REFLEXIONES SOBRE UN ARTÍCULO DE RAMÓN CARRILLO.
Su análisis de la Guerra Psicológica, la Campaña Sanmartiniana y su importancia histórica y actual.
Por Horacio Micucci
Comentarios y reflexiones
sobre extractos de la versión taquigráfica tomada por la Subsecretaría de
Informaciones de la Nación durantes las tres clases pronunciadas por el Dr.
Ramón Carrillo ante los Jefes y Oficiales de la Escuela de Altos Estudios.
Estos extractos fueron obtenidos del artículo La guerra psicológica, del Dr.
Ramón Carrillo, incluido en el libro: Contribuciones al conocimiento sanitario.
Talleres Gráficos del Ministerio de Salud de la Nación – Año 1951, páginas 180
a 268 de la edición mencionada.
Tal vez sea subestimar el
conocimiento de muchos lectores recalcar, aquí, que el Dr. Ramón Carrillo ha
sido (y lo sigue siendo) una de las figuras más importantes de la Medicina
Social en Argentina, tal vez su figura cumbre. Sin embargo, es bueno volver a
destacarlo porque las jóvenes generaciones han sido privadas de su
conocimiento. A lo mejor es un error nuestro, pero estimamos que, por razones
que desconocemos, sus obras completas se publicaron por última vez en 1974, en
la Editorial EUDEBA.
Sería un justo homenaje volver
a editarlas.
Mejor que un monumento, sería
difundir su pensamiento. Y aplicarlo, en momentos en que se nota, día a día, la
carencia de un Sistema Nacional de Salud que haga realidad (concreta, no en las
palabras) el derecho inalienable a la salud.
Muchas de sus aseveraciones
son recordadas a diario por muchos.
Algunas de las más conocidas,
en una selección difícil, podrían ser:
“Frente a las enfermedades
que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social
de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres
causas.”
“Debemos pensar que el enfermo es un hombre que es también un padre
de familia, un individuo que trabaja y que sufre; y que todas esas
circunstancias influyen, a veces, mucho más que una determinada cantidad de
glucosa en la sangre. Así humanizaremos la medicina.”
“Solo sirven las conquistas científicas sobre la salud si éstas son
accesibles al pueblo.”
“De nada sirven las conquistas de la técnica médica si ésta no
puede llegar al pueblo por los medios adecuados.”
Pero hoy no queremos recordar ese aspecto de este argentino
ilustre. Sino un aspecto menos conocido. Queremos destacar su pensamiento
integral que vinculaba la medicina a lo social, lo económico y lo político (y,
dentro de esto, a lo militar)
Escribió Ramón Carrillo:
“No puede haber política sanitaria sin política social.”
“Los problemas de la Medicina como rama del Estado, no pueden
resolverse si la política sanitaria no está respaldada por una política social.
Del mismo modo que no puede haber una política social sin una economía
organizada en beneficio de la mayoría.”
Es decir, su concepción de la
Medicina Social necesaria hacía que ésta no pudiera desvincularse de una
Política Social y Económica del Estado organizada en defensa y beneficio de las
mayorías.
Es lógico entonces que pensara
que su concepción de la Medicina era parte de un proyecto nacional que abarcaba
múltiples aspectos.
Y, valga la redundancia, es
lógico entonces que entre sus aspectos incluyera cuestiones que hacían y hacen,
en la modesta opinión de este autor, a la Defensa Nacional de ese Proyecto de
país.
Poco se conoce de esto. A lo
mejor por un olvido involuntario. O, a lo mejor, por una idea equivocada que
piensa que lo social se contrapone a la Defensa Nacional de un proyecto
nacional profundamente democrático.
En la pretensión de subsanar
ese olvido, queremos recordar algunos extractos de la versión taquigráfica de
tres clases dictadas por el Dr. Ramón Carrillo ante los Jefes y Oficiales de la
Escuela de Altos Estudios.
Ramón Carrillo fue
multifacético: profesor, médico sanitarista, neurocirujano, neurobiólogo y
político argentino, primer Ministro de Salud Pública que tuvo la Argentina,
llegando a abarcar, inclusive, un tema militar.
Pensamos que todo proyecto de
Argentina Independiente, dónde el pueblo vea sus derechos hechos realidad,
supone una Defensa Nacional Patriótico-Popular Integral e Integrada, que no se
remita únicamente a lo específicamente militar sino que incluya un desarrollo
independiente que abarque no sólo la obtención de las materias primas sino su
industrialización, todo respetando la conservación del ambiente que es parte
del patrimonio nacional y, también, incluyendo una salud, educación y vida
digna como derechos inalienables para el Pueblo. Esto último es importante ya
que un pueblo enfermo, desnutrido e inculto privará a la Defensa de su elemento
más importante: ese hombre, en el cual, como decía Ramón Carrillo, reside la
verdadera Nación.
Decimos Pueblo y no “Gente”
(como es de uso en nuestros días) porque “Gente” indica una masa amorfa y
Pueblo, reiteramos, indica aquel componente social donde reside la verdadera
Nación.
Por otra parte, Ramón Carrillo
demuestra, en estos extractos, un estudio y consiguiente conocimiento de
nuestra Revolución de la Independencia, que aún hoy -y más que nunca hoy- es
preciso continuar.
Vamos a los extractos
anunciados que se pueden encontrar en el artículo mencionado más arriba. Nos
vemos obligados a hacer largas transcripciones porque las Obras del Dr. Ramón
Carrillo son difíciles de conseguir. Un largo, sostenido y voluntarioso
esfuerzo puede permitir, con suerte, obtenerlas en el mercado de libros usados.
Y nos dirigimos a aquellos que no las tienen, particularmente los jóvenes.
El artículo en cuestión tiene
88 páginas y sólo transcribiremos y comentaremos unos pocos párrafos, como
incitación a leer el texto completo.
Nos parece interesante
observar el primer análisis histórico que hace Ramón Carillo del tema de la
Guerra Psicológica. Al respecto dice el autor:
“... hagamos, en primer lugar, algunas consideraciones sobre los
antecedentes de lo que hasta hoy se llama guerra de nervios y que debe ser
considerada más amplia y científicamente como guerra psicológica.”
“Si nos remontamos a la historia americana veremos que en las distintas
etapas de la misma se consignan antecedentes, episodios y hechos que demuestran
que los grandes jefes -entre ellos- San Martín- han utilizado los resortes
psicológicos en forma magistral. El concepto de guerra de nervios es sinónimo
de guerra de zapa, que era la terminología utilizada por San Martín, uno de los
creadores de la guerra psicológica moderna. Y tanto es así, que en la Escuela
de Altos Estudios, de Berlín, fueron estudiadas las campañas emprendidas por el
Libertador bajo este punto de vista. El Gran Capitán fue realmente un creador
del sistema, porque es indudable que el manejo y utilización de los factores
psicológicos de su guerra de zapa, no fueron inspirados por ningún antecedente
recogido en las escuelas militares españolas, porque no se lo enseñaba. Este
sistema fue creado instintivamente por nuestro prócer.”
“San Martín, en el Perú, manejó exclusivamente el factor
Psicológico, pudiendo, de esa manera, llegar a Lima sin disparar un solo tiro,
y con la única pérdida de pocos, muy pocos hombres, registrada en combates
aislados de escasísima importancia.”
“La baja de 2.400 hombres, que en esa campaña tuvo, fue ocasionada
por el paludismo y otras pestes, lo cual demuestra que su verdadero enemigo no
fue el ejército español, sino ese flagelo.”
Se extiende, luego, sobre
distintos aspectos de la historia, desde referencias bíblicas a otros hechos de
la antigüedad, para introducirse más tarde en la sistematización moderna de la
Guerra Psicológica, en sus distintos alcances y extensamente.
Sin embargo, nos parece que es
sumamente original su tratamiento posterior (después de las veinte
fundamentales páginas previas) del análisis de la Guerra Psicológica en la
Campaña de San Martín en Perú. Creemos que, sin duda, demuestra un amplio
conocimiento del tema, original aún en la actualidad.
Más de una vez hemos sostenido
que debemos estudiar los múltiples aspectos de nuestra Revolución de Mayo y de
la larga Guerra de la Independencia. No sólo en un afán de conocimiento de
nuestras raíces sino, también, para sacar enseñanzas de ese proceso, útiles
hoy. En el texto, Carrillo lo hace brillantemente:
“La Campaña de San Martín en Perú como ejemplo de Guerra
Psicológica”
“Quiero cerrar esta primera clase, que han tenido ustedes la
gentileza de escuchar, con una reseña, lo más sintética posible, de la campaña
de nuestro General San Martín en el Perú. Todos la conocemos, y ustedes, por
cierto, más detalladamente.”
“El historiador Ricardo Rojas la llama `guerra mágica´. Por su
parte el historiador peruano Paz Soldán, la califica de `fenómeno
extraordinario´. Y añade: `San Martín derrotó a un ejército poderoso con la
fuerza de la opinión y de la táctica, sostenida con ardides bien manejados´.
Pacífico Otero, a su vez, en su monumental obra sobre el Libertador, abunda en
casi un tomo sobre esa campaña, modelo de la `calma y latente dinámica de
nuestro héroe máximo´.”
“Yo califico a esta campaña del Perú como un ejemplo típico de la
guerra psicológica. Durante ella, San Martín adopta y sigue imperturbable las
medidas que, de acuerdo a lo que acabo de exponer, tienden:
1º A evitar el odio y el miedo del pueblo y de los jefes
adversarios.
2º A crear una nueva moral en el pueblo que va a libertar: moral
que ha de poner a ese pueblo en estado de rabia contra su gobierno `extraño´, y
en estado de amistad con quien va a liberarlo,
3º A determinar el estado de elación (1) de su propia menguada
tropa.
4º A organizar la 5ª columna entre los jefes del ejército realista.
6º A determinar la elación (1) en el pueblo peruano.
7º A organizar la 5ª columna en Lima.”
Los siete puntos transcriptos
como conclusiones por Carrillo son, sin duda, actuales. Analizarlos (y hacer lo
mismo con otros hechos de nuestra historia reciente) nos permitirá ir
construyendo una doctrina de la Defensa Nacional Patriótico-Popular Integral e
Integrada.
Desde ya, el primer punto nos
lleva a revalorar positivamente la acción del desembarco en nuestras Malvinas y
la arenga que el Almirante Busser dio a las tropas en ese desembarco.
Pero, también, debe destacarse
que es importante que ese trato, que no infunda miedo ni odio, debe ser tanto
mejor para el pueblo al que se defiende. Por lo tanto, las Fuerzas Armadas de
la Defensa, nunca, por ningún concepto, pueden agredirlo, agraviarlo o
maltratarlo.
Por eso jamás las Fuerzas Armadas
de la Defensa Nacional deben considerar a su pueblo como un enemigo interno,
como en la vieja teoría de la Seguridad Interior, que ubicaba la hipótesis de
conflicto en el pueblo y no en los beneficiarios de la dependencia argentina.
El ejército que se esbozó en
el rechazo de las Invasiones Inglesas y se conformó en los días de Mayo de 1810
hasta su llegada a Ayacucho y Tumusla, era resultado de la íntima imbricación
del pueblo y su organización militar. Esto es totalmente actual, en momentos en
que se ha desarrollado, a la luz de noticias periodísticas, un aceitado sistema
de inteligencia interior por el cual los ciudadanos se encuentran rigurosamente
vigilados. La Fuerzas Armadas de la Defensa Nacional no deben ser usadas para
la represión o control del pueblo que protesta contra injusticias y “ajustes”.
Se debe aprender de hechos del pasado reciente para no repetirlos en el futuro.
El estado de “elación” (1), en
las palabras de Carrillo, de las propias fuerzas es un elemento clave.
Podríamos decir hoy que Carrillo demuestra la superioridad de la “disciplina consciente”
por encima de la disciplina de aquellos ejércitos cuya base era la concepción
de que el soldado debe temer más a sus jefes que al enemigo (Federico de
Prusia). Pero esa disciplina consciente significa una ideología propia,
patriótica y democrática, profundamente enraizada con los sentimientos,
necesidades y deseos del pueblo y con sus objetivos.
Se ha dicho que un ejército
sin cultura propia no puede vencer, a lo sumo puede reemplazar a los opresores.
Pero esa cultura e ideología deben ser las del pueblo que se defiende. Si se
actúa como opresores se trabaja para alguno de ellos y se traiciona el lema de
Mayo “Ni amo viejo ni amo nuevo, ningún amo”.
Otro aspecto que plantea
Carrillo es lo referente al espíritu público y lo hace analizando la Campaña de
San Martín en Perú.
Veamos:
“Cómo se prepara el espíritu público”
“... La sagacidad psicológica de San Martín es admirable.....
Recalca que el `objeto de la Revolución es la felicidad de todos´. Este slogan,
como se diría hoy, va a repetirlo incansablemente, por todos los medios.”
(............)
“Simultáneamente, San Martín se ocupa de sus tropas, cuyo estado
moral, después de las victorias de Chacabuco y Maipo es excelente. Les dice en
otra proclama: `Soldados: acordaos que toda la América os contempla en el
momento actual y que sus grandes esperanzas penden de que acreditéis la
humanidad, el coraje y el honor que os han distinguido siempre, dondequiera que
los oprimidos han implorado nuestro auxilio contra los opresores. El mundo
envidiará vuestro destino si observáis la misma conducta que hasta aquí; pero
desgraciado el que quebrante sus deberes y sirva de escándalo a sus compañeros
de armas. Yo lo castigaré de modo terrible y desaparecerá de entre los otros
con oprobio e ignominia”.
“Este final en tono violento, tiene el propósito –igual que otras
medidas de severidad adoptadas- de devolver a los pueblos `la confianza en la
moralidad de la causa revolucionaria, que había dejado recuerdos poco
favorables después de la primera campaña de Cochrane´.”
Vuelve aquí a aparecer,
destacado, el respeto al pueblo al que se representa. El respeto a sus
derechos, a sus intereses, a sus sentimientos. Recalcamos y reiteramos la
actualidad de estos conceptos a la luz de los cuales deben analizarse hechos
del pasado reciente para que no se repitan en el futuro.
Otro tema de interés es el que
sigue, titulado “Características de la Guerra de Nervios”.
Dice Carrillo:
“La obra maestra del Libertador, en el Perú, es la organización de
la hoy llamada 5ª Columna entre los jefes del ejército adversario. Sabía que
entre los que acompañan al Virrey Pezuela había ambiciosos y disconformes, no
sólo con la autoridad, sino con la propia corona española. Pezuela representaba
la tendencia monárquica: el General De la Serna, en cambio, con los jefes más
jóvenes, a los liberales.”
“Reanuda San Martín su guerra de zapa, o de nervios, o psicológica,
como debemos entender hoy. Fomenta la enemistad entre los representantes de las
dos tendencias. A De la Serna le escribe: `No vengo a derramar sangre, sino a
fundar la libertad y el derecho. Los liberales del mundo somos hermanos en
todas partes´.”
“Se plantea el problema, de que no es España contra América, sino
el del absolutismo contra el liberalismo. De tal modo. El descontento contra el
Virrey cunde en sus propias filas. El Batallón Numancia – el más fuerte y
célebre- se desbanda. Un levantamiento de De la Serna contra el Virrey que se
empeña en luchar contra San Martín, le cuesta el cargo (al Virrey). Vese
obligado a dimitir y ocupa entonces su lugar De la Serna.
(............)
“Entre tanto el bloqueo del Callao prosigue. San Martín, contra los
propósitos de Cochrane, que anhela librar batalla, lo contiene y le escribe a
O´Higgins, en carta explicativa de su conducta; `Pienso entrar en Lima con más
seguridad que fiando el éxito a la suerte de una batalla´. En otra dice: `Los
dividiré - a los realistas- y ganaré tiempo. Me han muerto 1.600 hombres las
pestes y siguen muriendo a razón de 100 por día´. Y, con todo esto, ya al finalizar
1820, a menos de un año de su desembarco, San Martín, sin haber librado batalla
alguna –la de Pasco fue un encuentro-, tenía dominado moral, militar y
políticamente al Perú.”
(............)
“... Convencido de la desmoralización del adversario, San Martín
rodea con sus fuerzas a Lima; asiste desde la bahía, a bordo del Moctezuma, a
la labor de los patriotas; De la Serna clama por que San Martín levante el
bloqueo y negocie. La población Limeña lee con avidez la última proclama del
Libertador ofreciéndole el gobierno propio y concitándolo a la revuelta. La
promesa de liberar a los esclavos e indios concluye por destruir la
organización colonial. A nuevos requerimientos –después de abandonada Lima por
De la Serna, el Libertador levanta el bloqueo y envía alimentos a sus
adversarios, a sus propios cuarteles: `Los soldados –dice en un panfleto más-
son enemigos nuestros en el campo de batalla solamente´.”
(............)
“De la Serna huye y ante la formal invitación de una comisión de
vecinos, patriotas y autoridades municipales y eclesiásticas, San Martín hace
su entrada triunfal en Lima, el 9 de julio de 1821, `sin haber disparado un
solo tiro´.”
Esta breve síntesis de la
Campaña de San Martín en Perú es muy aleccionadora. San Martín no se refería a
los españoles sino a los Godos. Con ello centraba el ataque en los que se
autodenominaban los Grandes de España, que se consideraban herederos de los
Visigodos, con innumerables derechos feudales especiales, de los cuales el
derecho a no descubrir su cabeza ante el rey era sólo un símbolo más de su
poder. Estos Godos eran el sector absolutista, hegemónico, de la nobleza
española (y de los mandos políticos y militares). En cambio, el sector liberal
era diferenciable del anterior.
En épocas de la ocupación de
España por Napoleón, el pueblo español resistió la ocupación. Los militares
españoles liberales lucharon contra Napoleón en la esperanza de que Fernando
VII, repuesto en el mando, estableciera una Carta Magna democrática.
También el pueblo se sublevó.
Un hijo de panaderos de Castrillón del Duero, Martín Díaz, también se
sublevaría, formaría una guerrilla que luego sería el 5º Regimiento de la
Resistencia y más tarde, con 10.000 hombres, la 5ª División, clave en la
destrucción de la logística napoleónica.
Es interesante destacar que
Martín Díaz, usaba el sobrenombre de El Empecinado, porque a los habitantes
próximos al Río Duero se los llamaba así, despectivamente, por un alga conocida
como Pecina abundante en ese río. Pero Martín Díaz iba a cambiar el significado
de esa palabra. Cuando Fernando VII fue repuesto, resultó lo que realmente era,
un absolutista. Y cuando Martín Díaz lo entrevistó, ya como General victorioso
Jefe de la 5ª División, le presentó el texto de una Constitución. Allí la
palabra “empecinado” cambió de significado para resignificarse en alguien que
persiste en su objetivo, en este caso la Constitución. Fernando VII lo desterró
y cuando volvió clandestinamente, lo mandó a ejecutar.
Los otros generales liberales
se vieron frustrados y el General Riego con 10.000 hombres que iban a ser
destinados a derrotar a los independientistas americanos se sublevó. La
declaración de esa sublevación lo dice todo:
“España está viviendo a merced de un poder arbitrario y absoluto,
ejercido sin el menor respeto a las leyes fundamentales de la Nación. El Rey,
que debe su trono a cuantos lucharon en la Guerra de la Independencia, no ha
jurado, sin embargo, la Constitución, pacto entre el Monarca y el pueblo,
cimiento y encarnación de toda Nación moderna. La Constitución española, justa
y liberal, ha sido elaborada en Cádiz, entre sangre y sufrimiento. Mas el Rey
no la ha jurado y es necesario, para que España se salve, que el Rey jure y
respete esa Constitución de 1812, afirmación legítima y civil de los derechos y
deberes de los españoles, de todos los españoles, desde el Rey al último
labrador (...)
Sí, sí, soldados; la Constitución. ¡Viva la Constitución!”
Como se ve la diferenciación
de San Martín entre liberales y absolutistas era muy importante y demostraba su
conocimiento de la situación del enemigo
Carrillo destaca esta
diferenciación de San Martín, que permitía ganar una parte para su causa,
neutralizar a otro sector y aislar al verdadero enemigo.
En la política argentina es
frecuente ver quienes no saben distinguir diferencias, a veces muy pequeñas,
pero que permiten disponer de fuerzas adicionales ante enemigos imperiales.
Hemos repetido más de una vez
que los que rapiñan nuestra patria son poderosos. EE.UU, China, Inglaterra,
Rusia y otras potencias vuelan como caranchos sobre nosotros. Ningún amigo es
pequeño o despreciable. Y, más aún, el análisis de Carrillo demuestra que están
equivocados los que separan al movimiento patriótico y nacional del movimiento
democrático y popular. San Martín diferenciaba sectores hasta en el enemigo.
Con más razón hay que hacerlo entre los potenciales amigos.
Dice Carrillo en sus
conclusiones: ... “En la Guerra Psicológica, las ideas y las palabras son las
armas. Su ejecución es difundirlas.
Como se ve en esta concepción
no son sólo las armas las que cuentan, sino una ideología patriótica y
democrática. La existencia de ella es lo que se difundirá con las armas de las
ideas y las palabras, al decir de Carrillo. Y si de ideas y de palabras se
trata, entre el hombre y el arma, lo más importante es el estado ideológico del
hombre que maneja esa arma.
Dice Carrillo, casi al final,
confirmando lo anterior: “Grandes generales, mejores estrategos, pero (es importante) una
fuerza combatiente imbuida de espíritu. Se lucha por el hogar, por la Patria.”
Muy importante es el párrafo
que sigue. Este nos lleva al análisis de la justeza de la guerra. Y
extrapolable a la justa Guerra por la Recuperación de nuestras Malvinas.
“Si (la guerra) es justa y
lícita –y todos los tratadistas están de acuerdo en esto- es moral. Luego, la
guerra es moral, y el que lucha, soldado de una causa moral. A inculcar este
concepto tiende no la mera propaganda bélica, sino la guerra psicológica, en
colaboración estrechísima con el poder político.”
Más de una vez hemos sostenido
que la Guerra por la Recuperación de nuestras Malvinas es una causa justa
porque es parte de la lucha contra el colonialismo. El carácter colonial de la
ocupación de las Malvinas (no nos explayaremos sobre esto) fue reconocida por
la propia Inglaterra en ocasión de aprobarse, en la ONU, la Resolución 1514. Es
una causa irrenunciable porque la Base militar inglesa en Malvinas es un
portaaviones que amenaza nuestra existencia como país porque puede partir la
Argentina continental en dos. Pero es una Guerra justa, independientemente de
quien la empezó y del gobierno de nuestro país, porque es parte de la lucha de
los pueblos, países y naciones oprimidas contra las potencias opresoras.
Quienes concilian con este tema (de la misma manera que quienes silencian y no
denuncian la implantación de una base militar china en Argentina continental o
la presencia estadounidense, con variadas excusas, en el NOA y en la Triple
Frontera o en la proyectada base humanitaria cerca de Vaca Muerta) colocan a
nuestra Patria en un peligroso juego como pieza de la Geopolítica mundial, en
la disputa entre las potencias de un mundo multipolar.
La desmalvinización y el
silenciamiento de la causa de la independencia nacional y su historia son parte
de la guerra psicológica del enemigo.
En un párrafo final en las
“Conclusiones”, dice Carrillo:
“(...) Los médicos lo intuimos, los militares lo saben y el
ciudadano común –el soldado de la guerra- lo presume. Estudiemos todos los
problemas que tengan relación con el hombre, su personalidad y su destino.
Estemos ojo, oído, mente, corazón avizores en nuestra patria, preservada hasta
hoy de las más tremendas calamidades. Nada, por grosero que sea o por sutil que
sea, en el desarrollo de los acontecimientos, en el progreso de las ciencias,
debe sernos ignorado. Faltaríamos a nuestro deber de argentinos, si nos
cruzáramos de brazos o nos encogiéramos de hombros, ante las realidades que nos
rodean.”
Palabras tremendamente
actuales ante el estado de indefensión nacional de Argentina que significa que
nuestro territorio, nuestros mares, nuestro espacio aéreo y, más aún, nuestras
mujeres y nuestros hombres, nuestros niños, están en completa indefensión.
Una Defensa Nacional Patriótico-Popular
Integral e Integrada, debe componerse de los elementos bélicos pero es
minúscula y raquítica si no es parte de una Patria que pueda proveerse de
alimentos, desarrollar integralmente su industria independiente, controlar su
patrimonio nacional y sus materias primas, en particular los estratégicos como
el energético y, sobre todo, si no abarca a la solución de los perjuicios
sociales que sufre la población. La alimentación adecuada, la erradicación real
de la pobreza sin trampas estadísticas, las condiciones de vida digna, el
acceso a la atención sanitaria y a la educación y la cultura en todos sus
niveles, son indispensables para el elemento más importante de la Defensa
Nacional de una Argentina Independiente: el Pueblo argentino.
Parafraseando al Papa
Francisco podríamos decir que para que haya una verdadera Defensa Nacional debe
cumplirse que no haya:
"...ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra,
ningún trabajador sin derechos, ningún pueblo sin soberanía, ninguna persona
sin dignidad, ningún niño sin infancia, ningún joven sin posibilidades, ningún
anciano sin una venerable vejez".
Referencias:
(1)
Según Carrillo ésta es la explicación del concepto elación: “...se llama moral
de tropa combatiente, su estado de elación. Esto es, cuando el soldado,
individual o colectivamente considerado, carece del mínimo temor y la mínima
duda; cuando tiene una inquebrantable confianza en sus jefes mediatos e
inmediatos, cuando mantiene y acrecienta su agresividad frente al enemigo,
cuando, en una palabra, sabe a conciencia plena, que luchando defiende su vida
y la de los suyos, que defiende a la Patria y que alcanzará un porvenir mejor.”
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