La inflación K:
Evitar la pinza de dos alternativas de sumisión,
indefensión y entrega nacional.
El Mangrullo Argentino
1. La inflación K.
El gobierno no toma ninguna medida de fondo para atacar la inflación.
Según mediciones en la Capital Federal (y en muchas provincias es mayor aún),
entre abril y agosto el pan aumentó el 20%, la harina un 87%, los tomates el
71%, la lechuga el 33% y la leche el 19,5%.
Castigado por las protestas y las
recientes elecciones de las PASO, el gobierno busca “lavarse la cara”, tratando
de frenar el descontento creciente, bloquear la fuga hacia la oposición, y
evitar una derrota mayor en octubre. Ahora, funcionarios y candidatos
reconocen, por ejemplo, que la inflación existe.
El gobierno hizo algunas concesiones a justos reclamos, mientras
prepara un ajuste para
después de las elecciones.
Toma algunas medidas sobre la inseguridad, que encubren un despliegue
represivo, según fuentes bien informadas, cuyo objetivo sería, en realidad,
responder con garrote a toda protesta contra el ajuste que se prepara para después de octubre.
Con la “remarcación”, aumentan las ganancias del puñado de monopolios que
son “los formadores de precios”.
El gobierno alimenta la inflación porque así aumenta la recaudación de
impuestos y este impuesto
inflacionario lo
paga todo el pueblo; hasta los niños cuando sus madres compran leche, fideos o
pan con la asignación por hijo.
2. La encrucijada maldita
Se quiere hacer creer al Pueblo y la Nación que no hay más que dos
salidas:
a) mucha inflación y devaluación
controlada es la política del gobierno;
b) hachazo devaluador con
inflación controlada es la presión de los sectores
rivales.
La “receta” que hoy se aplica descarga el ajuste sobre el pueblo.
Y la que propone otro sector de gerentes de la dependencia opositores,
sólo cambia la forma en que se descarga el ajuste sobre el pueblo.
Hay que ir a las causas de fondo de la inflación para romper esa encrucijada
maldita.
La inflación beneficia a los que la “juntaron con pala” en estos años
porque abarata el costo laboral, los salarios. El porcentaje de la distribución
del ingreso para sector trabajador fue, en 1993, un 42,8%, en el año 2001 el
38,5%, y al año siguiente cae al 31,4%. En 2011, se ubica en 37,6%, muy lejos
del “mitad y mitad” que proclama el relato oficial.
Históricamente se le ha asignado un papel preponderante al déficit
fiscal como una de las causas importantes de la inflación. Sin embargo, se
habla menos de la principal y determinante causa del aumento del gasto, que es la corrupción del aparato
estatal; el saqueo que desde el aparato
estatal se ejerce favoreciendo a los amigos y en beneficio propio, así como
otorgando privilegios a los capitales extranjeros que operan en el país.
El Gobierno y sus rivales pretenden ajustar quitando ingresos al pueblo
de su bolsillo (mediante la inflación, la devaluación y el retraso salarial) o reduciendo
los gastos sociales en salud, educación, o reduciendo gastos en defensa
profundizando la indefensión nacional, etc..
Tanto el gobierno como quienes le disputan el manejo de la caja de la
entrega nacional plantean dos variables para seguir manteniendo la rapiña
argentina y enriqueciéndose. El gobierno a través de la inflación y la
devaluación controlada. Los segundos a través de la devaluación y la inflación
controlada.
Otra cosa es, como deben sostener
los patriotas, ajustar quitando los beneficios de quienes, a través de
coimas, obra pública sobrevaluada, contratos digitados, subsidios a los empresarios
del transporte para sus bolsillos, remisiones de capitales al exterior, vaciamiento
de empresas etc., etc., se han enriquecido y se siguen enriqueciendo.
En el primer caso la crisis la paga el pueblo y la nación. En el
segundo los “amigos” que la “juntaron con pala”, al decir de la Sra. Presidente.
Durante la década K, el gasto público total acumula 4,3 billones de
pesos. Si bien la presión tributaria (impuestos) ha crecido en forma sostenida,
desde 2007 ha
resultado insuficiente para cubrir el gasto. Esa brecha financiera se viene
cubriendo con: endeudamiento del Tesoro en el mercado local, en otras agencias
del Estado a través de la apropiación de recursos públicos como las reservas
del Banco Central, la ANSES y el PAMI. En cuánto a las transferencias del Banco
Central por todo concepto al sector público no financiero aumentaron de $6.362
millones en 2004, a
$10.296 millones en 2008, y a 30.463 millones en 2011.
De acuerdo a las estimaciones realizadas por algunas provincias, el
índice de precios al consumidor para 2012, arrojó un 25/26% anual, mientras que
la emisión monetaria aumentó el 38,6%.
3. La maldita dependencia
La oferta de bienes y servicios en la Argentina refleja su condición de país
dependiente, con un grado de extranjerización, concentración y
centralización del capital que tiene oligopolios que ejercen su poder en la
fijación de precios, tanto a nivel de rama como para el conjunto de la
economía.
Solo 28 empresas concentran el 81% de los productos de la canasta
familiar que se ofrecen en las góndolas de los supermercados. En su mayoría,
son empresas controladas por capital extranjero y por unos pocos grupos
económicos nacionales con inserción en los sectores productivos más favorecidos
en la etapa K (el círculo de amigos). Controlan porciones crecientes del
ingreso nacional y tienen un rol protagónico en la generación de divisas. Éste es un dato clave del “modelo”, ya que no solo “administran” las
divisas del comercio exterior, sino que necesitan mantener bajos sus costos de
producción a través de salarios bajos (tercerizados, empleo en negro, etc.). Y
la inflación contribuye a ello al deteriorar el precio de la fuerza de trabajo.
El crecimiento de la producción de soja va profundizando la enorme
concentración de la riqueza y apropiación de la renta agraria en muy pocas
manos. El desplazamiento, por parte de la soja, de campos dedicados a otras
actividades, en particular la producción vacuna, al disminuir su oferta provocó
una importante suba del precio (carne, leche, harina, verduras).
En el caso de la horticultura, el avance de la soja también impactó,
aunque en menor proporción, dadas las características de este tipo de
producción con fuerte incidencia de la intermediación en el precio final.
Concentración y ganancias extraordinarias siguen caminando a la par con la
desaparición de los pequeños y medianos productores.
Es posible afirmar que, a partir de los 90, y en particular en la etapa
K, estamos ante una etapa superior en el proceso de extranjerización de la
estructura económica argentina y de manejo oligopólico de la fijación de
precios para toda la economía.
El sector externo no cumple con su función de fuente de financiamiento
del crecimiento, debido a que está controlado por los capitales extranjeros. A
ello se suma su creciente deterioro, en particular por el tema energético y los
compromisos de la deuda, agravado por efecto de la remisión de utilidades y
fuga de capitales.
Datos que ilustran: el superávit comercial acumulado durante la década
fue de 100.000 millones de dólares, mientras que, en tan solo 5 años
(2007-2012), la remisión de utilidades y fuga de capitales ascendió a 80.000
millones de dólares.”
4. Cambiar la política, buscar
una nueva huella
Cómo se ve, no se puede acabar con la inflación en beneficio del pueblo
sin cambiar la política kirchnerista. Tampoco con una brutal devaluación que
hache los salarios, jubilaciones, planes sociales, etc.
Para acabar con la inflación hay que cambiar este “modelo”, atacando a
las causas profundas que la provocan: la extranjerización y concentración de la
economía, el pago de deudas ilegítimas y fraudulentas, y demás consecuencias de
la dependencia que es la columna vertebral de la política gubernamental.
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