Algunos
motivos del asesinato del Coronel Manuel Dorrego.
Una enseñanza para
el presente y para el futuro.
(Carta de San Martín a O’Higgins de abril de 1829)".
“Buenos Aires se ha visto la atrocidad más digna de unos bandidos. Dorrego era jefe de aquel gobierno elegido constitucionalmente y a pesar de esto el coronel Lavalle se bate contra el presidente, le derrota, le persigue, y al tomarle le hace fusilar sin más proceso ni leyes que su voluntad; y, en consecuencia, se apodera del mando y sigue mandando literalmente a lo tártaro”
(Carta de Simón Bolívar al general Pedro Briceño Méndez, mayo de 1829).
“He aquí la aristocracia, la más terrible, porque es la aristocracia del dinero (...). Échese la vista sobre nuestro país pobre: véase qué proporción hay entre domésticos, asalariados y jornaleros y las demás clases, y se advertirá quiénes van a tomar parte en las elecciones. Excluyéndose las clases que se expresan en el artículo, es una pequeñísima parte del país, que tal vez no exceda de la vigésima parte (...) ¿Es posible esto en un país republicano?". "¿Es posible que los asalariados sean buenos para lo que es penoso y odioso en la sociedad, pero que no puedan tomar parte en las elecciones?"
(Manuel Dorrego. Al discutirse la Constitución de 1826, que suspendió el derecho a votar de los "criados a sueldo, peones jornaleros y soldados de línea".
FUENTES:
https://www.cultura.gob.ar/manuel-dorrego-el-primer-lider-popular-9122/
Hernán Brienza. El loco Dorrego. El último
revolucionario. MAREA Editorial. 2007
El 13 de agosto de 1827 asume la Gobernación de la
Provincia de Buenos Aires, el Coronel Manuel Dorrego. Es derrocado por un
movimiento encabezado por el General Lavalle y fusilado por éste el 13 de
diciembre de 1828, en la localidad de Navarro.
O’Donnell sostiene que:
“el
fusilamiento de Dorrego no fue consecuencia de un impulso emocional, de un arrebato
violento, sino de una decisión fríamente tomada en torno a una mesa. Fue el
resultado de una decisión política para eliminar al primer jefe popular urbano
de nuestra historia que ponía en riesgo el poder de la oligarquía
porteña".
Además de Bernardino Rivadavia, Dorrego tenía
otros enemigos internacionales: el embajador británico en el Río de la Plata,
Lord Ponsomby, quien no toleraba la independencia y patriotismo del nuevo
gobernador, como también el Emperador del Brasil y los descontentos con el resultado
del tratado de paz con el país vecino. Ambos apoyaron la iniciativa de los
unitarios de preparar un golpe contra el gobernador.
El golpe y fusilamiento se planeó en una reunión
secreta, el domingo 30 de noviembre, en una casa en las inmediaciones de lo que
hoy es Parque Lavalle en CABA.
Pero veamos algunas de las políticas que impulsó
el Coronel Dorrego en su corta gobernación:
Dice Brienza:
“La línea económica diseñada por Dorrego se diferencia radicalmente de
las pautas marcadas por el rivadavismo. Se recuesta en los sectores productivos
e intenta en la medida de sus posibilidades recortarle sus beneficios al
sistema especulativo basado fundamentalmente en el Banco Nacional, principal
herramienta de endeudamiento del Estado y cuyos intereses responden al capital
financiero británico. Conviene tener en cuenta que la deuda a principios de
1826 llegaba a 1.202.301 pesos y que a Julio de 1827 -cuando Rivadavia
renunció- ascendía a la cuantiosa suma de 13.100.795 pesos”
Ese dinero se fue principalmente en maniobras de
renegociación de los empréstitos solicitados, lo que incluyó abultadas
comisiones de los intermediarios, y de sostén de la banca, primero a través del
Banco de Descuentos y luego del Banco Nacional.
Además, dice Brienza:
A “los desfasajes de la balanza comercial –producto del
bloqueo del Imperio del Brasil, pero también de la desigualdad de los términos
de intercambio– que se produjeron como ocurre siempre hacia el final de los
procesos liberales, (siguió) una
estruendosa fuga de capitales (plata)– que se escurrían en los buques de
bandera inglesa.”
La operatoria principal de desendeudamiento de
Dorrego, dice Brienza, consistió en dejar de pedir préstamos al Banco Nacional
a tasas usurarias para renegociar un emprestitito interno de 505.000 pesos a
tasa del 6%.
Para hacer frente a la inflación acota la
actividad del Banco Nacional (a cuyos directores su ministro de Hacienda acusa
de “aristocracia mercantilista”) y envía a la Legislatura un proyecto para
transformarlo en Banco de la Provincia de Buenos Aires con capitales que ya no
responden a intereses británicos. (FUENTE Hernán Brienza. El loco Dorrego. El
último revolucionario. MAREA Editorial. 2007.)
En mayo de 1828, Sanciona la ley de curso forzoso
que significa la inconvertibilidad de la moneda en metálico, para impedir la
fuga de capitales que inducía la política rivadaviana. (Brienza, Ibidem)
En apoyo de los sectores populares establece la
ley de desmonopolización de los bienes de primera necesidad y el congelamiento
de los precios de la carne. En pocos meses el gobierno fue atacado por la banca
de los capitales financieros, las intrigas diplomáticas de la Corona Británica
y la ferocidad golpista de los unitarios. (Brienza. Ibidem).
Lavalle es el instrumento. Fue invitado por Julián
Segundo de Agüero, Salvador María del Carril y otras figuras del partido
unitario a ponerse al frente de una revolución contra el gobernador. Entre las
cosas que se acordaron, estaba la muerte de Dorrego si se resistía. El 1 de
diciembre de 1828 derrocó al gobernador, que se retiró hacia el interior de la
provincia, y se hizo elegir gobernador interino por una asamblea de partidarios
en el atrio de la Capilla San Roque (Alsina y Defensa), mientras Dorrego se
retiraba a la campaña con el objeto de reunir fuerzas para resistir el
alzamiento. Dorrego se unió al general Rosas y trató de defenderse, pero fue
derrotado en la batalla de Navarro; unos días después, el coronel Mariano Acha
lo traicionó y lo entregó a Lavalle. Mientras este esperaba al prisionero,
todos los notables escribieron a Lavalle, destacándose las cartas de Del Carril
y Juan Cruz Varela, que reclamaban la cabeza de Dorrego. El 13 de diciembre, en
Navarro, sin proceso ni juicio previo, Dorrego fue fusilado por orden de
Lavalle. Disolvió la legislatura, reemplazándola por un consejo consultivo de
notables, y desterró a los federales más reconocidos, como Juan Ramón Balcarce,
Enrique Martínez y Tomás de Anchorena, entre otros.
La ejecución de Dorrego pesaría sobre la
conciencia de Lavalle el resto de su vida. Del Carril le aconsejó mentir,
levantando un acta falsa de un supuesto sumario previo, y todos los que lo
habían aconsejado negaron más tarde su participación.
La carta de Del Carril fechada el 12 de diciembre
de 1828 decía, entre otras cosas:
"...La prisión del General Dorrego es una circunstancia desagradable, lo conozco; ella lo pone a usted en un conflicto difícil. La disimulación en este caso después de ser injuriosa será perfectamente inútil al objeto que me propongo. Hablo del fusilamiento de Dorrego. Hemos estado de acuerdo en ella antes de ahora. Ha llegado el momento de ejecutarla. Prescindamos del corazón en este caso. La Ley es que una revolución es un juego de azar, en la que se gana la vida de los vencidos cuando se cree necesario disponer de ella. Haciendo la aplicación de este principio, de una evidencia práctica, la cuestión me parece de fácil resolución. Si usted, general, la aborda así, a sangre fría, la decide; si no, yo habré importunado a usted; habré escrito inútilmente, y lo que es más sensible, habrá usted perdido la ocasión de cortar la primera cabeza de la hidra, y no cortará usted las restantes. Nada queda en la República para un hombre de corazón."
(FUENTE: Wikipedia)
Lavalle intentó convencer a San Martín, que había
regresado a su país, de que asumiera el gobierno de la provincia. Pero este, en
una nota que entrega a sus emisarios, le contestó que "los medios que me han
propuesto no me parece tendrán las consecuencias que usted se propone".
Y sugiere rendirse a los de López y Rosas:
"Una
sola víctima que pueda economizar al país le será de un consuelo
inalterable" agregó
el General San Martín.
Indignado por la guerra civil que Lavalle había
provocado, prefirió volver al exilio. (FUENTE: Wikipedia)
Esteban Echeverría en su poema “Avellaneda” dirá:
“Todo estaba
en su mano y lo ha perdido.
Lavalle es
una espada sin cabeza.
Sobre
nosotros entre tanto pesa
su prestigio
fatal, y obrando inerte
Nos lleva a
la derrota y a la muerte”
Lavalle, el
precursor de las derrotas.
Oh, Lavalle!
Lavalle, muy chico era
para echar
sobre sí cosas tan grandes.
Y así, el héroe de Riobamba se convirtió en el asesino de Dorrego, en el
pueblo de Navarro.
De esto deberán sacar conclusiones las generaciones presentes y futuras,
civiles y militares, porque este tipo de intrigas se repitieron y se pueden
volver a repetir.
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