viernes, 16 de abril de 2021

Los niños, el cierre de escuelas, el Tsunami pandémico y un artículo de THE LANCET, desde una visión solidaria y colectiva

 Los niños, el cierre de escuelas, el Tsunami pandémico y un artículo de THE LANCET, desde una visión solidaria y colectiva

Por Horacio Micucci

16 de abril de 2021

 

Ante comentarios referidos a un artículo de la revista THE LANCET, del 16 marzo de 2021, que está siendo utilizado tanto para justificar la apertura de escuelas en nuestro país como el cierre de las mismas, debe decirse que:

a) Los niños de 0 a 18 años de edad se contagian y contagian, aunque sus tasas de mortalidad y letalidad, hasta ahora, son menores, pero no nulas. El CDC de EEUU afirma:

“Los niños y adolescentes pueden contraer el COVID-19. Aunque pocos niños se han enfermado con COVID-19 en comparación con los adultos, los niños pueden ser infectados por el virus que causa el COVID-19, pueden enfermarse a causa del COVID-19 y pueden propagar el virus que causa el COVID-19 a otras personas. Los niños, al igual que los adultos, que tienen COVID-19 pero no presentan síntomas ("asintomáticos") igualmente pueden propagar el virus a otras personas. La mayoría de los niños con COVID-19 tienen síntomas leves o no han presentado síntomas en absoluto. Sin embargo, ciertos niños pueden enfermarse gravemente a causa del COVID-19. Podrían necesitar hospitalización, cuidados intensivos o asistencia mecánica que los ayude a respirar (respirador). En casos poco frecuentes, incluso podrían morir. Los CDC y sus socios están investigando una afección rara pero grave asociada al COVID-19 en niños denominada síndrome inflamatorio multisistémico en niños (MIS-C). Aún se desconoce qué causa el MIS-C y quiénes tienen mayor riesgo de desarrollarlo.”  FUENTE: https://espanol.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/daily-life-coping/children/symptoms.html

Debe dejarse claro que no sabemos las secuelas que pueden quedar en niños contagiados (en la gripe española se descubrieron, 20 años después, consecuencias cardíacas y de estatura, en los estudios vinculados al Servicio Militar, en EEUU).

Ciertas informaciones de EEUU y de Brasil indican un aumento de casos en niños que ha sido atribuido al aumento general de contagiados en la población total pero, también, se abre la posibilidad de que se deba a la situación socio-económica-ambiental de muchos de ellos. Esta circunstancia debiera ser considerada en Argentina, más comparable al resto de Latinoamérica y a los pobres y discriminados hispano parlantes y afroamericanos de EEUU. que a Inglaterra o Suecia, por ejemplo.

El barrio Itatí, en los límites de Quilmes y Avellaneda (Pcia de Bs.As.) es la segunda Villa de América, después de La Rosinha de Brasil. Tal es la desigualdad y la miseria en nuestro país.

Seis de cada diez niños son pobres en Argentina. Cuidado con eso y sus consecuencias en la pandemia. Esa pobreza implica un factor de riesgo. Un virus que pasa por un organismo débil puede generar variantes agresivas. Los virus evolucionan hacia mecanismos para mantener vivo al enfermo si atacan a un humano fuerte, pero un organismo débil facilita la subsistencia de las variantes agresivas. Esto es cierto desde antes de la pandemia y es la causa de lo que los microbiólogos llaman “viejos agentes infecciosos reemergentes”, muchas veces resistentes a los tratamientos.

No sabemos de los efectos de nuevas variantes del virus y que ocurriría si se desarrollan en niños. La gripe española de 1918-1919, atacaba más a los niños. Evitemos llegar a esa situación.

b) El artículo de THE LANCET en cuestión (“Infección y transmisión del SARS-CoV-2 en las escuelas primarias de Inglaterra en junio-diciembre de 2020: un estudio de vigilancia prospectivo activo” publicado el 16 de marzo de 2021), confirma la baja sintomatología en niños pero aclara, respecto al alcance del trabajo, que “…se reconoce que los niños contribuyen solo a una pequeña proporción de los casos confirmados de COVID-19 y rara vez desarrollan una enfermedad grave o mortal, y que su papel en la infección y transmisión asintomáticas es incierto. La proximidad de los niños pequeños en los entornos educativos podría conducir a una transmisión rápida entre los niños y el personal, sus contactos domésticos y, potencialmente, la comunidad en general.

c) También, el artículo de THE LANCET dice que Encontramos tasas muy bajas de infección por SARS-CoV-2 sintomática o asintomática en los estudiantes y el personal después de la reapertura parcial y total de las escuelas primarias en Inglaterra. Las tasas de infección comunitaria por SARS-CoV-2 fueron bajas durante la mitad del período de verano y altas durante el período de otoño. Nuestros resultados indican que las escuelas primarias no eran sitios de transmisión significativa, antes de la aparición de nuevas variantes de SARS-CoV-2 en el Reino Unido. Es necesario seguir trabajando para comprender el efecto de las nuevas variantes en los entornos educativos.” El artículo llega hasta diciembre de 2020 y no abarca los picos y efectos de la llamada Segunda Ola en Europa.

Este dato es sumamente importante, porque alerta sobre las nuevas variantes y su implicancia futura. Y lo es, también, para Argentina donde nos encontramos ante una nueva ola con variantes nuevas (Manaos, Británica, etc.) de mayor contagiosidad cuyos efectos deben ser considerados con seriedad. Es sabido que el aumento de los contagios implica una mayor replicación del virus. El virus es una máquina de “replicación en serie”. A mayor multiplicación, como en las cadenas de producción de mercancías, se producen replicaciones idénticas y otras con “defectos”. Esos defectos son, en su mayoría, malos (deletéreos) para el virus. Pero algunos cambios (mutaciones) producen efectos favorables para el virus, originando variantes con aptitudes de mayor contagio y ataque y mortalidad diferencial, como se ve en las inglesas, de Brasil, de EEUU, etc.

d) El artículo de THE LANCET, además, informa sobre las limitaciones del trabajo en cuestión: “La aparición y rápida propagación de una nueva variante preocupante del SARS-CoV-2 (VUI-202012/01; VOC B.1.1.7) desde diciembre de 2020, que es más transmisible que las variantes que circulaban anteriormente, requerirán un seguimiento cuidadoso ahora que las escuelas han reabierto [en Inglaterra, el 8 de marzo de 2021] después del último cierre nacional.” Es decir que el estudio se limita al periodo anterior a la ola reciente de contagios y no mide las consecuencias de la misma (que es lo que interesa ahora en Argentina).

e) El artículo agrega: Finalmente, nuestros hallazgos no se pueden extrapolar a las escuelas superiores, porque los niños mayores tienen un mayor riesgo de infección y enfermedad que los niños más pequeños, con mayor propensión a la transmisión del SARS-CoV-2 y brotes en las escuelas secundarias en comparación con las escuelas primarias.” (…) “Las tasas de seropositividad similares indican que los estudiantes tienen la misma probabilidad de infectarse que el personal, pero más probabilidades de tener una enfermedad asintomática o leve. Se necesitan estudios similares en escuelas secundarias y entornos de educación superior, en los que es probable que el riesgo de infección, transmisión y enfermedad sea diferente.”. Se debe reparar en que, en Argentina, consideramos a niños en edad a los de 0 a 18 años, incluyendo al secundario. Y que, en la mayoría familias, conviven niños con adolescentes y preadolescentes y con mayores de 60 años.

En Argentina, hasta ahora, evitamos un colapso que produzca fosas comunes y muertos sin atención, como hemos visto en algunos países, incluido EEUU y Brasil. Pero es muy probable que ello ocurra si no actuamos bien. Por el momento se evitó el Tsunami de la segunda ola que vemos en otros países latinoamericanos. La causa de ello fueron las medidas tomadas. Pero es preciso no descuidarse.

Una intensa campaña anti medidas de protección, anti vacuna, de confusión pública, está en curso. Utiliza argumentos anticientíficos, desarrolla un mecanismo goebeliano de desinformación (“miente, miente, que algo siempre queda”), rodea una verdad de un cúmulo de mentiras, apela al egoísmo, inventa el mito de la cuarentena más larga del mundo que sabemos que no es cierto, incentiva el individualismo, boicotea de todas formas y, fundamentalmente, niega o minimiza la pandemia para mantener su economía y sus ganancias en pie, y oponerse a medidas contra ella, en un intento de provocar una conmoción social y una crisis política (ellos saben que el peligro es grande e inminente) para aprovecharse e impulsar una economía de ajuste y entrega que postulan abiertamente desde el Canal de TV La Nación+ y otros medios y “comunicadores”. En fin, usan los métodos y las triquiñuelas que usaron en cada golpe abierto o institucional.

“No recuerdo que con el golpe del 76 hubiese prohibición de circular después de las 0 hs”, fue el tuit del economista Cachanosky. Se ve que estaba cómodo con la Dictadura.

El analista político Jorge Asís, que dijo el año pasado que se había hecho un aislamiento por algunas “muertes imaginarias, se autocriticó, en Infobae, por esas palabras. Es que las muertes ocurridas por el COVID en Argentina son superiores a las que hubo por causas políticas desde los bombardeos de Plaza de Mayo, en 1955, hasta el fin de la Dictadura.

f) Es cierto que los niños se contagian menos, pero se contagian y contagian. La escuela obliga a circular a padres, docentes y alumnos. La presencialidad de las clases pone en movimiento a varios millones de personas en un transporte deficiente que no ha sido mejorado y que significa uno de los principales lugares de contagio.

Precisamente, un acierto de las medidas de aislamiento del año pasado fue la disminución del transporte público. Pero la pésima situación del mismo no se ha resuelto. Eso obliga a poner especial atención en esta cuestión.

Las medidas de restricción escolar tienen también que ver con esto. Los que niegan el grave peligro que nos acecha se detienen en el tema de las escuelas para ocultar los otros. El negacionismo del Tsunami de la segunda ola, es para que no se tomen medidas que afecten los negocios de los beneficiados de siempre, caiga quien caiga y muera quien muera. Deberemos ir pensando en terminar con aspectos de un transporte que, en muchos casos, (y por eso nada hablan de ello los negacionistas), fueron una excusa para negociados otorgados como prebendas. Y, tal vez, ir pensando en transportes públicos estatales. Mientras tanto, las grandes empresas debieran ser obligadas a contratar el servicio de los transportistas individuales y pequeños (y paliar los perjuicios que sufren estos), para llevar a su personal. Es imprescindible ya, para descongestionar el transporte y facilitar la vuelta a las escuelas.

g) La presencialidad en las escuelas supone tomar medidas referidas a edificios y condiciones de protección. ¿Quién provee los barbijos en cantidad suficiente? ¿De qué calidad? ¿Hay elementos de protección personal, de antisepsia y desinfección en stock suficiente? ¿Las estructuras edilicias permiten la ventilación exigida? ¿Habrá un servicio médico próximo al que acudir si, como dice el protocolo para las escuelas ante la pandemia, hay un alumno con síntomas sospechosos? ¿O se lo dejará librado a su suerte? Y, si se llega al colapso sanitario que se avizora ¿a quien se recurrirá?  

Me consta personalmente que muchos dueños de escuelas privadas no querían presencialidad, en septiembre de 2020, porque no estaban dadas las condiciones para cumplir los protocolos. ¿Qué los hizo cambiar? ¿Tal vez el hecho que decidieron no cumplirlas si nadie los obliga? ¿No se debiera organizar a padres, docentes y alumnos para que sean los que controlen el cumplimiento de protocolos? Aprovechemos estos 15 días de no presencialidad para coordinar esto.

Las viejas escuelas preparadas para enfermedades respiratorias (como la tuberculosis) tenían grandes ventanales y banderolas (que ya muchos ni saben qué son). Las escuelas actuales no tienen esas condiciones. Ni siquiera las privadas, construidas con otro criterio arquitectónico o adaptando casas compradas que no las tienen, en función del “costo-beneficio”. ¿Pueden cumplir las condiciones de ventilación? ¿Alguien inspecciona estas cuestiones? Los padres son presionados sobre la condición psíquica en las que quedan sus hijos. Pero los que provocan esto, desde una posición desestabilizante y pensando en volver a ser gobierno, se oponen a que se ponga el dinero que hace falta para adecuadas condiciones de educación. Se niegan a ello y a que los que se han enriquecido en estos años aporten una parte.

h) Si se defiende la presencialidad con protocolos de bioseguridad se debe pensar en más cargos docentes y auxiliares, en mejorar los edificios existentes y en construir nuevos. La comunidad educativa (que incluye a docentes, padres y alumnos) debe ser impulsada activamente a vigilar y analizar estas cuestiones. Y a exigir las soluciones en comités de emergencia por escuela.

Mientras tanto se debe reforzar el apoyo alimentario y social. Se debe proveer conexión virtual gratuita y elementos de comunicación y enseñanza a todos. Sino la presencialidad y virtualidad no riesgosa será, a lo sumo y como máximo, para los cuatro de cada diez niños, que no son pobres.

Se debe permitir y favorecer que la comunicación virtual gratuita vincule a los niños y adolescentes entre sí para su necesaria socialización y para suplir la presencialidad, en la emergencia, creando condiciones para la vuelta. El gobierno de CABA desgarra sus vestiduras por la presencialidad en vísperas del Tsunami, pero CABA (y no es la única) carece de vacantes (y próximas a los domicilios), lo que obliga a viajar largos trechos, a padres y alumnos. Tampoco se ha cumplido la ley de Jardines Maternales aprobados en el gobierno de la Sra. de Perón y no promulgada aún, 45 años después. Ni hablemos de la doble escolaridad.

i) Se debiera ir preparando, en este período de no presencialidad, la contratación por pago de un monto y la eliminación del pago de impuestos y gastos de agua, luz y gas, a clubes de barrio al borde del cierre y a otros que quieran participar aportando sus instalaciones a sistema educativo. Y expropiar o alquilar edificios que sean usados para ampliar la capacidad educativa. Avancemos en un proyecto que podríamos llamar “Luna de Avellaneda”, como la película argentina.

Las organizaciones de barrios y zonas rurales debieran ser protagonistas de la elaboración y puesta en práctica de las medidas necesarias. También las organizaciones juveniles. Los jóvenes son los más aptos para ayudar a otros jóvenes. Alumnos y docentes saben lo que pasa en su lugar. La lucha por una educación pública, gratuita y de acceso igualitario es una de las formas de que esos niños y jóvenes no se afecten psicológicamente. Que antes de la presencialidad los jóvenes trabajen para una presencialidad y virtualidad de excelencia. Para eso hace falta dinero y ellos lo exigirán. Los conservadores de la dependencia argentina quieren que los jóvenes no vean la realidad. Impulsemos su natural espíritu de cambio. Que la vean y la cambien. La socialización no es juntarse para tomar cerveza. Es ver la realidad social e intentar cambiarla. Es comprometerse con los cambios necesarios. La felicidad de los jóvenes estará en esa lucha.

La Escuela-Club de Enseñanza, Deporte y Esparcimiento, de proximidad a los lugares de vivienda y trabajo, estatal, pública y gratuita y vinculada a los centros de atención primaria de salud debiera ser el modelo estratégico. Empecemos a caminar en ese sentido. Con los jóvenes, con los padres, con los docentes.

A MODO DE EPÍLOGO

Los conservadores del modelo de dependencia, entrega nacional y miseria para el pueblo impulsan el individualismo del sálvese quien pueda. Y que el pueblo sufrido se las arregle.

Pero la batalla contra la pandemia, que afectará como siempre a los más pobres social, sanitaria y económicamente, es una guerra cuya arma es la solidaridad activa.

La pandemia nos impone suspender la presencialidad. En ese lapso estudiemos como hacer posible la vuelta. Que los padres, los docentes y los alumnos observen lo que pasa, discutan lo que pasa, piensen y debatan sobre lo que pasa, para exigir los cambios necesarios para una educación mejor en la vuelta.

“La vieja lógica rezaba: quiero ser feliz, los demás no me incumben. La nueva lógica: quiero ser feliz, pero el mejor camino es actuar de forma que los demás sean dichosos. Entonces también lo será. En cada uno de nuestros actos debemos pensar en la colectividad, en la victoria general, en el éxito de todos. Por ello es repugnante ver al avaro, al egoísta que trata de acumular y acumula para sí, olvidando que, por ese camino, en lugar de alegrías, cosechará en ciertos casos infortunio.”

La colectividad y la educación de la personalidad. A. Makarenko.

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