sábado, 11 de abril de 2015

Salió la tercera novela histórica de Martín Sánchez Zinny. “La alumna del inglés” - EDICIONES B. Año 2014

Salió la tercera novela histórica de Martín Sánchez Zinny

“La alumna del inglés” -  EDICIONES B. Año 2014

NOVELA HISTÓRICA


He adquirido un vicio, no recuerdo desde cuando (aunque sé que desde hace mucho tiempo). Me atrae recorrer librerías.
De libros nuevos y de “viejos”...
Hojeo libros para encontrar una frase, un pensamiento, que justifique su compra. A veces adquiero aquellos que necesito para un trabajo en curso. Pero las más de las veces compro textos que me parece que voy a necesitar alguna vez, no sé cuándo...
En las librerías donde no me conocen, un empleado me mira vigilante con las orejas paradas del perro guardián, con ojos molestos por el que lee “de ojito”. En las que me conocen, la imagen canina se transforma ya en la dormida y aburrida del perro que sabe que soy “bicho conocido”... y seguro comprador.
O tal vez los años y las canas me van transformando en un viejito confiable...
Empecé como ratón de biblioteca en los años jóvenes, en mi Quilmes natal... La Municipal de Quilmes, la Mariano Moreno de Bernal, la Estrada de la Iglesia, la de la Casa del Pueblo... la de comité radical del barrio donde ví por primera vez grandes afiches de Alem y a Yrigoyen mientras, a mis ocho años, aprendía caligrafía, la Goyena del Mercado, o los libros que, de pasada, me tiraba algún peronista.
No había televisión... me leí todo.
Recorrí autores desordenadamente.
Ya graduado, al principio, la formación en ciencias exactas y naturales, me concentraba en textos afines. Después, la búsqueda de respuestas a injusticias populares o nacionales, me hundió en otros temas de ciencias sociales...
Por esos años, el viejo Checho me enseñó a buscar temas útiles para el momento y a preveer que ciertos hallazgos servirían algún día... a mí o a otros. Él siempre buscaba recordándome (o, mejor, recordándonos) y, cada tanto, aparecía con un “incunable” que “sería de utilidad, que valía la pena leer”. Cuando ya no estuvo entre nosotros físicamente, yo ya había adquirido su sistema de águila que percibe la presa a la distancia...
Cuando tuve que hacer un alto obligado en mi meandroso camino, descubrí de nuevo, para aprovechar el tiempo, a la novela, al cuento...
Las lecturas fueron más ordenadas (dentro de lo posible y “permitido” por otros “vigiladores”), buscando aquello que decía Bertold Bretch:
“Literaturas enteras concebidas en expresiones selectas serán investigadas para encontrar indicios de que también vivieron rebeldes donde hubo opresión.”
 De “yapa” aprendí a disfrutar el arte del que escribe, que opera como si pintara un cuadro, como si compusiera música. Aquello que no sólo tiene un mensaje sino que tiene “belleza”...
Sirva esto de prólogo para contar que, “callejeando” por Corrientes y por Avenida de Mayo, entré en una librería de “nuevos”. Y tropecé con la tercera novela histórica de Sánchez Zinny: “La alumna del inglés”.
Las anteriores fueron “Unidos del Sud” y “Gracias, mujer...”.
Sabía, como ratón de biblioteca, que faltaba un tercer libro en la saga. Creía que estaba por salir. Extrañas razones editoriales, presentaciones que tal vez se me escaparon o que no existieron por error de “marketing”, hicieron que ignorara que el nuevo libro estaba en “la calle”.
Hojee rápidamente el texto... en lectura diagonal.
Allá por la página 210, encontré el justificativo para la compra.
Transcribo el largo párrafo, por si a otro le sirve, por si le inspira algo, por si lo atrae como me atrajo a mí: 

“El pueblo ni se da cuenta. Los jinetes, al paso, inician el postrero esfuerzo de quemar las leguas que faltan. Los perros, con desidia, ladran casi por compromiso. Unos metros nada más. Vuelven a hacerse un ovillo, bajo la sombra de unos ceibos. El denso matorral se traga a los jinetes. Su espalda desaparece entre los traicioneros espinillos.
–¿Sabe una cosa, míster?– rompe el silencio Molina. Hace más de una hora que ambos avanzan ensimismados.
–Diga, sargento.
–En tuito ese trabajo suyo- dice, señalando la cartera que lleva siempre terciada – debería hablar un poco de la gente pajuerana.
–Para eso me han enviado. Mis apuntes darán forma a informes y documentos que podrán el día de mañana servir de...
–No, míster. Usté da más gueltas que sebo e´tripa – El sargento se acomoda el chambergo para cubrirse mejor del sol.
–Hablo de la gente común, de la pionada. El pobre desgraciao del curita. Los milicos y los salvajes –lo mira – No del Restaurador, el juez, el comandante...
Molina se tapa un orificio de la nariz y sopla con fuerza arrojando una mucosidad verdosa contra unos cardos
–De tuitos esos personajes siempre va a cacarear la historia. ¿Pero quien va a acordarse del Teniente Sorzano? – se encoje de hombros – ¿Quién? ¡O de los malos bichos como ese Morales! ¡Los renegaos! ¡Mire! –indica. Detiene su animal y se apea.
Antonio lo observa sin entender, desde su posición, montado. Molina araña un puñado de tierra del costado en sombras de la huella. Se la presenta al inglés. De una masa de humus renegrido asoman dos lombrices, descubiertas a la luz del día.
–Dicen que esta tierra es un regalo de Tata Dios.
El inglés reconoce en silencio que jamás ha visto ese color de suelo.
– ¡Mentira! –exclama, mientras devuelve el terrón al suelo – ¡A todos los que la queremos, nos ha costao muy cara! –sentencia. Le da la espalda al historiador y monta su caballo– ¡Dejo de darle a la sin güeso!  ¡Pero usté, míster, métalo con lindura en sus papeles... si es culo!”.

El libro es “La alumna del inglés” de Ediciones B. 2014. Tal vez valga la pena leerlo...
Horacio Micucci

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