REFLEXIONES SOBRE UN ARTÍCULO DE RAMÓN CARRILLO.
Su análisis de la Guerra Psicológica, la Campaña Sanmartiniana y su importancia histórica y actual.
Por Horacio Micucci
Comentarios y reflexiones sobre
extractos de la versión taquigráfica tomada por la Subsecretaría de
Informaciones de la Nación durantes las tres clases pronunciadas por el Dr.
Ramón Carrillo ante los Jefes y Oficiales de la Escuela de Altos Estudios.
Estos extractos fueron obtenidos del artículo La guerra psicológica, del Dr. Ramón Carrillo, incluido en el libro:
Contribuciones al conocimiento sanitario. Talleres Gráficos del Ministerio de
Salud de la Nación – Año 1951, páginas 180 a 268 de la edición
mencionada.
Tal vez sea subestimar el
conocimiento de muchos lectores recalcar, aquí, que el Dr. Ramón Carrillo ha
sido (y lo sigue siendo) una de las figuras más importantes de la Medicina
Social en Argentina, tal vez su figura cumbre. Sin embargo es bueno volver a
destacarlo porque las jóvenes generaciones han sido privadas de su conocimiento.
A lo mejor es un error nuestro, pero estimamos que, por razones que
desconocemos, sus obras completas se publicaron por última vez en 1974, en la
Editorial EUDEBA.
Sería un justo homenaje
volver a editarlas.
Mejor que un monumento, sería
difundir su pensamiento. Y aplicarlo, en momentos en que se nota, día a día, la
carencia de un Sistema Nacional de Salud que haga realidad (concreta, no en las
palabras) el derecho inalienable a la salud.
Muchas de sus aseveraciones
son recordadas a diario por muchos.
Algunas de las más conocidas,
en una selección difícil, podrían ser:
“Frente a las enfermedades que genera la
miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los
pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas.”
“Debemos pensar que el enfermo es un hombre
que es también un padre de familia, un individuo que trabaja y que sufre; y que
todas esas circunstancias influyen, a veces, mucho más que una determinada
cantidad de glucosa en la sangre. Así humanizaremos la medicina.”
“Solo sirven las conquistas científicas
sobre la salud si éstas son accesibles al pueblo.”
“De nada sirven las conquistas de la
técnica médica si ésta no puede llegar al pueblo por los medios adecuados.”
Pero
hoy no queremos recordar ese aspecto de este argentino ilustre. Sino un aspecto
menos conocido. Queremos destacar su pensamiento integral que vinculaba la
medicina a lo social, lo económico y lo político (y, dentro de esto, a lo
militar)
Escribió Ramón Carrillo:
“No puede haber política sanitaria sin
política social.”
“Los problemas de la Medicina como rama del
Estado, no pueden resolverse si la política sanitaria no está respaldada por
una política social. Del mismo modo que no puede haber una política social sin
una economía organizada en beneficio de la mayoría.”
Es decir, su concepción de la
Medicina Social necesaria hacía que ésta no pudiera desvincularse de una Política Social y Económica del Estado
organizada en defensa y beneficio de las mayorías.
Es lógico entonces que pensara
que su concepción de la Medicina era parte de un proyecto nacional que abarcaba
múltiples aspectos.
Y, valga la redundancia, es
lógico entonces que entre sus aspectos incluyera cuestiones que hacían y hacen,
en la modesta opinión de este autor, a la Defensa Nacional de ese Proyecto de
país.
Poco
se conoce de esto. A lo mejor por un olvido involuntario. O, a lo mejor, por
una idea equivocada que piensa que lo social se contrapone a la Defensa
Nacional de un proyecto nacional profundamente democrático.
En la pretensión de subsanar
ese olvido, queremos recordar algunos extractos de la versión taquigráfica de
tres clases dictadas por el Dr. Ramón Carrillo ante los Jefes y Oficiales de la
Escuela de Altos Estudios.
Ramón Carrillo fue multifacético:
profesor, médico sanitarista, neurocirujano,
neurobiólogo y político argentino, primer Ministro de Salud Pública que tuvo la
Argentina, llegando a abarcar, inclusive, un tema militar.
Pensamos que todo proyecto de Argentina Independiente, dónde el pueblo
vea sus derechos hechos realidad, supone una Defensa Nacional Integral e
Integrada que no se remita únicamente a lo específicamente militar sino que incluya
un desarrollo independiente que abarque no sólo la obtención de las materias
primas sino su industrialización, todo respetando la conservación del ambiente
que es parte del patrimonio nacional y, también, incluyendo una salud, educación
y vida digna como derechos inalienables para el Pueblo. Esto último es
importante ya que un pueblo enfermo, desnutrido e inculto privará a la Defensa
de su elemento más importante: ese hombre, en el cual, como decía Ramón
Carrillo, reside la verdadera Nación.
Decimos Pueblo y no “Gente” (como es de uso en nuestros días) porque “Gente”
indica una masa amorfa y Pueblo, reiteramos, indica aquel componente social
donde reside la verdadera Nación.
Por otra parte, Ramón Carrillo demuestra, en estos extractos, un estudio
y consiguiente conocimiento de nuestra Revolución de la Independencia, que aún hoy
-y más que nunca hoy- es preciso continuar.
Vamos a los extractos anunciados que se pueden encontrar en el artículo
mencionado más arriba. Nos vemos obligados a hacer largas transcripciones
porque las Obras del Dr. Ramón Carrillo son difíciles de conseguir. Un largo, sostenido y voluntarioso esfuerzo puede permitir, con suerte, obtenerlas en el
mercado de libros usados. Y nos dirigimos a aquellos que no las tienen, particularmente
los jóvenes.
El artículo en cuestión tiene
88 páginas y sólo transcribiremos y comentaremos unos pocos párrafos, como
incitación a leer el texto completo.
Nos parece interesante observar el primer análisis histórico que hace
Ramón Carillo del tema de la Guerra Psicológica. Al respecto dice el autor:
“... hagamos, en primer lugar algunas
consideraciones sobre los antecedentes de lo que hasta hoy se llama guerra de
nervios y que debe ser considerada más amplia y científicamente como guerra
psicológica.”
“Si nos remontamos a la historia americana
veremos que en las distintas etapas de la misma se consignan antecedentes, episodios
y hechos que demuestran que los grandes jefes -entre ellos- San Martín- han
utilizado los resortes psicológicos en forma magistral. El concepto de guerra
de nervios es sinónimo de guerra de zapa, que era la terminología utilizada por
San Martín, uno de los creadores de la guerra psicológica moderna. Y tanto es
así, que en la Escuela de Altos Estudios, de Berlín, fueron estudiadas las
campañas emprendidas por el Libertador bajo este punto de vista. El Gran
Capitán fue realmente un creador del sistema, porque es indudable que el manejo
y utilización de los factores psicológicos de su guerra de zapa, no fueron
inspirados por ningún antecedente recogido en las escuelas militares españolas,
porque no se lo enseñaba. Este sistema fue creado instintivamente por nuestro
prócer.”
“San Martín, en el Perú, manejó
exclusivamente el factor Psicológico, pudiendo, de esa manera, llegar a Lima
sin disparar un solo tiro, y con la única pérdida de pocos, muy pocos hombres,
registrada en combates aislados de escasísima importancia.”
“La baja de 2.400 hombres, que en esa
campaña tuvo, fue ocasionada por el paludismo y otras pestes, lo cual demuestra
que su verdadero enemigo no fue el ejército español, sino ese flagelo.”
Se extiende, luego, sobre
distintos aspectos de la historia, desde referencias bíblicas a otros hechos de
la antigüedad, para introducirse más tarde en la sistematización moderna de la
Guerra Psicológica, en sus distintos alcances y extensamente.
Sin embargo nos parece que es
sumamente original su tratamiento posterior (después de las veinte
fundamentales páginas previas) del análisis de la Guerra Psicológica en la
Campaña de San Martín en Perú. Creemos que, sin duda, demuestra un amplio
conocimiento del tema, original aún en la actualidad.
Más de una vez hemos sostenido
que debemos estudiar los múltiples aspectos de nuestra Revolución de Mayo y de
la larga Guerra de la Independencia. No sólo en un afán de conocimiento de
nuestras raíces sino, también, para sacar enseñanzas de ese proceso, útiles hoy.
En el texto, Carrillo lo hace brillantemente:
“La
Campaña de San Martín en Perú como ejemplo de Guerra Psicológica”
“Quiero cerrar esta primera clase, que han
tenido ustedes la gentileza de escuchar, con una reseña, lo más sintética
posible, de la campaña de nuestro General San Martín en el Perú. Todos la conocemos,
y ustedes, por cierto, más detalladamente.”
“El historiador Ricardo Rojas la llama `guerra
mágica´. Por su parte el historiador peruano Paz Soldán, la califica de `fenómeno
extraordinario´. Y añade: `San Martín derrotó a un ejército poderoso con la
fuerza de la opinión y de la táctica, sostenida con ardides bien manejados´.
Pacífico Otero, a su vez, en su monumental obra sobre el Libertador, abunda en
casi un tomo sobre esa campaña, modelo de la `calma y latente dinámica de
nuestro héroe máximo´.”
“Yo califico a esta campaña del Perú como
un ejemplo típico de la guerra psicológica. Durante ella, San Martín adopta y
sigue imperturbable las medidas que, de acuerdo a lo que acabo de exponer,
tienden:
1º A evitar el odio y el miedo del pueblo y
de los jefes adversarios.
2º A crear una nueva moral en el pueblo que
va a libertar: moral que ha de poner a ese pueblo en estado de rabia contra su
gobierno `extraño´, y en estado de amistad con quien va a liberarlo,
3º A determinar el estado de elación (1) de su propia
menguada tropa.
4º A organizar la 5ª columna entre los
jefes del ejército realista.
6º A determinar la elación (1) en el pueblo
peruano.
7º A organizar la 5ª columna en Lima.”
Los siete puntos transcriptos
como conclusiones por Carrillo son, sin duda, actuales. Analizarlos (y hacer lo
mismo con otros hechos de nuestra historia reciente) nos permitirá ir
construyendo una doctrina de la Defensa Nacional Popular Integral e Integrada.
Desde ya, el primer punto nos
lleva a revalorar positivamente la acción del desembarco en nuestras Malvinas y
la arenga que el Almirante Busser dio a las tropas en ese desembarco.
Pero, también, debe destacarse
que es importante que ese trato, que no infunda miedo ni odio, debe ser tanto
mejor para el pueblo al que se defiende. Por lo tanto, las Fuerzas Armadas de
la Defensa, nunca, por ningún concepto, pueden agredirlo, agraviarlo o
maltratarlo.
Por eso jamás las Fuerzas
Armadas de la Defensa Nacional deben considerar a su pueblo como un enemigo
interno, como en la vieja teoría de la Seguridad Interior, que ubicaba la
hipótesis de conflicto en el pueblo y no en los beneficiarios de la dependencia
argentina.
El ejército que se esbozó en
el rechazo de las Invasiones Inglesas y se conformó en los días de Mayo de 1810
hasta su llegada a Ayacucho y Tumusla, era resultado de la íntima imbricación
del pueblo y su organización militar. Esto es totalmente actual, en momentos en
que se ha desarrollado, a la luz de noticias periodísticas, un aceitado sistema
de inteligencia interior por el cual los ciudadanos se encuentran rigurosamente
vigilados. La Fuerzas Armadas de la Defensa Nacional no deben ser usadas para
la represión o control del pueblo que protesta contra injusticias y “ajustes”.
Se debe aprender de hechos del pasado reciente para no repetirlos en el futuro.
El estado de “elación” (1),
en las palabras de Carrillo, de las propias fuerzas es un elemento clave.
Podríamos decir hoy que Carrillo demuestra la superioridad de la “disciplina
conciente” por encima de la disciplina de aquellos ejércitos cuya base era la
concepción de que el soldado debe temer más a sus jefes que al enemigo
(Federico de Prusia). Pero esa disciplina conciente significa una ideología
propia, patriótica y democrática, profundamente enraizada con los sentimientos,
necesidades y deseos del pueblo y con sus objetivos.
Se ha dicho que un ejército
sin cultura propia no puede vencer, a lo sumo puede reemplazar a los opresores.
Pero esa cultura e ideología deben ser las del pueblo que se defiende. Si se actúa
como opresores se trabaja para alguno de ellos y se traiciona el lema de Mayo
“Ni amo viejo ni amo nuevo, ningún amo”.
Otro aspecto que plantea
Carrillo es lo referente al espíritu público y lo hace analizando la Campaña de
San Martín en Perú.
Veamos:
“Cómo
se prepara el espíritu público”
“... La sagacidad psicológica de San Martín
es admirable..... Recalca que el `objeto de la Revolución es la felicidad de
todos´. Este slogan, como se diría hoy, va a repetirlo incansablemente, por
todos los medios.”
(............)
“Simultáneamente, San Martín se ocupa de
sus tropas, cuyo estado moral, después de las victorias de Chacabuco y Maipo es
excelente. Les dice en otra proclama: `Soldados: acordaos que toda la América
os contempla en el momento actual y que sus grandes esperanzas penden de que
acreditéis la humanidad, el coraje y el honor que os han distinguido siempre,
dondequiera que los oprimidos han implorado nuestro auxilio contra los opresores.
El mundo envidiará vuestro destino si observáis la misma conducta que hasta
aquí; pero desgraciado el que quebrante sus deberes y sirva de escándalo a sus
compañeros de armas. Yo lo castigaré de modo terrible y desaparecerá de entre
los otros con oprobio e ignominia”.
“Este final en tono violento, tiene el
propósito –igual que otras medidas de severidad adoptadas- de devolver a los
pueblos `la confianza en la moralidad de la causa revolucionaria, que había
dejado recuerdos poco favorables después de la primera campaña de Cochrane´.”
Vuelve aquí a aparecer,
destacado, el respeto al pueblo al que se representa. El respeto a sus
derechos, a sus intereses, a sus sentimientos. Recalcamos y reiteramos la
actualidad de estos conceptos a la luz de los cuales deben analizarse hechos
del pasado reciente para que no se repitan en el futuro.
Otro tema de interés es el que sigue, titulado “Características de la Guerra
de Nervios”.
Dice Carrillo:
“La obra maestra del Libertador, en el
Perú, es la organización de la hoy llamada 5ª Columna entre los jefes del
ejército adversario. Sabía que entre los que acompañan al Virrey Pezuela había
ambiciosos y disconformes, no sólo con la autoridad, sino con la propia corona
española. Pezuela representaba la tendencia monárquica: el General De la Serna,
en cambio, con los jefes más jóvenes, a los liberales.”
“Reanuda San Martín su guerra de zapa, o de
nervios, o psicológica, como debemos entender hoy. Fomenta la enemistad entre
los representantes de las dos tendencias. A De la Serna le escribe: `No vengo a
derramar sangre, sino a fundar la libertad y el derecho. Los liberales del
mundo somos hermanos en todas partes´.”
“Se plantea el problema, de que no es
España contra América, sino el del absolutismo contra el liberalismo. De tal modo.
El descontento contra el Virrey cunde en sus propias filas. El Batallón
Numancia – el más fuerte y célebre- se desbanda. Un levantamiento de De la
Serna contra el Virrey que se empeña en luchar contra San Martín, le cuesta el
cargo (al Virrey). Vese obligado a dimitir y ocupa entonces su lugar De la Serna.
(............)
“Entre tanto el bloqueo del Callao
prosigue. San Martín, contra los propósitos de Cochrane, que anhela librar
batalla, lo contiene y le escribe a O´Higgins, en carta explicativa de su conducta;
`Pienso entrar en Lima con más seguridad que fiando el éxito a la suerte de una
batalla´. En otra dice: `Los dividiré - a los realistas- y ganaré tiempo. Me
han muerto 1.600 hombres las pestes y siguen muriendo a razón de 100 por día´.
Y, con todo esto, ya al finalizar 1820, a menos de un año de su desembarco, San
Martín, sin haber librado batalla alguna –la de Pasco fue un encuentro-, tenía
dominado moral, militar y políticamente al Perú.”
(............)
“... Convencido de la desmoralización del
adversario, San Martín rodea con sus fuerzas a Lima; asiste desde la bahía, a
bordo del Moctezuma, a la labor de los patriotas; De la Serna clama por que San
Martín levante el bloqueo y negocie. La población Limeña lee con avidez la
última proclama del Libertador ofreciéndole el gobierno propio y concitándolo a
la revuelta. La promesa de liberar a los esclavos e indios concluye por
destruir la organización colonial. A nuevos requerimientos –después de
abandonada Lima por De la Serna, el Libertador levanta el bloqueo y envía
alimentos a sus adversarios, a sus propios cuarteles: `Los soldados –dice en un
panfleto más- son enemigos nuestros en el campo de batalla solamente´.”
(............)
“De la Serna huye y ante la formal
invitación de una comisión de vecinos, patriotas y autoridades municipales y
eclesiásticas, San Martín hace su entrada triunfal en Lima, el 9 de julio de
1821, `sin haber disparado un solo tiro´.”
Esta breve síntesis de la
Campaña de San Martín en Perú es muy aleccionadora. San Martín no se refería a
los españoles sino a los Godos. Con ello centraba el ataque en los que se
autodenominaban los Grandes de España, que se consideraban herederos de los
Visigodos, con innumerables derechos feudales especiales, de los cuales el
derecho a no descubrir su cabeza ante el rey era sólo un símbolo más de su poder.
Estos Godos eran el sector absolutista, hegemónico, de la nobleza española (y
de los mandos políticos y militares). En cambio el sector liberal era diferenciable
del anterior.
En épocas de la ocupación de
España por Napoleón, el pueblo español resistió la ocupación. Los militares
españoles liberales lucharon contra Napoleón en la esperanza de que Fernando
VII, repuesto en el mando, estableciera una Carta Magna democrática.
También el pueblo se sublevó.
Un hijo de panaderos de Castrillón del Duero, Martín Díaz, también se
sublevaría, formaría una guerrilla que luego sería el 5º Regimiento de la
Resistencia y más tarde, con 10.000 hombres, la 5ª División, clave en la
destrucción de la logística napoleónica.
Es interesante destacar que
Martín Díaz, usaba el sobrenombre de El Empecinado, porque a los habitantes
próximos al Río Duero se los llamaba así, despectivamente, por un alga conocida
como Pecina abundante en ese río. Pero Martín Díaz iba a cambiar el significado
de esa palabra. Cuando Fernando VII fue repuesto, resultó lo que realmente era,
un absolutista. Y cuando Martín Díaz lo entrevistó, ya como General victorioso
Jefe de la 5ª División, le presentó el texto de una Constitución. Allí la
palabra “empecinado” cambió de significado para resignificarse en alguien que
persiste en su objetivo, en este caso la Constitución. Fernando VII lo desterró
y cuando volvió clandestinamente, lo mandó a ejecutar.
Los otros generales liberales
se vieron frustrados y el General Riego con 10.000 hombres que iban a ser
destinados a derrotar a los independientistas americanos se sublevó. La
declaración de esa sublevación lo dice todo:
“España
está viviendo a merced de un poder arbitrario y absoluto, ejercido sin el menor
respeto a las leyes fundamentales de la Nación. El Rey, que debe su trono a
cuantos lucharon en la Guerra de la Independencia, no ha jurado, sin embargo,
la Constitución, pacto entre el Monarca y el pueblo, cimiento y encarnación de
toda Nación moderna. La Constitución española, justa y liberal, ha sido
elaborada en Cádiz, entre sangre y sufrimiento. Mas el Rey no la ha jurado y es
necesario, para que España se salve, que el Rey jure y respete esa Constitución
de 1812, afirmación legítima y civil de los derechos y deberes de los españoles,
de todos los españoles, desde el Rey al último labrador (...)
Sí, sí, soldados; la Constitución. ¡Viva la Constitución!”
Como se ve la diferenciación
de San Martín entre liberales y absolutistas era muy importante y demostraba su
conocimiento de la situación del enemigo
Carrillo destaca esta
diferenciación de San Martín, que permitía ganar una parte para su causa,
neutralizar a otro sector y aislar al verdadero enemigo.
En la política argentina es
frecuente ver quienes no saben distinguir diferencias, a veces muy pequeñas,
pero que permiten disponer de fuerzas adicionales ante enemigos imperiales.
Hemos repetido más de una vez
que los que rapiñan nuestra patria son poderosos. EE.UU, China, Inglaterra,
Rusia y otras potencias vuelan como caranchos sobre nosotros. Ningún amigo es
pequeño o despreciable. Y, más aún, el análisis de Carrillo demuestra que están
equivocados los que separan al movimiento patriótico y nacional del movimiento
democrático y popular. San Martín diferenciaba sectores hasta en el enemigo.
Con más razón hay que hacerlo entre los potenciales amigos.
Dice Carrillo en sus
conclusiones: ... “En la Guerra Psicológica, las ideas y las palabras son las armas. Su
ejecución es difundirlas.
Como se ve en esta concepción
no son sólo las armas las que cuentan, sino una ideología patriótica y democrática. La
existencia de ella es lo que se difundirá con las armas de las ideas y las
palabras, al decir de Carrillo. Y si de ideas y de palabras se trata, entre el
hombre y el arma, lo más importante es el estado ideológico del hombre que
maneja esa arma.
Dice Carrillo, casi al final,
confirmando lo anterior: “Grandes generales, mejores estrategos, pero (es importante) una fuerza
combatiente imbuida de espíritu. Se lucha por el hogar, por la Patria.”
Muy importante es el párrafo
que sigue. Este nos lleva al análisis de la justeza de la guerra. Y
extrapolable a la justa Guerra por la Recuperación de nuestras Malvinas.
“Si (la guerra) es justa y lícita –y todos los tratadistas están de acuerdo
en esto- es moral. Luego, la guerra es moral, y el que lucha, soldado de una
causa moral. A inculcar este concepto tiende no la mera propaganda bélica, sino
la guerra psicológica, en colaboración estrechísima con el poder político.”
Más de una vez hemos
sostenido que la Guerra por la Recuperación de nuestras Malvinas es una causa
justa porque es parte de la lucha contra el colonialismo. El carácter colonial
de la ocupación de las Malvinas (no nos explayaremos sobre esto) fue reconocida
por la propia Inglaterra en ocasión de aprobarse, en la ONU, la Resolución
1514. Es una causa irrenunciable porque la Base militar inglesa en Malvinas es
un portaaviones que amenaza nuestra existencia como país porque puede partir la
Argentina continental en dos. Pero es una Guerra justa, independientemente de
quien la empezó y del gobierno de nuestro país, porque es parte de la lucha de
los pueblos, países y naciones oprimidas contra las potencias opresoras.
Quienes concilian con este tema (de la misma manera que quienes silencian y no
denuncian la implantación de una base militar china en Argentina
continental) colocan a nuestra Patria en un peligroso juego como pieza del la
Geopolítica mundial, en la disputa entre las potencias de un mundo multipolar.
La desmalvinización y el
silenciamiento de la causa de la independencia nacional y su historia son parte de la guerra
psicológica del enemigo.
En un párrafo final en las “Conclusiones”,
dice Carrillo:
“(...) Los médicos lo intuimos, los
militares lo saben y el ciudadano común –el soldado de la guerra- lo presume.
Estudiemos todos los problemas que tengan relación con el hombre, su
personalidad y su destino. Estemos ojo, oído, mente, corazón avizores en
nuestra patria, preservada hasta hoy de las más tremendas calamidades. Nada,
por grosero que sea o por sutil que sea, en el desarrollo de los
acontecimientos, en el progreso de las ciencias, debe sernos ignorado.
Faltaríamos a nuestro deber de argentinos, si nos cruzáramos de brazos o nos
encogiéramos de hombros, ante las realidades que nos rodean.”
Palabras tremendamente
actuales ante el estado de indefensión nacional de Argentina que significa que
nuestro territorio, nuestros mares, nuestro espacio aéreo y, más aún, nuestras
mujeres y nuestros hombres, están en completa indefensión.
Una Defensa Nacional Popular
Integral e Integrada debe componerse de los elementos bélicos pero es minúscula
y raquítica si no es parte de una Patria que pueda proveerse de alimentos,
desarrollar integralmente su industria independiente, controlar su patrimonio
nacional y sus materias primas, en particular los estratégicos como el
energético y, sobre todo, si no abarca a la solución de los perjuicios sociales
que sufre la población. La alimentación adecuada, la erradicación real de la
pobreza sin trampas estadísticas, las condiciones de vida digna, el acceso a la
atención sanitaria y a la educación y la cultura en todos sus niveles, son indispensables
para el elemento más importante de la Defensa Nacional de una Argentina
Independiente: el Pueblo argentino.
Parafraseando al Papa Francisco
podríamos decir que para que haya una verdadera Defensa Nacional debe cumplirse
que no haya:
"...ninguna
familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin
derechos, ningún pueblo sin soberanía, ninguna persona sin dignidad, ningún
niño sin infancia, ningún joven sin posibilidades, ningún anciano sin una
venerable vejez".
Referencias:
(1) Según
Carrillo ésta es la explicación del concepto elación: “...se llama moral de tropa combatiente, su
estado de elación. Esto es, cuando el soldado, individual o colectivamente
considerado, carece del mínimo temor y la mínima duda; cuando tiene una
inquebrantable confianza en sus jefes mediatos e inmediatos, cuando mantiene y
acrecienta su agresividad frente al enemigo, cuando, en una palabra, sabe a
conciencia plena, que luchando defiende su vida y la de los suyos, que defiende
a la Patria y que alcanzará un porvenir mejor.”