El Mundial y la Unidad.
Por Horacio Micucci
A
manera de Prólogo
El triunfo en el
Mundial de Fútbol trajo una gran alegría a millones de argentinos.
Para muchos de los
que más sufren la dependencia nacional, la miseria y los ajustes fue como un
pequeño bálsamo entre tantos sufrimientos.
Un bálsamo no es
una medicina curativa pero, a veces, una aspirina ayuda, piensan algunos…
Desde ya, la
curación es poner de pie a una Argentina que sea independiente de toda
dominación extranjera.
Que tenga una
democracia grande que no sea palabrería vacía, que sea cumplimiento de derechos
del pueblo, el fin de la entrega del patrimonio nacional, la integridad
territorial completa sin usurpaciones extrajeras, sin nuestras Malvinas
colonizadas, con la mayor base extranjera de Latinoamérica y con un próximo
puerto de aguas profundas que demuestra la intención inglesa, no sólo de
permanecer, sino de ampliar su dominación.
Argentina tiene un
escaso control de su oriente marítimo y fluvial. En efecto, hay una Argentina
“del Este”, marítima y fluvial -con débil o nulo ejercicio soberano argentino-
donde se nos priva de enormes riquezas que podrían servir al pueblo, del
control de la confluencia de los océanos Pacífico y Atlántico y de nuestra
proyección antártica. Con una flota estadounidense en el Atlántico Sur.
Y, en el
continente, la intención de EE.UU. de montar una base en la Triple frontera,
mientras China tiene una base militar en Neuquén e intenta ser dueña de un
puerto en Tierra del Fuego.
Con peligros de
secesión. Y, mientras muchos incautos miran de reojo al pueblo mapuche, un ex
gobernador de Mendoza y dirigente de JXC, propuso, como si nada, la
independencia de las provincias de Mendoza y Córdoba (con el silencio del
gobernador de esta última, en un evidente ejemplo de “el que calla otorga”).
¿El peligro para
integridad territorial son los mapuches o la runfla imperialista que se disputa
el dominio de una Argentina ofrecida, para el reparto, en la mesa de retazos?
Eso sí, con la
colaboración de empresarios, financistas y bancos que lucran con la dependencia
argentina y con latifundistas, muchos de ellos extranjeros, que privan de la
tierra para trabajo y vivienda al campesino productor y a los obligados a
alquilar el pobre lugar donde viven. Latifundistas que viven de alquileres de
campos en los que nunca trabajaron, y poniendo, luego, el dinero así obtenido,
en la especulación financiera. Y, respecto a las viviendas, no nos referimos al
que tiene cuatro o cinco o diez de casas para alquilar. Nos referimos a
empresas dueñas de cientos de casas y departamentos, edificios enteros. En
Buenos Aires hay más casas vacías para especulación que las que se necesitan
para vivir.
Como última muestra
de los peligros para nuestra integridad territorial y nuestra
autodeterminación, de pronto se destapa que hubo una reunión secreta en
“propiedades” del magnate inglés Lewis, quien domina, en la cordillera y en el
Atlántico, a similar latitud, vastos latifundios y un aeropuerto, en la costa
del paralelo 42, del tamaño del Jorge Newbery de la Ciudad de Buenos Aires. Y
se habla de una reunión del grupo Clarín con jueces y funcionarios, olvidándose
de algo mucho más grave, una reunión bajo la batuta inglesa y de la OTAN, con
medios de comunicación, empresarios, jueces y funcionarios cuyos objetivos están
ocultos y pocos parecemos interesados en ponerlos a la luz de los ojos del Pueblo
y de la Patria.
Pero…
¿el Mundial es sólo una aspirina?
Si se observa con
más detenimiento (y menor arrogancia que la de los que miran la realidad desde
un cómodo y confortable balcón) hubo algunas cosas notables, que patriotas y
luchadores del pueblo no debieran soslayar.
Un sorprendente
sentimiento malvinero afloró, surgió en cánticos de la hinchada, en banderas, en
“memes” de internet, en el clásico “el que no salta es un inglés” (que,
para ser sincero, hicieron agitar los pulmones de “personas de la tercera edad”
como yo, que no podíamos aparecer indiferentes y sin saltar, ante esa
“exigencia espontánea”). Hubo, también, justo es decirlo, algún cántico que
atacaba a los hermanos brasileros, pero no fue lo dominante. Y hubo una
inesperada y notable simpatía de pueblos lejanos (Bangladesh, la India,
Pakistán, Nepal) que tal vez o con seguridad, sufrieron opresión inglesa y
admiran la osadía argentina de la justa Guerra de 1982.
Cierto es que la
ciencia y el deporte no son asépticos. Están teñidos, en su aplicación, a la
coyuntura política, en “a qué y a quiénes beneficia o perjudican”. En 1986, “la
mano de Dios” fue un cachetazo al invasor colonialista inglés. Pero, en 1978,
fue usado por los dictadores del Plan de Martínez de Hoz… Así que, aquí, me refiero
a lo que está ocurriendo ahora, en 2022, en esta tarde de comienzos del verano.
Hablo, en este
artículo, de este Mundial, que acabamos de ganar, en este país del sur de
América.
En este momento,
hay millones en las calles. El enojo de los que están contra el asueto y el
desconcierto de los que, de uno y otro lado de la politiquería de la entrega y
del ajuste, quisieron aprovechar el evento, ha sido barrido por estos “vientos
de pueblo”.
“Estoy enojado como
un argentino”, dijo hace algunos años un ecuatoriano, en un noticiero,
en ocasión de una protesta popular en su país. Mientras tanto, los argentinos
solemos creernos mansos, a pesar de nuestra historia de rebeldía, puebladas y
tradiciones independientistas. O eso se empeñan en hacernos creer…
Hay un sentimiento
nacional, muy arraigado en nuestro país (parte de los países, pueblos y
naciones oprimidos por las potencias como EE.UU., Inglaterra, China, Rusia,
Francia, Japón, etc.), a pesar de intelectuales que piensan (con la mirada de
las metrópolis que disputan nuestra rapiña) que somos ciudadanos del mundo y
que debemos copiar a los imperios, a “los países serios”. La “imitación
irredenta” de los países centrales, al decir de Homero Manzi, a la que
estaríamos condenados… y que los pueblos se empeñan en contradecir, como
también recalca el mismo Homero Manzi…
Seguro que los
imperios y sus socios locales (nativos, pero no nacionales) están analizando
esto. Y seguramente están viendo, con cierta preocupación, como millones se
movieron en estos días y ganaron las calles. Quien esto escribe vio la
manifestación que esperaba el retorno del General Perón. Cierto que la
población argentina es mayor a la de entonces, pero la cantidad de hoy
impresiona; tal vez sea mayor.
El enemigo seguro
estudia esto, porque no le gusta ver al pueblo en las calles. Pero ¿los
patriotas y luchadores populares no debieran estar analizando lo que pasa y los
por qué?
La Independencia Nacional,
la Soberanía Popular y los Derechos del Pueblo, no se conseguirán con una manifestación
festiva. Eso es cierto.
Pero, ¿no habría
que preguntarse, ya mismo, cómo se organizará, en el futuro, esta inmensa
fuerza, desbordante en sentimientos y orgullo de patriotas de país oprimido y
de pueblo rebelde?
¿Quién habrá de
echar un yugo sobre el cuello de esta raza?
Empieza
el contrabando de ideas de los imperios…
El insuperable
Macri y sus halcones dieron una primera opinión. Mauricio Macri criticó la medida del asueto y
consideró que “es poco feliz”. “¿Y los jujeños? ¿Y los catamarqueños?
¿Por qué no dejan que la gente pueda decidir libremente si se pliega, dónde y
cuánto tiempo? Es por lo cual la mayoría de los argentinos rechazamos este
gobierno. Queremos ser libres. Queremos que nos quiten esta pata de encima”,
expresó el ex mandatario, en declaraciones a TN. Siguieron el mismo tono
Cornejo (el separatista de Mendoza), Bullrich, Milei, Espert y otros.
Por supuesto, no fueron inocentes las declaraciones de
Macri y los suyos. Multitud de pequeños comercios, de changuistas y
cuentapropistas necesitan trabajar en vísperas de las fiestas. Macri quiere
contraponer a esos sectores. La vieja oligarquía argentina teme a la unión del
piquete y la cacerola, como ocurrió en 2001, hace unos veinte años. La grieta
fue inventada para dividir dos partes del pueblo. Pero los festejos se han
extendido a todo el país. Algo (nos) quiere decir el pueblo…
El Pueblo y no “la gente”. Porque gente es algo amorfo e
indefinido: personas, pocas o muchas, de intereses nacionales o no nacionales,
populares o antipopulares.
Pueblo, en cambio, es un concepto científico. Son los
sectores sociales que (lo sepan o no y voten a quien voten) están perjudicados
por el sistema económico y su superestructura política, jurídica, etc. La
formación económico social existente. No sólo los obreros y asalariados (en
negro o en blanco, ocupados o desocupados, jubilados, etc.). Asalariados que,
muchas veces, se ven a sí mismos como “clase media”.
También otros sectores son pueblo. Por ejemplo, multitud de
productores agrarios, campesinos pobres que trabajan la tierra, mayormente
ajena, alquilada, pero sólo con su familia. O campesinos medios que son
pequeños productores que poseen en propiedad o arriendo pequeñas parcelas de
tierra con las que no sólo sostienen, pobremente, con muchas dificultades, a
sus familias, sino que, en los mejores años, al disponer de cierto excedente,
pueden convertirlo en capital y explotar mano de obra asalariada.
Incluso es posible ganar para la lucha nacional y popular a
una parte de campesinos ricos que explotan su chacra, hacienda, quinta, etc.,
contratando a varios jornaleros. Por lo general poseen tierra. Pero muchos sólo
poseen una parte de la tierra que cultivan mientras arriendan el resto a otros.
Otros arriendan toda la tierra. Se puede ganar a una parte y aislar al sector
que se volcará al enemigo de la Patria Independiente.
Ni hablemos que debemos ocuparnos de ganar a sectores
urbanos, pequeños comerciantes, la gran mayoría de los estudiantes y la mayoría
de los intelectuales, profesionales y docentes, artistas y trabajadores de la
cultura, los sectores patrióticos y democráticos del campesinado rico y del
empresariado urbano y rural, los soldados y la suboficialidad y oficialidad
patriótica y democrática (los Mosconi, los Savio, los Perón, los Pomar, los
Philippeaux, los veteranos y los mártires de Malvinas y los que sienten vibrar
en su pecho las ideas y los hechos de San Martín, Belgrano, Güemes, Artigas…).
Esta es la unidad que hemos buscado, desde la Revista “Cuadernos
para el encuentro en una nueva huella argentina” y desde el Foro Patriótico y
Popular.
No unidad con los que entregan la Nación. No unidad amorfa,
sin principios, para absorbernos.
Sino Unidad con una estrategia de Independencia Nacional y
Democracia Grande. Amplia y verdadera. Paso a paso, para cada objetivo,
atacando a los entreguistas de a uno por vez y en el momento indicado. Uniendo
a la mayoría contra el enemigo principal en cada momento.
¿Unidad con los que
quieren la dependencia?
Pero ¿qué nos quieren hacer creer los enemigos de la
independencia nacional?: Que el Mundial es una muestra de que, si nos unimos
todos (entreguistas y entregados, ajustadores y ajustados, en una especie de
copia del fracasado Pacto de la Moncloa español o del Gran Acuerdo Nacional de
Lanusse), Argentina triunfará como en el Mundial reciente.
Desde ya que, si hablamos de futbol, este equipo no se hizo
sin resistir los embates de camarillas, periodistas e intereses que hicieron
todo lo posible para boicotearlo, empezando por los ataques a su director
técnico y al mismo Messi. Fue público.
Pero respecto a la unidad que nos propone la ideología de
los poderosos antinacionales y antipopulares de siempre: ¿Es posible unir a los
que quieren una Argentina independiente con los que quieren la subordinación,
la indefensión y la sumisión nacional?
Si buscamos el término medio entre ambas posiciones
antagónicas nos quedaríamos en la misma situación que ahora: seríamos una Argentina
Dependiente, con ajustes al pueblo, indefensión y entrega del patrimonio
nacional. O sea, beneficiaríamos a los que usufructúan el actual estado de
cosas.
¿O todavía hay quién dude que los ingleses no quieren saber
nada con que tengamos Defensa Nacional?
¿O que todos los imperios quieren que Argentina tenga como
hipótesis de conflicto la represión al pueblo, sólo con fuerzas de seguridad
interior, bajo mando de las potencias que nos oprimen?
Tantos millones en las calles deben hacer volver a pensar
esto a muchos usufructuarios de la dependencia argentina.
Un hecho grave: ser un
país rapiñado por distintas potencias imperialistas
Argentina es un país rapiñado por distintas potencias
imperialistas. Se disputan el mundo (y también nuestro país) y todo indica que
van a una guerra mundial del tipo de la Primera Guerra (1914-1918), a expensas
de países como el nuestro. Eso lo sufre el Cercano y el Medio Oriente, Ucrania
hoy y, en general, Asia, África y América Latina.
Por eso hay dos principios irrenunciables en la política
exterior e interior argentina:
1.- la defensa de la integridad
territorial
2.- la defensa de la autodeterminación
de los pueblos, sin injerencia extranjera.
Por eso, en la agresión a pueblos, países y naciones, estaremos
de parte de estos últimos. Como nos gustaría que ocurriera en las agresiones
que sufrimos, como en Malvinas. O en otras injerencias en nuestros asuntos
internos.
Es muy grave ser un país rapiñado por distintas potencias
imperialistas. Sin embargo (de lo malo lo bueno), la disputa entre ellos por lo
que es nuestro legal y legítimamente, genera contradicciones y enfrentamientos
entre los imperios y sus aliados y expresiones internas. Eso nos permite
enfrentar a los enemigos de uno en uno, logrando constituir frentes únicos, por
objetivos concretos, contra quien sea enemigo principal, en cada caso y
momento. Frente a quien sea el principal obstáculo para los intereses del
Pueblo y de la Patria. Eso sí, a condición de no abandonar nuestro objetivo
Independientista y Popular
¿No lo hicimos así, muchas veces, en la historia del Foro
Patriótico y Popular y de su Instituto de Estudios Nacionales?
¿No lo hicimos así, muchas veces, en la trayectoria de la
Revista Cuadernos para el encuentro en una nueva huella argentina?
Cuadernos es y fue, desde su inicio, una amplia senda para
ser transitada por patriotas y luchadores populares, que tenía por límites, de
un lado el Procesismo que representaba, en esencia, la aplicación a sangre y
fuego del plan antinacional de Martínez de Hoz y, del otro, los gobiernos
“gerentes y administradores” de la dependencia, que lo siguieron. Por aquellos
años, uno y otro bando imperialista se beneficiaron con el Proceso. Digan los
que digan, la dictadura argentina fue defendida en los foros de derechos
humanos internacionales por la URSS (socialista de palabra e imperialista en
los hechos, y socialista de palabra y fascista de tipo hitleriano en el plano
interno). Y la familia Macri, los Bulgueroni, y otros ¿no se beneficiaron con
esa dictadura y, sólo a modo de ejemplo, con el menemismo, gerente de la
dependencia?
Hoy el macrismo y sus variantes aparecen como el obstáculo
principal, abierto, con descaradas propuestas de sumisión nacional. Sus
objetivos de subordinación nacional, ajuste y entrega son expresos.
Pero golpear juntos a ese enemigo no significa silenciar
diferencias con aquellos que concilian con ese enemigo o, lo que es peor,
buscan aplicar esa misma línea subrepticiamente.
La condición básica para nuestra victoria, hoy, frente al
proyecto expreso que presenta el macrismo y sus variantes, es la ampliación y
consolidación de la unidad frente a él. No todo es lo mismo ni igual, como
algunos piensan. Sabemos y sabremos diferenciar, pero no nos cambiaremos el
uniforme patrio y popular.
Para alcanzar este objetivo, tenemos que adoptar la táctica
de desarrollar las fuerzas nacionales y populares, ganarnos a los sectores intermedios
que dudan o vacilan y oponernos a los que, en ese frente único, aplican
políticas de entrega, ajuste popular y dependencia nacional. Éstos son tres
eslabones inseparables.
Los que aplican políticas de entrega y dependencia nacional
no quieren que vayamos más allá de los límites que, suponen que nos ha fijado. Sólo
nos quieren permitir una resistencia pasiva como la que ellos practican.
Nosotros no abandonamos ni abandonaremos nuestra lucha consecuente, que ya
lleva muchas décadas.
El medio para alcanzar la unidad de todas las fuerzas con
las que podemos golpear juntos es la lucha por la independencia y los derechos
del pueblo.
La lucha es el medio
para conseguir la unidad, y la unidad, el objetivo de la lucha.
¿No hemos tenido que luchar con denuedo, durante años, para
que el 2 de abril se convirtiera en un acto permanente y obligado?
Desde 1998 ¿No hemos hecho lo mismo con respecto al Día de
la Reconquista, que se intentó e intenta hacer olvidar, más allá de los
gobiernos?
¿No hemos desarrollado actividades en pos de una Defensa
Nacional Patriótica y Popular, Integral e Integrada, con seguridad y soberanía
en distintas áreas, en lo militar, científico, tecnológico, alimentario,
sanitario, etc.?
¿No hemos criticado, y actuado en consecuencia, frente a la
persistencia de los acuerdos de Madrid y Londres o contra los acuerdos Malcorra-Duncan
y Foradori-Duncan, independientemente de los gobiernos de turno?
¿No hemos promovido intensamente que hacía falta otra
economía nacional y popular en la lucha contra la pandemia? ¿No hemos defendido
y promovido iniciativas para una política de investigación científica nacional
para vacunas e insumos médicos de producción argentina?
¿No nos hemos opuesto, de hace décadas, al pago de una
deuda externa usuraria, ilegítima, fraudulenta y odiosa?
¿No hemos criticado políticas del actual gobierno, el cada
caso puntual que así lo requería?
Si la unidad se logra por medio de la lucha, vivirá; si se
logra al precio de concesiones, morirá. A eso nos hemos atenido.
A manera de Epílogo
Podemos triunfar.
En momentos de escribir estas líneas millones, en
multitudes nunca vistas, ocupan las calles.
Estoy siguiendo lo que ocurre por internet. Y, en una de
esas, me aparece un mensaje que dice:
“Lo único que me está quedando claro de
esta caravana es que el día que todos los argentinos nos pongamos de acuerdo en
algo para salir a reclamar a la calle, las autoridades no van a saber que
hacer, por dónde ir, para donde agarrar, en qué momento, a qué hora, si dan
feriado, asueto, toque de queda… Ellos no saben que van a hacer.” “¡Y eso que,
desde el partido con Croacia, que sabían que esto podía pasar!”
Es bueno que observemos esto que está ocurriendo y lo
estudiemos, para que nosotros sepamos qué hacer, si un día el pueblo, los
patriotas y los luchadores democráticos y populares, unidos en una lucha
independientista y reivindicadora de derechos conculcados, deciden escribir
ellos mismos su verdadera historia.
¿Será demasiado optimista creer que se avecinan días duros
y luminosos?
La victoria ama a los que se preparan, dice un adagio
latino: “Amat Victoria
Curam”
Escrito en horas de la tarde de un 20 de
diciembre de 2022…
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