LA RELIQUIA
Por Horacio Micucci
Como una gran panorámica, el suboficial podía ver pasar ante sus ojos los
sucesos que condujeron al fracaso de los asesinos y, con especial detalle, los
últimos instantes en la vida de ese superior por el que siempre sintió un odio
extraordinario (...) Lo emparentaba con ese general de quien “La Reliquia”
siempre repetía enfurecido: Vive como un sultán mientras sus hombres andan
andrajosos y hambrientos”.
(Nota de HM sobre este párrafo del libro La Reliquia: Se refiere a la opinión Belgrano sobre Rondeau)
(Nota de HM sobre este párrafo del libro La Reliquia: Se refiere a la opinión Belgrano sobre Rondeau)
Hay distintas motivaciones por las cuales alguien lee
un libro.
Entre otras, porque sigue un tema. Aún si se tratara
de ficción.
Por placer, por su estética, por afinidad con el autor y sus ideas. O, todo lo
contrario, porque discrepa con él y quiere conocer sus argumentos.
Ha salido una novela, titulada La Reliquia, que
combina la historia argentina con la ficción. Su autor es Eduardo Mariano Lualdi.
Es su primera novela. En ella, la historia transcurre
desde la colonia hasta el siglo XXI. En todo ese tiempo el General Manuel
Belgrano sobrevive en dos centurias, como representación de la continuidad del
proyecto de libertad e independencia pendientes desde 1810. Luego de la
conmemoración del Bicentenario de la Revolución de Mayo es condenado a muerte
por las clases dominantes de Argentina, con el objeto de terminar con las ideas
que representa. Sobretodo aquella de “ni amo viejo ni amo nuevo, ningún amo”.
Lo hacen para que nada se recuerde de eso. Para afirmar el presente de
dependencia, de latifundio, de una Argentina rapiñada por distintos
imperialismos. Para echar sal sobre las ruinas de Cartago, como hicieron los
romanos, para que nada vuelva a germinar en esa tierra.
El General es condenado, pero disponen hacerlo por
medio de una banda de asesinos. Ni siquiera de frente...
Un grupo de patriotas que conforma la “Logia de los
Pérez” protegen a Belgrano aún a costa de sus vidas porque comprenden que se
trata de la permanencia de sus ideales revolucionarios. Porque comprenden que
se trata de eliminar, junto con el prócer, toda posibilidad de una Argentina
independiente de toda dominación extranjera y de un pueblo soberano.
Hasta aquí, apenas lo que dice la contratapa del libro.
Se trata de una ficción.
Pero... ¿Se trata de una ficción?
¿Cuántas cosas se han borrado del pasado argentino por
las razones que plantea esta novela? Artigas fue reducido por Mitre a poco más que
un bandolero de la Banda Oriental. Su Reforma Agraria del Estatuto de 1815, es casi
desconocida. Belgrano, probablemente uno de los principales estrategas y
tácticos de la Revolución de Mayo, uno de los intelectuales revolucionarios más
destacados que comprendió la necesidad de un ejército para que la revolución
triunfara, un Doctor devenido en General porque advirtió las necesidades de la
Revolución, fue reducido a casi un ingenuo. Su abnegación rebajada a la candidez.
Se “olvidó” el 12 de agosto como conmemoración de la derrota de la primera
invasión inglesa en 1806. San Martín debió irse de América en las sombras
porque, tempranamente, planeaban algo parecido a lo que esta novela cuenta...
Las “desobediencias” de San Martín y Belgrano a órdenes contrarias a la
Independencia, se borronean para que no cunda su ejemplo entre los militares...
Se oculta que hubo militares españoles, como Álvarez de Arenales, pasados a la
causa independientista... Y tantos hechos y patriotas más, sumidos en el olvido
cuando no eliminados físicamente...
Una Argentina camuflada de estanque “pacifico” para
ocultar el turbulento ¿pasado? de asesinatos, algunas veces públicos y muchas
otras arteramente perpetrados. O el exilio, la “desaparición”... Y, lo
principal, para ocultar las rebeldías populares, sus luchas, sus resistencias,
sus puebladas...
Y esa “Logia de los Pérez”... ¿no expresa o simboliza
a los que buscan denodadamente, reencontrar ese pasado, sus ejemplos, sus
aciertos y errores, para cambiar el presente y construir otro futuro?.
Hay una ideología dominante que no es etérea. Es dura
como un ladrillo pero, como un gas, se filtra por todos los intersticios. ¿Cómo
explicar que no es frecuente que se comprenda que un revolucionario argentino
no puede desconocer la única revolución que tuvimos? Más dura y penetrante
deberá ser la ideología de los revolucionarios para reconstruir ese pasado y
retomar banderas abandonadas u ocultadas...
Otto Vargas ha escrito: “nuestras posiciones actuales
implican una crítica del pasado. No un simple desarrollo `natural´ del mismo,
una mera continuidad. Por eso es tan importante conocer bien ese pasado, que
siempre palpita en el presente, para saber qué es lo que ha sido o debe ser
negado de él y, tal vez, sobrevive en nosotros. Esto implica no sólo una
revisión teórica del pasado, sino también y principalmente, una crítica
política del mismo”.
Hasta aquí la novela y las implicancias que incitan a
su lectura. Pero ¿y el autor?...
Conozco a
Eduardo ya hace unos veinticinco años. Hemos luchado juntos y con otros
compañeros por mantener firmeza estratégica y una táctica que
nos aproxime con éxito a los objetivos históricos que nos
proponemos. Y sé de su profundo conocimiento de la historia, y su
interpretación, para sacar conclusiones presentes... Sin relatos construidos a
gusto, porque “la verdad siempre es revolucionaria”, como diría Romain
Rolland...
Me sorprendió la salida de esta novela. La primera
pregunta que me hice (y le hice a Eduardo) fue ¿de donde sacaste el tiempo para
escribirla?
No es mi oficio el arte en general y la literatura en
particular. Poco sé de estética literaria. Pero la prosa de Eduardo es muy
elaborada, describiendo personajes, situaciones, imágenes... Muestran un estilo
y un trabajo arduo. Dicen que en una obra hay diez por ciento de inspiración y
noventa por ciento de transpiración. Me parece que es una obra “transpirada”...
Pero no sólo literariamente... la obra destila la transpiración militante de
Eduardo, sus conocimientos, sus ideas...
Yo diría que es imprescindible leerla. Para comenzar a
conocer nuestra historia desde la forma amena, entretenida, de una ficción. O
tal vez para discutirla y debatirla en grupo, en familia, en amistad...
Paracelso, allá por 1530, dijo que, quien no conoce
nada, no ama nada. La lectura de esta historia tal vez ayude a conocer la
Argentina y su pasado, para amar más a nuestra Patria oprimida (odiando,
dialécticamente, a sus enemigos, porque no hay amor sin odio). Y, también,
ayude a pensar caminos para liberarla aprendiendo de los ejemplos que han dado
y dan el Pueblo argentino y su clase obrera...