EL TRIUNFO ELECTORAL DE DONALD TRUMP
Por Martín Díaz
El mundo globalizado, interdependiente, y “razonable” del que
habla Mauricio Macri no es tal. Es un mundo donde crecen los factores de
disputa entre las potencias a expensas de países como el nuestro. Es un sueño
más que irrealizable esperar de ese mundo el apoyo para nuestro desarrollo
independiente. Sólo entregaremos hasta nuestra última gota de sangre y
soberanía, en camino a un precipicio de dolor...
No existen los “países serios” de los que habla el
Presidente...
Nuestra pregonada incorporación al mundo, lo es a ese mundo
donde crecen los factores de guerra y de rapiña salvaje... en Europa y en
China, en EE.UU y en Rusia...
Si alguien tiene la idea que nuestro país estará al margen de
esta escalada bélica impulsada por los matones imperialistas, sólo hay que ver
las maniobras militares que realizaron los colonialistas ingleses en Malvinas
entre el 19 y el 28 de octubre, que incluyeron el disparo de misiles y tuvieron
como “hipótesis de conflicto” una confrontación con Argentina.
En la base de este
fenómeno Trump está la persistencia de la crisis económica y social en la
primera potencia imperialista, que acrecentó las diferencias entre los más
ricos y los más pobres. Desde el inicio de esa crisis, que coincidió con el
final del período de Bush, hubo una ingente movilización popular contra sus
efectos más devastadores, como el movimiento "Somos el 99 por
ciento". Las promesas electorales de Obama en el sentido de revertir esa
situación social generaron expectativas en amplias franjas de la población e
impulsaron una movilización, que culminó con grandes concentraciones
históricas, como los centenares de miles que se congregaron en el cierre de su
elección en Chicago.
También ahora en EE.UU.
Desde hace un tiempo, también
en el Reino Unido con el BREXIT, como en otras potencias, sectores de sus clases
dominantes preparan a sus países para un mundo en el que se multiplican los
factores de guerra. También, son pasos hacia realineamientos de esos países en
el nuevo reparto del mundo que está en curso. Gran Bretaña ya no es “la reina
de los mares”, pero conserva un poderoso dispositivo estratégico mundial,
apoyado en los lazos de dependencia que tejió en la descolonización que siguió
a la Segunda Guerra Mundial, también en las posiciones coloniales que conserva.
Por eso fue un delirio de rápido despertar, la idea de Macri y Malcorra de un
diálogo con Inglaterra. Ni el apoyo a su candidatura en la ONU se consiguió.
La campaña electoral del
BREXIT mostró una profunda división en las clases dominantes en el Reino Unido
y sus componentes, en relación a los vínculos comerciales, políticos y
empresariales con los distintos sectores de las clases dominantes de los demás
27 países integrantes de la Unión Europea, en particular con los sectores del
capital financiero y monopolista de los países “rectores”, como Alemania,
Francia e Italia. Contradicciones que ya se venían expresando en el
mantenimiento de su soberanía monetaria por parte del Reino Unido y en la disputa
entre Londres y Frankfurt por ser el centro financiero de la UE.
Este fenómeno de
preparación para un mundo en el que se multiplican los factores de guerra se
repite en EE.UU, con el triunfo electoral de Donald Trump.
El gobierno de Obama
Durante su administración,
resumidamente, se acentuó la concentración social de la riqueza y las dos
principales minorías étnicas (negros e hispanoamericanos) continuaron
padeciendo la discriminación y el maltrato económico y social: nunca como en
esos años hubo tantas deportaciones de ilegales y se repitieron los hechos de
violencia racial, como los tristes episodios de Baltimore. Los puestos de
trabajo destruidos en la agonía de Bush, por la relocalización de industrias en
el exterior, principalmente China, fueron sustituidos por otros de escasa
especialización y muy baja paga, que no alcanza para una cobertura de las
necesidades más importantes. Fueron timoratas las reformas en salud y se
encareció la educación superior, dejando fuertemente endeudados a centenares de
miles de jóvenes de clases medias. En EEUU todas las universidades son pagas y
los estudiantes y sus familias sacan créditos para pagarlas después de
recibidos.
Impulsó el TPP (Tratado
Transpacífico de cooperación económica), que entre otras cosas, le da autoridad
a las compañías por encima del Estado. Que no podría, por ejemplo, fijar normas
sanitarias de determinados productos sin riesgo de ser demandado por
restricción al comercio.
El reverso de
aquella movilización inicial, fue una oposición sistemática en el Congreso a
toda iniciativa reformista y un recrudecimiento del racismo en los sectores más
reaccionarios. Los republicanos, encarnación cabal de esta tendencia, contaron
con una mayoría en el Senado que les permitió una labor obstruccionista.
No fue sólo Obama
quien incumplió las expectativas que despertó. Tampoco hubo respuestas del
partido Demócrata, que responde a sus mandantes, las petroleras y Wall Street.
El triunfo de Trump
Trump expresa a las
fuerzas más oscuras de la sociedad norteamericana. Representa a fuerzas no
religiosas y las cuestiones religiosas han dejado de tener peso en la campaña.
Ese es uno de los elementos por los que prevalece sobre los otros sectores
conservadores del Partido Republicano. Dice más directamente lo que el público
republicano quiere oír: “no a los musulmanes”, “vamos con más tortura”; aunque
después se retracte, lo primero que le sale es lo más troglodita. Dijo que iba
a ser neutral en el conflicto palestino-israelí, pero después fue a la
Conferencia American Israeli Political Action Comitee, una especie de lobby
proisraelí recalcitrante y dijo que “estoy con Israel todo el tiempo”.
Trump es una figura
autoritaria. Hay aspectos que parecen contradictorios: critica la guerra de
Irak: “¿para qué gastar tantos millones que se podrían haber usado en
infraestructura?”. Es un gran oportunista y demagogo, va captando lo que va
emergiendo de la gente. También recoge los temas que preocupan a los más
pobres. Dice “yo voy a traer los trabajos de vuelta”, y manda fabricar cosas en
China. Para hacer un edificio en Atlantic City, Trump trajo obreros polacos
para pagarles salarios más bajos. Recoge el efecto en la población de las
campañas contra los musulmanes y dice que les va a cerrar la frontera.
En la campaña apareció
la cuestión de Israel y Medio Oriente. Es sabido que el apoyo a Israel es una
política de estado en EEUU. En AIPAC (American Israel Public Affairs Committé,
Comité de Asuntos públicos Estados Unidos Israel) fueron a hablar todos los
precandidatos, menos Sanders, que es el único judío de todos ellos. Se abstuvo
de ir a esa reunión. Adujo un conflicto de horario pero hizo declaraciones en
el sentido de que es muy difícil un plan de paz si los palestinos no tienen
voz.
¿Quién paga la crisis?
Dice Marcelo Cantelmi en
Clarín: “EE.UU. ha vivido ya la irrupción de un
dirigente imprevisible y de discurso desorientado cuando George W. Bush alcanzó
casi sorpresivamente la presidencia en 2000. (...) El legado de Bush es central
porque es allí donde es posible hallar las huellas de este presente. El
oportunismo y la opacidad en esa presidencia produjo, apenas llegado al Salón
Oval, las dos mayores quiebras de las historia del capitalismo. Fue el prólogo
de la pesadilla final en el cierre de su segundo mandato, con la bancarrota de
todo el mercado en 2007 y 2008 origen de una desigualdad social sin precedentes
desde inicios del siglo pasado. La cereza sobre esa torta es el rudimentario
frente externo, donde Estados Unidos libra en Afganistán la guerra mas larga de
su historia. La irrupción terrorista sanguinaria de la banda de presunto perfil
religioso ISIS nace en la caldera inexplicable que abrió ese gobernante con el
ataque a Irak en 2003.”
“Todo ese descalabro de deuda social interna y fracaso
externo produjo una crisis de identidad. Su primera consecuencia fue el
nacimiento del fundamentalista y primitivo Tea Party, que se tornó en el ala
más poderosa del partido. Esa dinámica se corona ahora, en un grado superior,
con el desembarco en el tope del poder de Trump”
En el mismo diario
Clarín, otra editorialista, Paula Lugones, escribe:
“En las grandes ciudades de Estados Unidos y también en todo
el mundo se preguntan cómo un personaje intempestivo como Trump, que dijo que
los inmigrantes mexicanos son violadores o narcotraficantes, que se burló de
discapacitados, que prohibirá el ingreso de musulmanes y que admitió en un
video que manosea a las mujeres sin su consentimiento puede ser votado
masivamente. Es que Trump logró sintonizar con el malestar de las clases medias
industriales, rurales, sin estudios universitarios de ciudades pequeñas de la
"América profunda" que está frustrada porque hace años y años que no
puede progresar. Hombres y mujeres que se quedaron sin trabajo porque las
fábricas se van a otros países con costos más bajos o porque su tarea fue
remplazada por la de una máquina. Esa gente, si consiguió un nuevo empleo, gana
la mitad. Crecen las deudas, los problemas con las drogas, el malestar. Ven a
los inmigrantes como enemigos, como el "otro" que invade su trabajo y
su identidad estadounidense.”
Ese es el futuro que nos
espera a los globalizados. De adentro y de afuera. En estos días se supo que
hacer una carrera universitaria en EE.UU cuesta 60.000 dólares al año. Ni
hablemos de su sistema de salud. A ese mundo nos integran los administradores
de nuestra dependencia. Los de antes y los de ahora.
Continúa Paula Lugones:
“Es que la supuesta recuperación económica no benefició a
todos por igual. Mejoró el ingreso de los más ricos y sumergió a la clase
media. La desigualdad fue el gran trasfondo del malestar. Además, es evidente
que las minorías, que supuestamente se inclinan por los demócratas, no votaron
automáticamente por Hillary. Ella perdió en Florida, inundada de latinos.
Muchos hispanos son conservadores y también votan con el bolsillo. Ellos
también quieren un cambio supuestamente para estar mejor. Tampoco salieron en
masa los afroamericanos, que no vieron mejoras en sus vidas con el primer
presidente negro de la historia. En una visita a Macon, Mississippi, la ciudad
más pobre de Estados Unidos, con un 80% de afroamericanos, esta corresponsal
detectó fácilmente a varios que votaban por Trump.”
Hace pocos días, el Papa Francisco
dijo:
“Hay fuerzas poderosas que pueden neutralizar este proceso de
maduración de un cambio que sea capaz de desplazar la primacía del dinero y
coloque nuevamente en el centro al ser humano. Ese «hilo invisible» del que
hablamos en Bolivia, esa estructura injusta que enlaza a todas las exclusiones
que ustedes sufren, puede endurecerse y convertirse en un látigo, un látigo
existencial que, como en el Egipto del Antiguo Testamento, esclaviza, roba la
libertad, azota sin misericordia a unos y amenaza constantemente a otros, para
arriar a todos como ganado hacia donde quiere el dinero divinizado. ¿Quién
gobierna entonces? El dinero ¿Cómo gobierna? Con el látigo del miedo, de la
inequidad, de la violencia económica, social, cultural y militar que engendra
más y más violencia en una espiral descendente que parece no acabar jamás.
¡Cuánto dolor, cuánto miedo! Hay -lo dije hace poco-, hay un terrorismo de base
que emana del control global del dinero sobre la tierra y atenta contra la
humanidad entera. De ese terrorismo básico se alimentan los terrorismos
derivados como el narcoterrorismo, el terrorismo de estado y lo que
erróneamente algunos llaman terrorismo étnico o religioso. Ningún pueblo,
ninguna religión es terrorista. Es cierto, hay pequeños grupos fundamentalistas
en todos lados. Pero el terrorismo empieza cuando «has desechado la maravilla
de la creación, el hombre y la mujer, y has puesto allí el dinero» (Conferencia
de prensa en el Vuelo de Regreso del Viaje Apostólico a Polonia, 31 de julio de
2016). Ese sistema es terrorista.”
Seguramente muchos votaron contra
sus reales intereses. O contra sus derechos. Pero tampoco Hillary Clinton, del
establishment financiero y del sistema tradicional, expresaba sus derechos.
Los pueblos buscan sus caminos de
manera sinuosa. Como en el siglo pasado, antes de la Segunda Guerra Mundial,
estos grotescos personajes pululan en el mundo. Desde Trump a Putin, desde Xi Jinping
a sus emuladores en Europa. Sus planes son de ajuste, como el que Angela Merkel
impuso a Grecia. Quieren hacer pagar la crisis a los pueblos y los países como
el nuestro.
Es lo que dice Francisco:
“En nuestro último encuentro, en Bolivia, con mayoría de
Latinoamericanos, hablamos de la necesidad de un cambio para que la vida sea
digna, un cambio de estructuras; también de cómo ustedes, los movimientos
populares, son sembradores de ese cambio, promotores de un proceso en el que
confluyen millones de acciones grandes y pequeñas encadenadas creativamente,
como en una poesía; por eso quise llamarlos “poetas sociales”; y también
enumeramos algunas tareas imprescindibles para marchar hacia una alternativa
humana frente a la globalización de la indiferencia:
1. poner la economía al servicio de los pueblos;
2. construir la paz y la justicia;
3. defender la Madre Tierra.
Ese día, en la voz de una cartonera y de un campesino, se dio
lectura a las conclusiones, los diez puntos de Santa Cruz de la Sierra, donde
la palabra cambio estaba preñada de gran contenido, estaba enlazada a cosas
fundamentales que ustedes reivindican:
trabajo digno para los excluidos del mercado laboral;
tierra para los campesinos y pueblos originarios;
vivienda para las familias sin techo;
integración urbana para los barrios populares;
erradicación de la discriminación, de la violencia contra la
mujer y de las nuevas formas de esclavitud;
el fin de todas las guerras, del crimen organizado y de la
represión;
libertad de expresión
y comunicación democrática;
ciencia y tecnología al servicio de los pueblos.
Escuchamos también cómo se comprometían a abrazar un proyecto
de vida que rechace el consumismo y recupere la solidaridad, el amor entre
nosotros y el respeto a la naturaleza como valores esenciales. Es la felicidad
de «vivir bien» lo que ustedes reclaman, la «vida buena», y no ese ideal
egoísta que engañosamente invierte las palabras y propone la «buena vida».
Quienes hoy estamos
aquí, con orígenes, creencias e ideas diversas, tal vez no estemos de acuerdo
en todo, seguramente pensamos distinto en muchas cosas, pero coincidimos en
esos puntos. Supe también de encuentros y talleres realizados en distintos
países donde multiplicaron los debates a la luz de la realidad de cada
comunidad.”
"...En estos tiempos de parálisis, de desorientación y propuestas destructivas, la participación protagónica de los pueblos que buscan el bien común puede vencer, con la ayuda de Dios, a los falsos profetas que explotan el miedo y la desesperanza, que venden fórmulas mágicas de odio y crueldad o de un bienestar egoísta y una seguridad ilusoria. Sabemos que «mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales»"
"...En estos tiempos de parálisis, de desorientación y propuestas destructivas, la participación protagónica de los pueblos que buscan el bien común puede vencer, con la ayuda de Dios, a los falsos profetas que explotan el miedo y la desesperanza, que venden fórmulas mágicas de odio y crueldad o de un bienestar egoísta y una seguridad ilusoria. Sabemos que «mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales»"
Es hora de unidad de luchadores del
pueblo sufriente, de soldados de la patria oprimida, de combatientes de la
libertad y los derechos conculcados y pisoteados diariamente de mil maneras.
Que desechen caminos trillados mil veces que conducían a sufrimientos
indecibles.
En busca de construir una huella de
democracia grande, verdadera soberanía popular e Independencia de toda
dominación extranjera.
Como dice el Acta de nuestra
Independencia.
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