CORONAVIRUS, DENGUE Y HAMBRE: enfermedad y causas sociales
Por
Horacio Micucci
"la convivencia entre miseria
y riqueza es una vergüenza" Papa Francisco.
Un
portal de internet titula: “La
otra epidemia: Argentina llega a un pico de dengue con 14 mil infectados. Con
los casos sospechosos suman casi 40 mil en el período 2019-2020. Jujuy declaró
la emergencia sanitaria.”
Los
párrafos que siguen, más abajo, fueron escritos en el mes de mayo de 2009, en referencia al
Dengue y, con variantes, reproducidos en varios medios periodísticos y científicos.
Los
repetiré abajo porque, lamentablemente, siguen vigentes.
Hoy
sufrimos la pandemia de COVID19, crece el Dengue, hay hambre, hay indignas condiciones
de vida para el pueblo. Quien lea lo de más abajo dirá que siempre digo lo
mismo. Mis hijas suelen decir que, con los años, cada vez me parezco más a Doña
Cora, ese personaje de Antonio Gasalla, que cuenta una y otra vez su lesión en
la cadera. ¿Será la vejez o es que nos quejamos siempre de las mismas cosas
porque no se resuelven las necesidades de la Patria y del Pueblo? Necesidades
que duelen, una y otra vez. Como la cadera de Doña Cora…
En Mayo de 2009
escribí:
“Una
epidemia de dengue está en curso en nuestro país.”
“No
nos detendremos en el agente causal de esta enfermedad, ni en su vector, el
mosquito Aedes aegyptis.”
“Nos
interesa particularmente aquí, analizar los determinantes sociales de esta
epidemia. La cuestión no es secundaria. Es importante para saber si hay causas
sociales que deben solucionarse para enfrentarla y, más aún, prevenirla. Y
también para saber, si esta epidemia era evitable, porqué ocurrió.”
Lo
social en el Dengue
“En
la teoría de la promoción de la salud existen dos concepciones. En una se
considera que el estilo de vida que cada persona adopta individualmente es
condicionante de su enfermedad. Aquí el individuo es culpable de lo que le
aqueja. Otra concepción sostiene que es la sociedad la que condiciona y
promueve el estilo de vida individual. La primera concepción es predominante en
EE.UU. La segunda en Canadá. Las diferencias de resultados sanitarios están a
la vista.”
“En
el dengue, conocemos el microorganismo y aún sus cepas, tenemos reactivos para
diagnosticarlo, conocemos su vector, cómo se multiplica, cómo eliminarlo y
hasta cómo repeler su picadura. Sabemos que es preciso descacharrar
permanentemente y fumigar. Sabíamos que había dengue en países vecinos. Sin embargo,
no pudimos evitar la epidemia. ¿Qué pasó?”
“Hace
unos días (HM: mayo del año 2009) le
hice esa pregunta a un científico que está trabajando en la lucha contra la
epidemia (HM: de dengue),
en el frente de batalla. Esto me contestó textualmente: `Voy a tratar de darte una opinión que es de Perogrullo:
Hace más de 10 años que ocurren epidemias de dengue en los países limítrofes
del norte y esta enfermedad tiene como vector a un mosquito que crece en esa
mugre que te deja de molestar cuando vives en la miseria (cacharros). Los Aedes
no distinguen entre la mugre boliviana o paraguaya o brasilera y la nuestra.
Pero un buen plan de fumigación y un real alerta en función de lo que teníamos
tan cerca, aparentemente funcionó hasta ahora. Me parece que, como es de
esperar, y como ha ocurrido en otros años, se podría haber “cercado” a los
primeros casos (brote), pero vinieron a descubrir, luego de haberlo usado, que
el insecticida con que fumigaron había vencido aparentemente hace 4 años. Pero
una cosa es real: hay epidemia de dengue y esto no se resolverá sin acciones
sostenidas (léase políticas). En fin, esto es una muestra más de que hace rato
que la mediocridad, los gerentes baratos y la mala intención están demasiado
bien posicionados (como casi siempre) para que se proteja a la gente. ´”
“Se
aconseja descacharrar, pero ¿cómo descacharrar si se vive como en una Villa del
sur de la Capital, al lado de un desarmadero que tiene 7000 autos? ¿Cómo poner
alambre tejido contra los mosquitos en casillas cuyas medianeras, en esa villa,
están hechas con restos de los mismos autos del desarmadero y cuyas puertas y
ventanas a veces son precarias o no existen? ¿cómo descacharrar si se vive en
una villa a la vera del Riachuelo, con la basura entre las casas precarias y el
río? ¿Cómo usar mosquiteros en habitaciones precarias donde se vive hacinado?
¿Cómo usar repelente (que ya escasea y cuyo precio ha aumentado) si no se sabe
si se va a tener dinero para comer? ¿Cómo sacar el basural a cielo abierto (que
abunda en el interior y en el conurbano) si mucha gente tiene como única fuente
de trabajo el cirujeo allí y debe elegir entre morirse de hambre o de dengue?
¿Cómo no acumular agua si no se tiene agua corriente ni cloacas? Sólo se puede
aconsejar tapar los barriles con bolsas de plástico”
“Impotencia
de la ciencia ante la desigualdad social. Tal vez asistamos, en el mundo, al
que sea uno de los más grandes saltos científico-tecnológicos de la humanidad,
pero a la vez, convivimos con la más grande desigualdad de acceso a esos
avances.”
“Habría
que agregar a la prevención del Dengue: casas dignas en lugares dignos con
trabajo digno, agua corriente y cloacas. No basta subsistir al borde de la
muerte y la enfermedad: se debe honrar la vida. Dijo Carrillo: `no puede haber medicina sin
medicina social y ésta no puede existir sin una política social de Estado. ´”
“Hace
unos años (NR: año 1991),
en épocas de la epidemia de cólera debí dar charlas de prevención, en una
escuela de mi barrio, ante niños de tercer grado que veían al cólera como algo
novedoso. Para explicarles que no era nuevo, sino que era conocido y prevenible
se me ocurrió decirles que era como si vieran a las carabelas de Colón en el
río. Novedosas pero antiguas. Luego, con esa frase se titularía un artículo mío
sobre el cólera: `Carabelas sobre el Rio de la Plata.´”
Confesión
“Otra
vez (HM: en 1991, epidemia de cólera) di una charla en una villa de Esteban Echeverría. Quise explicar cómo
potabilizar el agua con lavandina poniendo unas gotas con un gotero. Pero
muchos no sabían que cosa era un gotero. Se me ocurrió decirles que mojaran un
trapito en lavandina y lo dejaran gotear sobre el agua. Pero me enteré que el
barrio pedía que hubiera una canilla con agua potable en las esquinas donde se
cruzaran dos calles. No tenían agua.”
“Una
de las asistentes era una joven madre junto a su bebita con claros signos de
deshidratación por diarrea y desnutrición. La mujer sabía cómo hidratarla
oralmente con cucharaditas de agua. Pero no había agua potable. Nuevamente:
impotencia de la ciencia ante la miseria y la desigualdad social.”
“Esa
noche no pude cenar. Tampoco dormir.”
“Resonaban
en mis oídos las palabras de Ramón Carrillo: `¿Cómo puede enorgullecerse la medicina de aplicar sus
técnicas cada vez más perfectas para resolver situaciones individuales, si por
cada caso que resuelve tiene infinidad de problemas colectivos de salud que
nunca podrán ser resueltos por iniciativa del médico?´”
“Si
Dios existe, en su infinita misericordia, tal vez perdone a los culpables de
esta miseria, a los que lucran con ella, a los que la ocultaron y ocultan por
intereses mezquinos, a los indiferentes que viven en sus palacios de cristal
copiados de paraísos inexistentes del “primer mundo desarrollado”.
“Yo
no los pude ni los puedo perdonar. Debo confesarlo.”
Esto
fue escrito en Mayo de 2009.
Hoy
nos azota, además del dengue, una pandemia que también, en sus orígenes, tiene algunas causales
sociales a las que nos hemos referido reiteradamente.
Su
expansión también tiene causas políticas y económicas: los ajustes a los
sistemas de salud pública, entre otras.
Nos
enteramos por la prensa, en el día de hoy, del papel de Techint, en la expansión
de la enfermedad en Bérgamo (Italia) por la presión de ese grupo económico para
que no se impusieran medidas de aislamiento que obstruyeran sus negocios. Es
más, como el holding tiene intereses en la medicina privada, se opuso a que ese
sector fuera controlado por el Estado italiano, en la emergencia. Y el grupo
obtuvo ganancias en la expansión de la pandemia en Italia, a través del sector
de medicina prepaga que controla.
Igual
que acá. Ese grupo y otros como él, se opusieron a que la medicina privada
fuera integrada a la medicina pública bajo una sola conducción, como ocurre en
toda emergencia de magnitud. Y, por supuesto, se opone ferozmente al impuesto
de emergencia a las grandes fortunas que comienza en 1% sobre patrimonios
superiores a 10.000 millones de pesos.
Se
entiende. Se calcula que la fortuna de Techint y su grupo controlante es de
8.000 millones de dólares.
Estamos
viendo ahora cómo repercutirá la pandemia en una sociedad mundial y nacional
azotada por la desigualdad. Qué consecuencia tendrá en los siempre postergados.
En los humillados y vilipendiados de América Latina, los sin tierra, los sin
techo, los sin trabajo, los sin pan, los sin salud, los sin educación. Los sin
derechos. Los sin agua potable.
En
Argentina se juntan la Pandemia, el Dengue, el hambre y las indignas condiciones
de vida. Tuvimos, después de 22 años el primer muerto por Sarampión. El
gobierno anterior se había olvidado de vacunar.
En
esta guerra con múltiples enemigos es imprescindible la conformación de Comités
Locales oficiales, con participación de los miles de Voluntarios Populares, que
saben de las necesidades de cada lugar. Debemos enfrentar a la vez al
coronavirus y al dengue. Y al hambre y la miseria.
El
aislamiento sanitario hasta ahora va dando frutos. El médico sanitarista
Esteban Lifschitz, investigador del Instituto de Medicina para la Seguridad
Social y Evaluación tecnológica (IMSSET) de la UBA y Director de la Carrera de
Médico Especialista en Evaluación de Tecnologías Sanitarias, sostiene que "El impacto de la cuarentena
fue muy positivo. Simulé varias veces cómo hubiera sido la progresión con
duplicación de muertos a razón de cuatro días -que era el escenario más
benévolo antes de la cuarentena- e íbamos a llegar a mediados de mayo con 87
mil muertos y la verdad es que el impacto de la cuarentena fue notable. No solo
porque la duplicación de casos está cada vez más espaciada -que hoy está entre
6 y 7 días- vamos a tener menos muertos, sino porque por no tener tantos casos,
no se vienen requiriendo tantas camas de terapia intensiva. Son 8.444 las camas
de terapia que tenemos en Argentina y estimé que el 50% pueden estar
disponibles para coronavirus -en parte por la decisión de liberar camas- y esas
4.222 camas se hubieran ocupado aproximada entre el 25 y el 26 de abril sin la
cuarentena. Por supuesto que todo análisis contrafactual está sujeto a
supuestos porque precisamente se trata de analizar lo que hubiera pasado si...,
no lo que pasó".
Pero
para triunfar hacen falta una activa acción popular y fondos, que deberán provenir
de quienes se enriquecieron estos años, como los bancos que, curiosamente,
siguen ganando.
Y
también decisión y rapidez para que lo necesario llegue adonde hace falta.
Y
si los acreedores de la usura internacional, los timberos de las finanzas y las
grandes fortunas se enojan, mala suerte para ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario