Salió la tercera novela histórica de Martín Sánchez Zinny
“La alumna del inglés” - EDICIONES B. Año 2014
NOVELA HISTÓRICA
He adquirido un vicio, no
recuerdo desde cuando (aunque sé que desde hace mucho tiempo). Me atrae
recorrer librerías.
De libros nuevos y de
“viejos”...
Hojeo libros para encontrar
una frase, un pensamiento, que justifique su compra. A veces adquiero aquellos
que necesito para un trabajo en curso. Pero las más de las veces compro textos
que me parece que voy a necesitar alguna vez, no sé cuándo...
En las librerías donde no me
conocen, un empleado me mira vigilante con las orejas paradas del perro
guardián, con ojos molestos por el que lee “de ojito”. En las que me conocen,
la imagen canina se transforma ya en la dormida y aburrida del perro que sabe
que soy “bicho conocido”... y seguro comprador.
O tal vez los años y las
canas me van transformando en un viejito confiable...
Empecé como ratón de
biblioteca en los años jóvenes, en mi Quilmes natal... La Municipal de Quilmes,
la Mariano Moreno de Bernal, la Estrada de la Iglesia, la de la Casa del Pueblo...
la de comité radical del barrio donde ví por primera vez grandes afiches de
Alem y a Yrigoyen mientras, a mis ocho años, aprendía caligrafía, la Goyena del
Mercado, o los libros que, de pasada, me tiraba algún peronista.
No había televisión... me leí
todo.
Recorrí autores
desordenadamente.
Ya graduado, al principio, la
formación en ciencias exactas y naturales, me concentraba en textos afines.
Después, la búsqueda de respuestas a injusticias populares o nacionales, me
hundió en otros temas de ciencias sociales...
Por esos años, el viejo
Checho me enseñó a buscar temas útiles para el momento y a preveer que ciertos
hallazgos servirían algún día... a mí o a otros. Él siempre buscaba recordándome
(o, mejor, recordándonos) y, cada tanto, aparecía con un “incunable” que “sería
de utilidad, que valía la pena leer”. Cuando ya no estuvo entre nosotros
físicamente, yo ya había adquirido su sistema de águila que percibe la presa a
la distancia...
Cuando tuve que hacer un alto
obligado en mi meandroso camino, descubrí de nuevo, para aprovechar el tiempo,
a la novela, al cuento...
Las lecturas fueron más
ordenadas (dentro de lo posible y “permitido” por otros “vigiladores”),
buscando aquello que decía Bertold Bretch:
“Literaturas enteras concebidas en expresiones
selectas serán investigadas para encontrar indicios de que también vivieron
rebeldes donde hubo opresión.”
De “yapa” aprendí a disfrutar el arte del que
escribe, que opera como si pintara un cuadro, como si compusiera música. Aquello
que no sólo tiene un mensaje sino que tiene “belleza”...
Sirva esto de prólogo para
contar que, “callejeando” por Corrientes y por Avenida de Mayo, entré en una
librería de “nuevos”. Y tropecé con la tercera novela histórica de Sánchez
Zinny: “La alumna del inglés”.
Las anteriores fueron “Unidos
del Sud” y “Gracias, mujer...”.
Sabía, como ratón de
biblioteca, que faltaba un tercer libro en la saga. Creía que estaba por salir.
Extrañas razones editoriales, presentaciones que tal vez se me escaparon o que no
existieron por error de “marketing”, hicieron que ignorara que el nuevo libro
estaba en “la calle”.
Hojee rápidamente el texto...
en lectura diagonal.
Allá por la página 210,
encontré el justificativo para la compra.
Transcribo el largo párrafo,
por si a otro le sirve, por si le inspira algo, por si lo atrae como me atrajo
a mí:
“El pueblo ni se da cuenta.
Los jinetes, al paso, inician el postrero esfuerzo de quemar las leguas que
faltan. Los perros, con desidia, ladran casi por compromiso. Unos metros nada
más. Vuelven a hacerse un ovillo, bajo la sombra de unos ceibos. El denso
matorral se traga a los jinetes. Su espalda desaparece entre los traicioneros
espinillos.
–¿Sabe una cosa, míster?– rompe
el silencio Molina. Hace más de una hora que ambos avanzan ensimismados.
–Diga, sargento.
–En tuito ese trabajo suyo-
dice, señalando la cartera que lleva siempre terciada – debería hablar un poco
de la gente pajuerana.
–Para eso me han enviado.
Mis apuntes darán forma a informes y documentos que podrán el día de mañana
servir de...
–No, míster. Usté da más
gueltas que sebo e´tripa – El sargento se acomoda el chambergo para cubrirse
mejor del sol.
–Hablo de la gente común,
de la pionada. El pobre desgraciao del curita. Los milicos y los salvajes –lo
mira – No del Restaurador, el juez, el comandante...
Molina se tapa un orificio
de la nariz y sopla con fuerza arrojando una mucosidad verdosa contra unos
cardos
–De tuitos esos personajes
siempre va a cacarear la historia. ¿Pero quien va a acordarse del Teniente
Sorzano? – se encoje de hombros – ¿Quién? ¡O de los malos bichos como ese
Morales! ¡Los renegaos! ¡Mire! –indica. Detiene su animal y se apea.
Antonio lo observa sin
entender, desde su posición, montado. Molina araña un puñado de tierra del
costado en sombras de la huella. Se la presenta al inglés. De una masa de humus
renegrido asoman dos lombrices, descubiertas a la luz del día.
–Dicen que esta tierra es
un regalo de Tata Dios.
El inglés reconoce en
silencio que jamás ha visto ese color de suelo.
– ¡Mentira! –exclama,
mientras devuelve el terrón al suelo – ¡A todos los que la queremos, nos ha
costao muy cara! –sentencia. Le da la espalda al historiador y monta su
caballo– ¡Dejo de darle a la sin güeso!
¡Pero usté, míster, métalo con lindura en sus papeles... si es culo!”.
El libro es “La alumna del
inglés” de Ediciones B. 2014. Tal vez valga la pena leerlo...
Horacio
Micucci
No hay comentarios:
Publicar un comentario