea es falso o irreal. Es falsa la historia que nos enseñaron. Falsas las creencias económicas con que nos imbuyeron. Falsa las perspectivas mundiales que nos presentan y las disyuntivas políticas que nos ofrecen. Irreales las libertades que los textos aseguran. Este libro no es más que un ejemplo de estas falsías”.
Concluiría Raúl Scalabrini Ortiz:
“...el primer empréstito argentino no fue más que un empréstito de desbloqueo, un modo de transportar en forma permanente las ganancias logradas por los comerciantes ingleses en las orillas del Río de la Plata. Es decir, que ese primer empréstito representa una riqueza que se llevó de la Argentina a Inglaterra, no una riqueza inglesa que se trajo a la Argentina. Esta es la interpretación más favorable a Inglaterra que se puede enhebrar entre los hechos comprobables.
La más desfavorable colinda con la brutal denominación de coacción y aun de estafa internacional.”

¿Si no hay inversiones extranjeras no hay desarrollo?
Sigamos con Raúl Scalabrini Ortiz:
“Replanteemos la situación económica y financiera de las Provincias Unidas para destacar cuan superfluo fue el endeudamiento autorizado por la ley del 28 de noviembre de 1822 y demostrar, de esta manera, que el empréstito fue concertado exclusivamente por sumisión a la voluntad británica de sojuzgamiento.
De 1810 a 1818 los comerciantes ingleses extrajeron más de diez millones de dólares en oro metálico, según el cónsul Poinsett. Era una sangría excesiva, capaz de aletargar a cualquier nación, pero éstos eran países ricos, y en 1822 aún continuaba exportándose el oro en cantidades apreciables. En 1822 se embarcó para Inglaterra oro y plata por valor de $fuertes 258.814... y la succión continuó sin solución de continuidad. En 1825, año en que debieron arribar los productos del empréstito, se exportaron a Inglaterra metales preciosos por valor de $fuertes 1.151.921, según los valores exactos que da el cónsul británico Woodbine Parish en su libro Los Estados del Rio de la Plata, traducción de Maeso, edición de 1852. Si el oro y la plata eran indispensables para la vida económica interna, ¿no era política aduanera ineludible la de prohibir su exportación, como lo hizo Mariano Moreno en los primeros meses de la revolución? ¿Por qué empeñarse con el extranjero para recuperar parte de la riqueza que anualmente se extraía de aquí mismo? ¿No es éste un absurdo que revela que aquellos conductores obraban animados por inspiraciones distintas de las que provienen de una sana apreciación del bien público?”

Volviendo al presente, que reproduce al pasado
Décadas de lucha del patriota Alejandro Olmos demostraron la estafa de la Deuda Externa Argentina. Poco después de su muerte, un fallo judicial del Juez Ballesteros concluyó en la ilegitimidad de esta deuda externa usuaria y fraudulenta. El Parlamento, que recibió el dictamen, nunca lo trató.
La Sra. Presidente acaba de reconocer la ilegitimidad, la usura y el fraude de la deuda en su último discurso. Inclusive habló de extorsión.
Nada justifica su pago.
Si no pagamos nos caemos del mundo, se argumenta.
No vendrán capitales, se argumenta.
Mientras tanto las megamineras se llevan como “barros” (y pagando en consecuencia minúsculos impuestos) oro, plata y minerales estratégicos.
Las llamadas “tierras raras” son demandadas por los países centrales para desarrollar tecnologías de punta en torno de los superconductores y acumuladores de energía. Su valor supera los 10.000 dólares la tonelada. Con ese fin, estos minerales son llevados gratuitamente, acompañando al concentrado de cobre y a otras explotaciones, porque “no existe aquí capacidad ni tecnología para la investigación”, muletilla frecuente de los funcionarios del área.
El juego está exento de impuestos. Algunos “amigos” como Cristóbal López, se benefician con ello.
Los bancos ganan fortunas. La renta financiera no paga impuestos. El petróleo se entrega al mejor postor.
Se le paga a REPSOL y al Club de París más de lo que pidieron.
Los “economistas” del gobierno y los de los que quieren remplazarlos como gerentes de nuestra dependencia, sumisión e indefensión nacional, proponen variantes de ajuste. Exigen ajustes.
Claro, ajuste para el pueblo, ajuste en educación y salud, en impuestos al que trabaja, en tarifazos, en costo de alimentos...
Es que el Estado de la dependencia argentina, de su indefensión y de su entrega, acepta cualquier discusión menos tocar los intereses que representa.
Otro Estado Patriótico y de Democracia Grande es imprescindible. Cipayos y Gurkas no pueden ser nuestros representantes.

Escuchar las voces de los patriotas...
“Nosotros tenemos, compañeros, el triste privilegio de haber llevado a cabo una investigación penal de la deuda externa. Deuda que configura la mayor estafa en la historia de los argentinos. He sido, Sres. Jueces, el denunciante -ante la justicia federal de mi país- de este escandaloso fraude. Y desde 1982, en pleno ejercicio del poder por la Junta Militar de la dictadura de entonces, vengo impulsando -hasta ahora- una investigación judicial que ha acumulado todas las pruebas de esa estafa. Traigo, pues, una visión que escapa a los números que manejan los tecnócratas de la economía, porque la deuda externa argentina es el resultado de una gigantesca maniobra de dominación mediante procedimientos previstos y reprimidos por la ley penal.”Alejandro Olmos. 1924-2000

“En todas partes se cree como dogma económico que el capital extranjero es indispensable para el desarrollo de los recursos naturales, y nadie parece advertir que ese desarrollo hace ricos a los extranjeros y deja más pobres que antes a los naturales; y que lo que se necesita es la organización interna del propio capital’’... “La industria petrolera estatal resulta esencial para promover el desarrollo industrial argentino, prevenir el dominio extranjero sobre el petróleo del país y garantizar la seguridad militar nacional”.
General Alonso Baldrich. 1870-1956.

“La experiencia demuestra que el capital extranjero genera en el mediano y largo plazo un flujo mayor de salida de divisas del que realmente ingresa. En otros términos el efecto de las inversiones directas de las transnacionales es el de la transferencia neta de recursos hacia el país de origen de esos capitales y, por tanto, el de una descapitalización incesante de los países subdesarrollados.”
Adolfo Silenzi de Stagni. 1914-1996

La deuda externa ilegítima, fraudulenta y usuraría no debe ser pagada. Los fondos necesarios para cumplir la deuda interna con el pueblo y con la Patria deben provenir  de los que se enriquecieron a expensas de la nación.
Los principales sectores con ganancias en 2013 fueron:
–bancos, con resultados por un total de 12.069 millones de pesos, 41 por ciento más que en 2012;
–petroleras, 5654 millones de pesos, 26 por ciento más;
–telecomunicaciones, 3202 millones, 19 por ciento más; y
–siderúrgicas, 2364 millones de pesos, un extraordinario 244 por ciento más que en el ejercicio anterior.
Los bancos reiteraron la performance de años anteriores con ganancias crecientes originadas en un aumento de las operaciones por intermediación financiera, en especial por las elevadas tasas que cobraron por préstamos al consumo, por mayores ingresos por comisiones y por el alza de las cotizaciones de los títulos públicos que tienen en cartera.
La investigación del IAMC, dependencia vinculada con la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, es tan demostrativa como sorprendente, teniendo en cuenta el estado de ánimo que manifiesta el establishment: las ganancias de esas compañías crecieron 48,5 por ciento en 2013 respecto del año anterior.
Los balances de esas grandes compañías del país sumaron en total utilidades por 29.757 millones de pesos, mientras que las pérdidas fueron por 1880 millones de pesos, cuando un año antes habían anotado 4554 millones, una reducción de 58,7 por ciento en los quebrantos.
Allí está el dinero, no en nuevos ajustes para el pueblo.
Pero para ello hace falta voluntad patriótica, convicción democrática y emprender una nueva huella argentina.

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