lunes, 22 de octubre de 2012

DOS DOCUMENTOS HISTÓRICOS: militares legalistas



NI TODOS LOS CIVILES SON AMIGOS NI TODOS LOS MILITARES SON ENEMIGOS.
RESISTENCIAS A LOS GOLPES MILITARES
DOS DOCUMENTOS HISTÓRICOS
Se ha hundido en el olvido que hubo resistencia al golpe de estado de setiembre de 1930, en el seno de la Fuerzas Armadas, ocultando (para que no cundiera su ejemplo en el futuro) la acción de los grupos legalistas que, dicho sea de paso, también existieron después del Golpe de 1955 y que se expresaron en el Movimiento de junio de 1956, donde el Teniente Coronel Adolfo Philippeaux tuvo una activa y destacada participación.
En efecto, la resistencia al golpe del 30 tuvo importante eco en los cuarteles, expresándose en levantamientos militares como el de los suboficiales en Córdoba (orientados por Amadeo Sabattini) el 27 de diciembre de 1930, el dirigido por el General Severo Toranzo el 20 de febrero de 1931 en Buenos Aires y el encabezado por el Teniente Coronel Gregorio Pomar el 20 de junio de ese mismo año, en Corrientes.
Ya bajo el gobierno del General Justo, el 28 de junio de 1932, era asesinado en Curuzú Cuatiá, Corrientes, el Mayor Regino Lascano, quien era parte del movimiento cívico militar comandado por el Teniente Coronel Atilio Cattaneo, finalmente desbaratado en diciembre de ese año. Más tarde se produciría el levantamiento del 28 de diciembre de 1933 dirigido por el Teniente Coronel Roberto Bosch en Paso de los Libres (Corrientes), con ramificaciones en Santa Fe y Buenos Aires, del que participaron Arturo Jauretche y Luis Dellepiane, luego fundadores de FORJA.
Nos parece conveniente transcribir dos documentos históricos. El primero es una carta dirigida por el General Severo Toranzo, desde el exilio, al General José Félix Uriburu. El segundo documento es el último discurso del Teniente Coronel Adolfo Phillippeaux, en conmemoración del Día de la Reconquista, en el año 2004. Recordamos al lector que el Teniente Coronel Philippeaux fue uno de los militares legalistas que se sublevó y armó al pueblo de La Pampa, en el Movimiento legalista de junio de 1956, que dirigía el General Valle, fusilado por los golpistas del 55.
PRIMER DOCUMENTO
General Severo Toranzo: "Al General Uriburu" (20 de febrero de 1932)
Carta del General Severo Toranzo al General Uriburu, Montevideo 20 de febrero de 1932.
Al general retirado José F. Uriburu, Buenos Aires.

Le dirijo estas líneas asumiendo también y por derecho de antigüedad la representación de los militares de toda jerarquía a quienes usted y sus esbirros han ofendido infamemente, apoya­dos en la fuerza brutal que ha tenido en sus manos, para deshonra de la civilización desde el día del malón del 6 de septiembre hasta la fecha.
Solamente en un alma vil y cobarde podían anidar los sal­vajes instintos que usted ha revelado, ensañándose con sus propios camaradas del ejército al punto de hacerlos azotar y torturar, de uniforme, por verdugos civiles y policíacos que han emulado a los más sombríos y repugnantes personajes de la historia.
Cuando pienso que una hiena como usted se ha disfrazado durante 47 años con el uniforme de los defensores de la Consti­tución, prometiendo, engañando, adulando, mintiendo y corrompiendo conciencias de oficiales de todos los grados, no encuentro monstruo con quien compararlo en los anales de nuestra vida democrática.
Esa es su obra, que tendrán que recordar con horror las futuras generaciones argentinas. Ha habido un Caín capaz de atentar contra la vida, contra el honor y contra la dignidad de sus compañeros de armas, dividiendo la familia militar en dos bandos irreconciliables y sembrando odios tan profundos que quién sabe cómo y cuándo podrán ser amortiguados.
Hasta el 6 de septiembre de 1930 teníamos un ejército que era el ídolo de los argentinos. Nadie, entre los peores gobernantes, había osado emplearlo como instrumento de opresión en contra del pueblo. El ejército se dedicaba tranquilamente a prepararse para la defensa de la soberanía nacional. Vd. y sus secuaces aten­taron contra su disciplina, corrompiéndolo con dádivas y prebendas y utilizándolo para la consecución de sus inconfesables fines. Hoy el ejército argentino es execrado por el verdadero pueblo.
Las persecuciones de que Vd. y sus cómplices hicieron vícti­mas a todos aquellos jefes y oficiales sospechados del crimen de no pensar como Vd., forman por sí solas un vergonzoso capítulo de los cargos que algún día —así lo espero— podrán formularse ante las autoridades de un régimen de libertad. Las historiaré brevemente, en lo que me concierne de un modo personal.
El día 9 de septiembre de 1930 ordenaba Vd. la prisión e incomunicación absoluta, en el arsenal Esteban de Luca, del sus­cripto, de los generales Baldrich y Mosconi y de más de cincuenta jefes de menor jerarquía, cuyo único delito consistía en no ha­berse presentado ante Vd. o su pseudo-ministro de guerra para hacer acto de pleitesía ante el cacicazgo que se entronizaba.
Dos días se nos mantuvo en esta humillante situación. ¿Qué nos restaba por hacer, a los que no habíamos perdido la dignidad de argentinos participando en el motín, sino retirarnos inmedia­tamente de las filas de un ejército que ya no tenía leyes? Así procedí, junto con otros, para salvar mi honor de soldado y no tener que prestar acatamiento a un gobierno de asaltantes, que llegaba al poder público con la vincha de Calfucurá.
Desde que se nos puso en libertad entró en acción su siniestra policía, para no abandonarnos ni siquiera más allá de los confines patrios. El miedo del "presidente provisional" y de sus ministros, comenzando por Sánchez Sorondo, de ingrata recordación, veía conspiraciones y "complots" en toda reunión, en toda conversación y en las más inocentes manifestaciones de la vida diaria.
Había que encontrar pretextos para deshacerse de todos aque­llos ciudadanos de algún valer que anhelaban la libertad de la patria y de quienes se sabía que estaban dispuestos a sacrificarle sus vidas en cualquier momento.
Dirigida por encausados de la justicia, la policía de investi­gaciones intentó calmar el miedo permanente en que Vd. vivía, "descubriendo" un movimiento revolucionario encabezado por mí. Con tal propósito en vista, y afirmando capciosamente que se pensaba aprovechar los días de Carnaval de 1931 para el estallido, fueron encarcelados numerosos oficiales y civiles y se trató de capturarme, a mí, sobre quien pesaba una orden de prisión y de muerte dada por Vd.
Fracasó el intento en lo que a mí se refería, pero se encontró justificado detener a mi hijo, el teniente Toranzo Montero, que se encontraba sirviendo en un regimiento a más de mil kilómetros de la Capital. Las torturas morales y físicas que le aplicó su  gobierno por intermedio de los criminales Alberto Viñas, Bautista, Molina, comisario Galatto y otros "valientes" de la misma calaña  son dignas de figurar únicamente en el proceso de un Torquemada. Estos sujetos llegaron hasta comunicarle mi fusilamiento y ame­nazarle con la reclusión de su madre y hermanas en el buen Pastor.
Usted hizo publicar en el pasquín "Ultima Hora", con mi retrato, la calumniosa especie de que yo había jurado fidelidad a su gobierno. A usted le constaba que tal cosa era mentira. Pero de un cobarde como usted sólo es dable esperar calumnias y difamaciones.
Si en mi país hubiesen existido leyes, me hubiera presentado tranquilamente, ante mis jueces naturales, para sincerarme, en la seguridad de que no había cometido delito alguno.
Era ya entonces un general retirado, por propia voluntad, y en ningún momento me acerqué a un establecimiento militar. Es cierto que mantenía y mantengo estrecha relación con la mayoría de las víctimas de su miedo, pero es falso que yo intentase pro­ducir una "alteración de orden público", como despectivamente usted y su policía inventaron. Muy diferente era mi actividad: aspiraba tan sólo a defender la patria contra la horda de delin­cuentes que la esclavizaba después de haber abolido la Constitu­ción. Tratabase de orientar indispensables acciones libertarias, de sedimentar conciencias democráticas y engendrar sagradas rebel­días, cosas todas éstas que su torpe mentalidad no alcanzará a comprender, pero que debían servir —y servirán tarde o tem­prano— para consolidar la conciencia de libertad que deben tener todos y cada uno de los argentinos, amantes de su patria.
Por este crimen —por el crimen de aspirar a que el país se repusiese del malón de septiembre, reintegrándose al imperio de sus instituciones— usted me emplazó como a un delincuente y me hizo destituir por intermedio de sus amanuenses Medina y Sánchez Sorondo.
Poco valor atribuyo a tal desmán. He sido consagrado tres veces oficial superior por un Senado de legítimo origen constitucional. Soy, pues, general de la Constitución y ningún innoble mandón como usted puede arrebatarme la alta jerarquía militar que invisto, como premio a cuarenta años de ininterrumpidos y leales servicios, orientados siempre a la consolidación de la disci­plina, al perfeccionamiento de la instrucción y a la generación de los más nobles sentimientos patrióticos en los militares de todos los grados. Las tropas que tuve el honor de comandar fueron siempre baluarte de disciplina en el ejército. Baluarte indispen­sable para contrarrestar la obra disolvente en que usted siempre estuvo empeñado con su secta; con esa secta de traidores a la patria que le ha acompañado en el gobierno.
La carrera militar de usted —navegante en todas las armas desde su egreso del Colegio Militar: infantería, artillería, inge­nieros y caballería— constituye el más acabado ejemplo del favoritismo, sin cuyo concurso no habría usted llegado nunca ni a capitán. Pero, sobrino de un presidente, y beneficiario por matri­monio de las ganancias del puerto Madero, le fue fácil conseguir, mediante halagos y convites sociales, lo que nunca hubiera podido obtener por sus virtudes y capacidades profesionales.
Posteriormente, cuando perdió la fortuna del matrimonio, usted se dedicó a la usura y a la coima. Ejemplos típicos de la suciedad de sus "negocios", que me exime de detallarlos, es su íntima vinculación con el Banco de Finanzas y Mandatos y su participación en el peculado de la yerba mate.
Llegó el 6 de septiembre, día de luto para la democracia argentina. Al amparo de un régimen de fuerza al que la historia aplica desde ya los más infamantes calificativos, usted y sus aprovechados colaboradores dedicáronse a saquear la Caja de Conversión, nuestro sagrado tesoro, exponente de la riqueza na­cional y de un gran poderío económico; ya casi no existe. Y hoy en día no tenemos dinero ni para pagar a la administración pública. ¿Cómo hemos de tenerlo, después de haber usted derro­chado millones y millones en mantener parasitarias "legiones” cívicas verdaderos ejércitos de voraces espías de ambos sexos? Ahí está el fruto más visible de la "revolución" y de su trágico desgobierno.
Vd. y su pandilla, de reaccionarios sin moral ni conciencia, hicieron recaer todo el peso de sus odios brutales sobre el pueblo libre y trabajador, cuyo martirologio en la persona de sus jefes y dirigentes más destacados, no tiene paralelo en la historia de nuestras luchas sociales. Al acentuar hasta el paroxismo, con esa inhumana política, la división de los argentinos en explotados y explotadores, en siervos y señores, Vd. y sus esbirros se han hecho responsables de las desgracias en que sumirán al país los violentos conflictos que han venido incubándose y que fatalmente estallarán cuando las garras del despotismo dejen de apretar la garganta del pueblo, o antes si la opresión continúa.
Tampoco respetó Vd. a los obreros de la inteligencia, a esa brillante juventud universitaria, cuyo crimen consiste en querer una patria remozada, adicta, a los postulados de la justicia social. Más de uno pagó con su vida, en pleno centro de Buenos Aires, la, osadía de protestar públicamente contra el oprobio que por culpa de Vd. y de sus secuaces motineros padece la República.
La desocupación, la miseria y el hambre se ciernen hoy sobre el pueblo argentino. Ningún gobierno del pasado, por objetable y nefasto que con justicia haya podido considerársele, arrastró jamás al país a un caos económico semejante al que hoy lo destroza.
Simulando patriotismo, Vd. es, en realidad, un agente venal de turbios intereses extranjeros. Los recargos de impuestos al pueblo por simples decretos —úkases— como el vergonzoso de la nafta, pomposamente fundado en la necesidad de construir cami­nos, pero en realidad obedeciendo a presiones de la Standard Oil —a la cual, por otra parte, se le han revalidado todas las prebendas acordadas por los gobiernos de Salta, anteriores y posteriores al del Dr. Adolfo Güemes, y en el orden nacional en la zona de Comodoro Rivadavia y Plaza Huincul— constituyen un índice significativo de la influencia de que han gozado, en el "gobierno provisional" y sus pretorias de provincias, las grandes empresas extranjeras.
Nuevamente, pues, y ahora por obra de usted y con caracteres de inusitada gravedad, queda amenazada la integridad soberana de la república en su patrimonio económico. Este es otro de sus grandes títulos para la posteridad.
El crudo nepotismo que hoy domina en la nación y en las provincias, en cuyos gobiernos ha entronizado usted la propia parentela y la de sus cómplices hasta el décimo grado, constituye otro ejemplo del "altruismo" de sus procederes, así como de la magnitud de los "sacrificios" que usted y su secta han "realizado" en aras de la patria, como lo expresara usted tan repetidas veces en su ampulosa cínica oratoria.
Culmina toda esta infamia con los nombramientos para re­presentar al país en el extranjero, recaídos en Viñas, Bautista, Molina, Lugones y otros, como premio al servilismo con que se prestaron a oficiar de verdugos, aplicando por orden directa de usted, medioevales torturas a los argentinos que no se avinieron a transar con la tiranía.
Con sus dádivas y favores, finalmente usted ha prostituido la conciencia de miles de argentinos, principalmente militares, y ha introducido en el ambiente moral del país un fermento de degeneración que costará mucho esfuerzo extirpar. Sólo así se explica que al usurero Uriburu, se le obsequie una casa mientras el gran Sarmiento murió pobre, en una humilde choza. Los tiem­pos, ciertamente, han cambiado.
Deliberadamente he retardado, hasta hoy el envío de esta carta. Antes se hubiera cubierto usted con su posición usurpada.
No necesito extenderme más. Con lo dicho basta para demostrarle sus delictuosas y cobardes hazañas.
General Severo Toranzo
20 de febrero de 1932
Fuente: Extraído del libro "El Plan de 1932" del Teniente Coronel Atilio Cattaneo.

SEGUNDO DOCUMENTO
Discurso pronunciado por el Tte. Cnel. (R) Don Adolfo C. Philippeaux el 12 de agosto de 2004, con motivo del 198º aniversario de la Reconquista de Buenos Aires
Queridos amigos, compatriotas, ¡compañeros!:
Yo soy peronista, así que no puedo empezar de otra manera.
Quiero decirles, ya que dije compañeros, que en esta lucha actual que llevamos contra la hipocresía de quienes nos mandancontra la entrega del patrimonio nacional, coincidimos hombres de centro como yo y algunos de izquierda que militan fuertemente. Algunos se quejan, dicen: “Che, Philippeaux, vos sos militar”. Sí, ¿y?... Mi padre también era militar ¿y qué tiene que ver?... Pero yo ando con la izquierda porque también son argentinos, porque también están gritando por la entrega del poder y la obsecuencia a los imperialismos, y por otra parte, yo me junto con quien quiero. ¿Estamos claros compañeros?
Porque cuando estábamos presos (yo estuve condenado a muerte y me la banqué), cuando nos tiraban tantos tiros como me han tirado a mi, no aparecían esos “consejeros”.
Ahí estamos en la lucha por la supervivencia. Y yo he tirado muchos tiros. ¡También!... fui campeón de arma de guerra. Porque yo fui deportista, con otros muchachos... Recuerdo en el año ’51 salimos: Argentina en primer lugar, EE.UU. en segundo. En las olimpíadas en el año ’55 fue al revés, primero EE.UU., segunda Argentina, pegaditos ahí... Yo hacía esto porque me lo ordenaba el General. Me dijo: “Philippeaux usted va, compite, gana, no se me pone de novio por ahí, y vuelve. ¿Entendido?” Y yo cumplí el pedido del General.
Pero: ¿y ahora? ¿Qué pasa con el deporte? ¿Qué dicen los gobernantes de turno? ¡Si en la última olimpíada salimos detrás de Nicaragua! ¡Octavo salimos! ¡Un desastre! Las que andan bien son esas “Las Leonas”  que juegan al hockey y nada más, el deporte anda para el carajo como todo el país.
Yo me expreso con toda libertad porque a ustedes los quiero mucho: ustedes son los argentinos que pueden salvar al país y por eso les hablo con franqueza. ¡No van a querer venir a asustarme ahora! ¡Que me vienen con eso de que voy a ir en cana! Primero que con la edad que tengo, estoy cerca de los ochenta, no van a hacer una ley especial para mi, me van a tener que dejar en mi casa, como hacen con todos esos ladrones y corruptos que no tienen ni un día de prisión.
Muchas veces yo veo a dirigentes de mi propio partido: ¿cuando estuvieron en cana?
Algunos, por ahí, en algún barco...bien atendidos... pero ¿en qué prisión estuvieron? ¡No!, en ninguna. Vamos a hablar con la verdad...
Bueno...pero vamos a hablar del tema que nos convoca: este día de la Reconquista. Quiero rendir mi homenaje a esos hombres del pueblo argentino que se juntaron y armaron para defender a esta parte de Sudamérica de las invasiones inglesas.
Fíjense que ejemplo que nos dieron: se unieron, se armaron, porque estaban dentro del territorio, porque si hubiese sido como en la guerra de las Malvinas, donde fuimos a hacer la guerra en un punto “x” del océano, lejos del sentimiento popular y de su apoyo, no como se dio en la segunda invasión inglesa en la que nuestras mujeres, nuestras madres, con agua hirviendo le tiraban a los ingleses...
Yo, por ejemplo, quería ir a pelear a las Malvinas, pero no se podía; iban nada más que los “milicos” que mandaba el gobierno, pero si hubiese sido en el territorio nacional, hubiésemos podido luchar muchos argentinos y los hubiésemos quemado vivos a los ingleses.
Esta fue una guerra injusta de todo punto de vista, pero sirvió para unir a los argentinos, para poder darnos cuenta que tenemos que estar juntos y defendiendo lo que nos pertenece.
Fíjense que esa unión es tan grande, que quienes no tuvimos la suerte de combatir en Malvinas, no tuvimos esa suerte, no la tuve justo cuando todavía era campeón de tiro y ¡cuánto ingleses hubiera matado!... pero no me dejaron...
Tenemos que unirnos y estar preparados. Porque yo observo algo muy grande dentro de todo lo que es América.
Resulta que estamos mandando tropas a Haití, pero ¡por favor! ¡Pobre Haití!, ¡todavía le mandamos tropas a Haití! Lo que tenemos que hacer los americanos es unirnos. Y cuando uno habla de, por ejemplo, Malvinas, cuando llegue el momento justo, estar todos juntos ahí. También hay que recordar quienes apoyaron y quienes no. Recuerdo que Perú ofreció tropas, se comportaron como verdaderos hermanos. Pero hubo otros, como un tal Pinochet (¡todavía vive este tipo! ¡No se muere nunca!), resultó ser un alcahuete de la Thatcher, ¡qué barbaridad!
¡Cuándo San Martín cruzó los Andes para lucha por la libertad de Chile! ¡Cuándo los argentinos marchamos hasta Perú! Y este desgraciado pasando datos de los argentinos, haciendo de alcahuete ¡nunca se lo vamos a perdonar a ese desgraciado! Y tengamos muy en cuenta porque esa fue una gran traición a todos los americanos.
Fuimos traicionados por quien era presidente de Chile, claro, era un dictador, pobre pueblo chileno; un alcahuete de la Thatcher, carne y uña con esa asesina y esos asesinos de los ingleses.
Veamos también este tema que nos interesa. El petróleo que tienen Venezuela o Irak. Si Irak no tuviera petróleo nadie sabría ni donde queda, lo que ocurre es que los imperialistas son insaciables, siempre quieren más, y van a los países subdesarrollados donde pueden sacar petróleo.
Y a la Argentina van a venir: ya compraron media Patagonia, tenemos muchos recursos que ellos quieren. Pero deberíamos estar unidos todos los americanos, entonces, cuando aparezca cualquier potencia, sea Inglaterra, EE.UU., cualquiera porque son todos imperialistas, unidos todos darles la paliza que se merecen dentro de América.
Yo pienso en el Gral. San Martín, ¡y por dónde no anduvo el General con sus tropas luchando por la libertad. Y resulta que ahora nosotros mandamos tropas a Haití porque le convienen a EE.UU. ¡Qué tenemos que hacer nosotros ahí! ¡Pobre Haití! ¿No tiene bastantes desgracias con los malos gobiernos que sufren como para que encima le mandemos nuestras tropas? ¿A quién van a cuidar? ¿O quieren impedir que alguien se subleve, tome las armas y enfrente al imperialismo? Estamos pasando esta vergüenza de mandar tropas a ese pequeño país de Centroamérica.
¿O será para meterle una puñalada a Fidel Castro? Porque yo no comparto su ideología pro-comunista, pero hay que reconocer que es un coloso... es un tipo que se puso de soldado, hizo un curso con un coronel español durante tres años que lo tenía rajando, y se hizo soldado y miren la paliza que le dio ese hombrecito que todavía esta ahí frente a EE.UU.
Acá no es cuestión de izquierdas o derechas, hay que ver en donde estamos parados lo argentinos. Yo les vuelvo a repetir: el enemigo de mi enemigo es mi amigo.
Así que por ahí hay algunos muchachos que les molesta que yo ande con la izquierda, por ahí algún camarada se molesta (sobre todo los de arriba), pero yo voy a donde quiero. No voy a andar preguntando que cartel tenés, si tenés una bandera roja ¡a mi eso me importa un carajo! Yo voy donde quiero y voy por la libertad y por la soberanía de mi patria.
Vine a Buenos Aires por un homenaje a ese patriota formidable que fue Alejandro Olmos.
Este tema de la deuda externa, el Fondo nos presiona, pero peor son los argentinos que se prestan —por una “cometa”, porque no lo hacen de “buena voluntad”— a facilitar los pagos de la deuda externa.
Cuando se fue el peronismo, que fui de nuevo en cana porque yo era Secretario de Deporte y Turismo, la deuda externa cuando se fue Isabelita —con todas las fallas que haya tenido pobrecita—, era de cinco y pico de miles de millones de dólares. ¡Y vean como estamos ahora! ¿Nadie es responsable? ¿Todos se lavan las manos? ¿Nadie va en cana? ¿O van a venir a venir a meternos en cana a nosotros porque somos peronistas, o estamos en la calle pidiendo trabajo, o exigiendo que no sigan robando los políticos de siempre?
Esto no tienen gollete: la deuda externa no hay que pagarla, y que pase lo que tenga que pasar.
Otro patrimonio nacional, y comparto acá las opiniones del amigo Maturana de Mar del Plata (yo estoy viviendo en Mar del Plata), es el de la pesca. Fui dos veces secretario de Pesca. La primera vez me pidieron que me hiciera cargo para poner orden. Vienen un día unos políticos, me dicen que hay que firmar urgente un acuerdo con Bolivia sobre pesca. Yo pregunté porqué tan rápido, que me dieran tiempo para consultar a los científicos. Dijeron que no había tiempo, que había que hacer la reunión. Buenos, a veces más importante que saber es ser pícaro. Y yo tengo bastante de pícaro por eso todavía estoy vivo a pesar de los tiros que me quisieron pegar y las palizas que me quisieron dar.
En la reunión les pregunte cuántos habitantes tenía Bolivia; creo que dijeron algo más de dos millones. Y en seguido les pregunté cuántos tenía la Argentina. Contestaron veinte y pico de millones. Entonces propuse que sacáramos el consumo per cápita de pescado de los argentinos, y les diéramos a los empresarios esos, el doble para Bolivia. Entonces empezaron a dar vueltas, que no, que se yo, y suspendieron la reunión. Dijeron la pasamos para otro día. ¿Saben lo que “pasaron” al otro día para poder hacer negociados? La secretaría de Pesca al ámbito de la Junta Nacional de Carnes. ¡Qué barbaridad! ¡Cómo van a pasar los pescados al tipo que vende puchero y bife de chorizo!
Yo me pregunto para qué sirven esos funcionarios, los funcionarios deben defender nuestros intereses, hay que estar atentos y controlarlos, defendernos de la corrupción.
Están destruyendo la pesca, pero la pesca es patrimonio de ustedes, de todos los argentinos, no pertenece a un funcionario, al capitán de un barco. ¡No! ¡Es de todos los argentinos! No puede ser que se estén muriendo de hambre nuestros chicos y dejemos en manos de las congeladores extranjeras nuestro recurso.
También les quiero hablar del tema de las privatizaciones. De Aerolíneas, ferrocarriles, etc. De toda la entrega del transporte nacional, los aviones, la marina mercante, las rutas, etc.
Hace un tiempo hablé en el homenaje a Martorano, ese gran patriota, y dije que los medios de transporte eran como el sistema circulatorio para nuestro cuerpo. Si yo me corto una artería, se muere una parte del cuerpo. Si yo entrego estos medios, se muere la Argentina. Piensen en cuántos pueblos quedaron aislados porque liquidaron el ferrocarril.
¡Qué cosas pasan en este país! ... Uno va a la Cámara de diputados y para ellos anda todo bien. Ahora vamos a ver si hacen algo con la deuda externa, si van a dar quórum para que se trate el tema de la deuda externa, porque si ellos no hacen nada...no sé...a nosotros nos queda seguir en esta lucha callejera en la que estamos con tantos amigos.
Fíjense que cosa: nadie nos difunde. La otra vez fuimos miles a la Plaza de Mayo, éramos como 40.000 con los piqueteros, el 2 de abril, y dijimos cosas importantes y denunciamos cosas gravísimas. Pero ningún medio dijo nada, acá hay también complicidad de los medios de comunicación¡son medios que están al servicio de la oligarquía y de los imperialismos!
Yo recuerdo que en este trajinar la vida, en esta lucha contra los que llamábamos entonces lo gorilas y los enemigos de la Patria, a mí se me acusó de una cosa muy grave: que yo armé al pueblo de La Pampa. Siendo Capitán me sublevé y como era pistolero, al frente de toda mi tropa, tomé el arsenal, las comisarías, el regimiento... en fin... todo. Y armé al pueblo.
Entonces dicen: “el loco de Philippeaux armó al pueblo”. ¿Y ellos no armaron los comandos civiles? ¡Esos eran asesinos! Iban esos tipos y agarraban a un muchacho peronista o de izquierda, lo secuestraban, lo tiraban por ahí o lo metían en la ESMA. Digo yo: Sr. Presidente ¿porqué no me pregunta a mi lo que pasaba en la ESMA que yo se lo puedo contar de cómo nos interrogaban? No, en vez de preguntarnos a los protagonistas, a los que luchamos, buscan al hijo, al primo, al nieto, la abuela, que se yo, cualquiera que no sabe un carajo... Que nos pregunten a nosotros, los que estuvimos presos...
Discúlpenme por expresarme de este modo, pero vivo indignado... es una injusticia... Qué barbaridad, mandaban a otros, porque ellos no iban, a secuestrar pibes peronistas, de izquierda...y resulta que ahora están con arresto “domiciliario”... ¡Acá no hay justicia!
Nosotros tenemos que seguir con nuestra prédica, en este sentido yo tengo que agradecer a esta revista CUADERNOS que publica todo lo que uno dice, porque otros medios no publican nada. ¡En Mar del Plata! ¡Qué barbaridad! Hay un gordito y petiso que maneja todo Mar del Plata, falta que maneje al cura. Va... no sé... ¡capaz que maneja hasta el cura!
Yo quiero agradecerles y pedirles disculpas por mis expresiones que son producto de la calentura contra las injusticias.
No aflojen, sigan luchando y yo me comprometo a seguir peleando.
Los abrazo con todo mi corazón.
Teniente Coronel Adolfo C. Philippeaux
12 de agosto de 2004
Fuente: Periódico del FORO PATRIÓTICO Y POPULAR

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